Sólo he podido pasarme un ratito: esta ha sido una tarde dura, tres horas y media de reunión muy poco literaria y demasiado aritmética, con pocos cuentos y muchas pero que muchas cuentas. Por cierto, no todas exactas.
Pero no quería dejar de asistir: es mi librería de referencia.
Mucha gente, gran ambiente, una copa de vino, buena compañía.
Los libros se han contagiado del ambiente y mientras la mayoría se mantenían, como es de esperar, alineados y firmes en las estanterías, otros volaban sobre nuestras cabezas.
Charla con Txetxu, siempre tan agradable. Como en otras ocasiones, en nuestra conversación ha salido Erri de Luca, uno de sus regalos, que tantas satisfacciones me está reportando. No diré nada más... por ahora.
Al marchar me llevo conmigo los poemas de Emily Dickinson que acaba de editar Sabina Editorial.