miércoles, 23 de febrero de 2011

Résistance versus Realpolitik

RÉSISTANCE

"Le motif de base de la R'esistance était l'indignation. Nous, vétérans des mouvements de résistance et des forces combattantes de la France libre, nous appelons les jeunes générations à faire vivre, transmettre, l'héritage de la Résistance et ses idéaux. Nous leur disons: prenez le relais, indignez-vous!".

[Stéphane Hessel, Indignez-vous!, Indigène éditions, p. 11]

El vigor moral no decae con los años. No es verdad eso de que a cada etapa biográfica le corresponde una determinada actitud ideológica: incendiariamente progresista de joven, bombéramente reaccionario de viejo. No es verdad eso de que siempre nos convirtamos en aquello que combatíamos 20 años atrás. O no lo es verdad siempre. No lo es, desde luego, en el caso de Stéphane Hessel.

¡Indignaos!, grita desde la atalaya de sus 93 años. ¡Indignaos!, proclama en continuidad con su trayectoria de resistente antifascista.

"El motivo básico de la Resistencia -recuerda Hessel- fue la indignación. Nosotros, veteranos de los movimientos de resistencia de la las fuerzas combatientes de la Francia libre, apelamos a las jóvenes generaciones a revivir, transmitir, la herencia de la Resistencia y sus ideales. Nosotros les decimos: tomad el relevo, ¡indignaos!".

Y como todo en la vida es cine (Aute dixit) he recordado la vibrante escena de Casablanca cuando, en el Cafe Americain de Rick, La Marsellesa, entonada por desterrados y parias de todos los rincones de Europa, hace enmudecer a los arrogantes nazis.

Leo que está a punto de publicarse en castellano. Que circule.





REALPOLITIK

Complicado equilibrio. La indignación, abandonada a sí misma, puede acabar por desbordar cualquier límite, también el de la violencia, afirmado con rotundidad por Hessel: "Je suis convaincu qu l'avenir appartient à la non violence" (p. 19).

Pero la indignación necesaria lleva demasiado tiempo encorsetada por una política que ha hecho de la responsabilidad -de una determinada manera de entender la responsabilidad- principio y fin de su acción. También en nuestro país.

Lo pensaba estos días, especialmente, a la luz de los acontecimientos que están viviendo las sociedades del Norte de África.
La "reconciliación" de la Unión Europea con Gadafi tras el 11-S tuvo todo que ver con su presentación como dique frente al islamismo y, muy especialmente con su realidad de territorio rico en petróleo. Ocurre lo mismo con todas las plutopetrocracias.
El problema es que acabamos llenando los depósitos de nuestros coches con la sangre que ahora derraman los manifestantes en las calles de Trípoli.

Son demasiados años de aplicación de la Doctrina Roosvelt, aquella que el presidente estadounidense formulara en 1939 cuando, refiriéndose al dictador nicaraguense Anastasio Somoza, dijo: "Somoza may be a son of a bitch, but he's our son of a bitch". Debe ser un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta.

Son demasiados años de reirles las gracias (y las desgracias) a nuestros sonofabitches, en nombre del petróleo o el gas, el acuerdo pesquero, las inversiones de nuestras empresas, los fondos de nuestros bancos.

Hace una semana Josep Borrell publicaba un excelente artículo, La generación postislamista, que finalizaba así:

"Nuestros amigos de la plaza Tahrir nos dicen que hay que llamar dictador a un dictador, con tanta más fuerza cuanto más claramente lo sea.
Por eso me deja tan desconcertado que el mismo día que Mubarak se va, sin que los europeos se lo hayamos pedido, José Bono, presidente de nuestro Parlamento, tenga a bien ir a Guinea a saludar a uno de los dictadores más corruptos y crueles de África para asegurarle que “hay más cosas que nos unen que las que nos separan”.
¿De verdad? Sería una tremenda tristeza… Lo que nos une a Obiang, aparte de un ya irrelevante pasado colonial, es sólo la esperanza de compartir su pastel petrolero. Y si eso es más importante que el foso político que nos separa de ese deleznable régimen político, es que realmente no hemos aprendido nada".

Sería una lástima que estas cosas solo se puedan sostener desde la presidencia del Instituto Universitario Europeo de Florencia, pero no desde un ministerio, desde un gobierno.

Por cierto: el Rey viajará en los próximos días a Kuwait invitado por el jeque Sabah Al-Ahmed Al-Jaber Al-Sabah.