Darrell Bricker y John Ibbitson
El planeta vacío
Traducción de Joan Soler Chic
Penguin Random House, 2019
"El gran acontecimiento característico del siglo XXI —uno de los grandes episodios definitorios de la humanidad— se producirá en el espacio de tres décadas, más o menos, cuando la población global empiece a disminuir. Y en cuanto se inicie, ya no va a tener fin. No nos enfrentamos al desafío de una bomba demográfica sino a un colapso, un sacrifico implacable, generación tras generación, del rebaño humano".
Cualquiera, al leer estas líneas al comienzo del libro, pensaría que estamos ante otro producto demodistópico, es decir, ante otro ejemplo de catastrofismo demográfico, en este caso no por superpoblación, como ha sido más común, sino por declive poblacional. Nada de eso.
Bricker e Ibbitson defienden la hipótesis, propuesta entre otras instituciones por la División de Población de la ONU, de que la población mundial alcanzará un valor máximo de entre 9.000 o 10.000 millones de personas alrededor del año 2050, para a partir de entonces ir descendiendo. ¿Hasta cuántos habitantes? No se puede saber. Lo que no parece probable es que acabemos en un escenario malthusiano de explosión demográfica (o demotrágica). Al análisis de la evolución pasada y proyección futura de la pobñación mundial están dedicados los capítulos 1 ("Una breve historia de la población") y 2 ("Malthus e hijos").
El descenso demográfico es ya una realidad en los países más desarrollados, sólo contenido por la inmigración. Y, está empezando a serlo, o lo será en los próximos años, también en los países del Sur global:
"La población ya está disminuyendo más o menos en dos docenas de países del mundo; hacia 2050, esta cifra habrá llegado a las tres docenas. Algunos de los lugares más ricos del planeta están perdiendo población cada año: Japón, Corea, España, Italia, gran parte de Europa del este. [...] Sin embargo, la noticia importante no es esta. Lo importante es que los principales países en desarrollo también están a punto de empezar a decrecer, pues su tasa de fertilidad está bajando. Dentro de pocos años, China comenzará a tener menos gente. A mediados de este siglo, Brasil e Indonesia seguirán el ejemplo. Incluso en la India, que pronto será el país más poblado de la Tierra, sus cifras se estabilizarán aproximadamente en el espacio de una generación y después empezarán a reducirse. Los índices de fertilidad siguen siendo altísimos en el África subsahariana y ciertas zonas de Oriente Medio. Sin embargo, incluso ahí están cambiando las cosas, pues las mujeres jóvenes están accediendo a la educación y el control de natalidad. Es probable que África ponga fin a su baby boom desenfrenado mucho antes de lo que piensan los demógrafos de la ONU".
En los capítulos 3 ("El envejecimiento de Europa"), 4 ("Asia: el precio de los milagros"), 6 ("La cuestión africana"), 7 ("Cierre de la fábrica en Brasil"), 9 ("Crece el elefante; decae el dragón"), 10 ("El segundo siglo norteamericano") y 11 ("Extinción cultural en una época de declive") describen este proceso de desaceleración o retroceso demográfico a lo largo y ancho de todo el planeta.
Se trata de un proceso que plantea retos económicos (como exponen en el cap. 5, "La economía de los bebés") y culturales (cap. 8, "Tira y afloja de la migración"), pero que los autores imaginan esencialmente mejor que el presente:
"Creemos que este mundo tendrá muchas cosas admirables. Será más limpio, más seguro, más tranquilo. Los mares empezarán a curarse y la atmósfera a enfriarse -o al menos dejará de calentarse-. Quizá las peronas no sean cada vez más ricas, pero esto a lo mejor no será tan importante. Los centros de poder serán otros -y también los centros de innovación y creatividad-. Vivimos en un mundo de ciudades, con cada vez menos cosas entre ellas".
La solución local al descenso y al envejecimiento demográficos estará en la facilidad con la que las personas puedan moverse entre los países y los continentes. Y como ejemplo actual proponen su propio país, Canadá, "el país más cosmopolita del mundo", con un área metropolitana como la de Toronto, la cuarta más grande de Norteamérica, en la que la mitad de su población ha nacido en el extranjero. ¿Cómo es posible esta realidad masivamente multicultural? "La incapacidad de Canadá para cuajar como nación es el secreto de su éxito como estado posnacional", responden. Las reflexiones que plantean en relación a esta cuestión de la inmigración y la identidad nacional son de los más interesante del libro.
Un libro sugerente, que al menos no se empeña en asustarnos. Escrito con agilidad. Se lee a gusto.
Uno se apoya en la mochila. Porque en el momento en que nos quitamos el peso de nuestros hombros no sabemos enderezarnos enseguida; ¡pues resulta que era el peso lo que antes nos daba seguridad y equilibrio! [George Simmel]
viernes, 27 de diciembre de 2019
jueves, 26 de diciembre de 2019
La república de los soñadores
Volker Weidermann
La república de los soñadores
Traducción de Arnau Figueras Deulofeu
Arpa, 2019
Noviembre de 1918. Una Alemania desangrada tras cuatro años de cruenta guerra, de la que ha salido derrotada y humillada, vive un clima de agitación social de tintes casi revolucionarios. El descontento social con la Dinastía Wittelsbach, que durante siete siglos ha gobernado Baviera, es creciente. La situación política se polariza, con miles de soldados desmovilizados y resentidos (Freikorps) alentando un espíritu cada vez más nacionalista y anticomunista, y con una creciente radicalización de las fuerzas de izquierda, causa de escisiones del Partido Socialdemócrata (SPD) y que impulsa el crecimiento de los comunistas.
El 7 de noviembre una multitud se manifiesta por las calles inspirada por el primer aniversario de la Revolución rusa. El gobierno confía en que la situación no irá a mayores, puesto que el líder del SPD, Erhard Auer, había garantizado que controlaba la situación y que no estallaría nada parecido a una revolución. Pero la gente no está dispuesta volverse a sus casas sin más ni más y desoye las palabras de Auer, "que sólo quería calmarlos y darles esperanzas pensando en un futuro lejano". No quieren esperanzas sino realidades:
"Del agotamiento de la gente surgió una energía repentina. La maldita guerra había durado más de cuatro años. No iban a dejar que se consumiera sin más y que todo quedara en aquel ocaso. De aquella oscuridad tenía que surgir algo luminoso, algo nuevo".
Quieren que las cosas cambien y quieren ser protagonistas de ese cambio. Es entonces cuando la energía de la gente se ve atraída por otro orador. Se trata de Kurt Eisner, periodista y poeta, judío, pacifista e internacionalista, candidato al parlamento por el Partido Socialdemócrata Independiente (USPD), una escisión del SPD en 1915, contraria a la autorización de nuevos créditos de guerra (y del USPD surgirá, a su vez, la Liga Espartaquista de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht en 1918):
"Los oyentes lo percibían: hoy ese es nuestro hombre. Él no nos mandará de vuelta a casa. Ese hombre percibe la energía del día, la rabia, la voluntad de que al final ocurra algo decisivo".
Y así, de manera imprevista, lo que empezó como una algarada acabó con la proclamación en la noche del 7 al 8 de noviembre de la República, fundada sobre el poder autogestionario de los consejos de obreros, de soldados y de campesinos, siguiendo el ejemplo de los sóviets.
“Die Dynastie Wittelsbach ist abgesetzt! Bayern ist fortan ein Freistaat!” (“¡La dinastía Wittelsbach ha sido depuesta! Baviera es en adelante un Estado Libre”). Presidido provisionalmente por Eisner, el nuevo gobierno recibirá el apoyo alborozado de dramaturgos, poetas y todo tipo de visionarios, al servicio de "un Estado de artistas, que cree oportunidades, que transforme posibilidades en realidades". Pero es un gobierno que nace también rodeado de enemigos:
"Los meses que siguieron a la noche de la repentina toma del poder en noviembre fueron un periodo caótico. Eisner fue acosado desde el principio por adversarios de todo el espectro político. No únicamente por los derechistas, los nacionalistas, los monárquicos, los antisemitas y los antidemócratas. No, sus opositores más implacables y peligrosos fueron desde el principio la izquierda moderada -los socialdemócratas mayoritarios,encabezados por Erhard Auer en Baviera, y por Friedrich Ebert y Gustav Noske en Berlín- y la izquierda radical, los anarquistas y los comunistas, en Múnich y en Berlín".
Cuando en enero de 1919 se celebraron elecciones al parlamento la USPD del presidente Eisner recibió un exiguo 2,5% de los votos, frente al 35% del Partido Popular de Baviera y el 33% del SPD. El Partido Comunista (KPD) había boicoteado las elecciones y no presentó candidaturas.
A partir de aquí los acontecimientos se acelerarán sin control: Eisner será asesinado en febrero, un nuevo movimiento popular impulsará la constitución de una "república soviética con la oposición de los comunistas", que se verá combatida y finalmente derrotada por un movimiento nacionalista y derechista liderado por organizaciones como la Sociedad Thule, los Freikorps o el Partido de los Trabajadores Alemanes (más tarde transformado en Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes, NSDAP). La república de los soñadores acabará anegada en un baño de sangre.
Weidermann relata toda esta historia como si de un thriller político se tratara. En sus páginas encontramos a intelectuales tan destacados como Rainer Maria Rilke, Hermann Hesse, Thomas Mann o Max Weber. También aparece un oscuro personaje llamado Adolf Hitler. Una lectura fascinante.
"Aquella historia salió mal, sí, pero no terminó, ni mucho menos. El cansancio no es una opción".
La república de los soñadores
Traducción de Arnau Figueras Deulofeu
Arpa, 2019
"La fama de Múnich resonó por toda Europa Lo que se había logrado allí después de la guerra era increíble. ¡El hecho de que una noche un crítico teatral melenudo hubiese aprovechado el momento oportuno para hacerse con el asiento de presidente de Baviera y sencillamente hubiese permanecido allí y hubiese gobernado era algo fantástico! ¡Un poeta! ¡Un soñador! ¡Un revolucionario místico! Y había ocurido en Alemania, ese país fanfarrón repleto de armas que el los últimos años había amedrentado a sus vecinos.
Noviembre de 1918. Una Alemania desangrada tras cuatro años de cruenta guerra, de la que ha salido derrotada y humillada, vive un clima de agitación social de tintes casi revolucionarios. El descontento social con la Dinastía Wittelsbach, que durante siete siglos ha gobernado Baviera, es creciente. La situación política se polariza, con miles de soldados desmovilizados y resentidos (Freikorps) alentando un espíritu cada vez más nacionalista y anticomunista, y con una creciente radicalización de las fuerzas de izquierda, causa de escisiones del Partido Socialdemócrata (SPD) y que impulsa el crecimiento de los comunistas.
El 7 de noviembre una multitud se manifiesta por las calles inspirada por el primer aniversario de la Revolución rusa. El gobierno confía en que la situación no irá a mayores, puesto que el líder del SPD, Erhard Auer, había garantizado que controlaba la situación y que no estallaría nada parecido a una revolución. Pero la gente no está dispuesta volverse a sus casas sin más ni más y desoye las palabras de Auer, "que sólo quería calmarlos y darles esperanzas pensando en un futuro lejano". No quieren esperanzas sino realidades:
"Del agotamiento de la gente surgió una energía repentina. La maldita guerra había durado más de cuatro años. No iban a dejar que se consumiera sin más y que todo quedara en aquel ocaso. De aquella oscuridad tenía que surgir algo luminoso, algo nuevo".
Quieren que las cosas cambien y quieren ser protagonistas de ese cambio. Es entonces cuando la energía de la gente se ve atraída por otro orador. Se trata de Kurt Eisner, periodista y poeta, judío, pacifista e internacionalista, candidato al parlamento por el Partido Socialdemócrata Independiente (USPD), una escisión del SPD en 1915, contraria a la autorización de nuevos créditos de guerra (y del USPD surgirá, a su vez, la Liga Espartaquista de Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht en 1918):
"Los oyentes lo percibían: hoy ese es nuestro hombre. Él no nos mandará de vuelta a casa. Ese hombre percibe la energía del día, la rabia, la voluntad de que al final ocurra algo decisivo".
Y así, de manera imprevista, lo que empezó como una algarada acabó con la proclamación en la noche del 7 al 8 de noviembre de la República, fundada sobre el poder autogestionario de los consejos de obreros, de soldados y de campesinos, siguiendo el ejemplo de los sóviets.
“Die Dynastie Wittelsbach ist abgesetzt! Bayern ist fortan ein Freistaat!” (“¡La dinastía Wittelsbach ha sido depuesta! Baviera es en adelante un Estado Libre”). Presidido provisionalmente por Eisner, el nuevo gobierno recibirá el apoyo alborozado de dramaturgos, poetas y todo tipo de visionarios, al servicio de "un Estado de artistas, que cree oportunidades, que transforme posibilidades en realidades". Pero es un gobierno que nace también rodeado de enemigos:
"Los meses que siguieron a la noche de la repentina toma del poder en noviembre fueron un periodo caótico. Eisner fue acosado desde el principio por adversarios de todo el espectro político. No únicamente por los derechistas, los nacionalistas, los monárquicos, los antisemitas y los antidemócratas. No, sus opositores más implacables y peligrosos fueron desde el principio la izquierda moderada -los socialdemócratas mayoritarios,encabezados por Erhard Auer en Baviera, y por Friedrich Ebert y Gustav Noske en Berlín- y la izquierda radical, los anarquistas y los comunistas, en Múnich y en Berlín".
Cuando en enero de 1919 se celebraron elecciones al parlamento la USPD del presidente Eisner recibió un exiguo 2,5% de los votos, frente al 35% del Partido Popular de Baviera y el 33% del SPD. El Partido Comunista (KPD) había boicoteado las elecciones y no presentó candidaturas.
A partir de aquí los acontecimientos se acelerarán sin control: Eisner será asesinado en febrero, un nuevo movimiento popular impulsará la constitución de una "república soviética con la oposición de los comunistas", que se verá combatida y finalmente derrotada por un movimiento nacionalista y derechista liderado por organizaciones como la Sociedad Thule, los Freikorps o el Partido de los Trabajadores Alemanes (más tarde transformado en Partido Nacional Socialista de los Trabajadores Alemanes, NSDAP). La república de los soñadores acabará anegada en un baño de sangre.
Weidermann relata toda esta historia como si de un thriller político se tratara. En sus páginas encontramos a intelectuales tan destacados como Rainer Maria Rilke, Hermann Hesse, Thomas Mann o Max Weber. También aparece un oscuro personaje llamado Adolf Hitler. Una lectura fascinante.
"Aquella historia salió mal, sí, pero no terminó, ni mucho menos. El cansancio no es una opción".
miércoles, 25 de diciembre de 2019
Dos novelas fantásticas: una, original; la otra, una excelente imitación
Neil Gaiman
El océano al final del camino
Traducción de Mónica Faerna
Roca Editorial, 2017
Fascinado por su desenfrenada American Gods, posteriormente he leído algunas de las novelas de Neil Gaiman, un autor inteligente y arriesgado, apasionado de la lectura, capaz de renovar en un género tan trillado como es el fantástico manteniendo, a pesar de todo, un aire clásico que lo hace tan reconocible como atractivo. Ninguna está a la altura de AG (de la que hay serie, también buena), pero todas tienen un toque sugerente. También me ha gustado mucho Neverwhere.
La última que he leído y que ahora comento brevemente comienza cuando el narrador, que permanecerá anónimo a lo largo de todo el relato, regresa cuatro décadas después al pequeño pueblo donde transcurrió su infancia, en el Sussex más rural, para asistir al funeral de un familiar muy cercano: se intuye que su madre o su padre, pero no se aclara en ningún momento. Tras la ceremonia, coge su coche y se dispone a deambular sin rumbo fijo hasta que, sin proponérselo, acaba tomando un camino que lo lleva hasta la granja de las Hempstock y su estanque, al que su amiga de entonces, Lettie, llamaba el océano. Es ahí donde el pasado, olvidado, vuelve a ser recordado...
"Si me lo hubieran preguntado una hora antes, habría dicho que no, que no recordaba el camino. Seguramente ni siquiera habría podido recordar el nombre de Lettie Hempstock. Pero allí, en medio del pasillo, empecé a recordarlo todo. Los recuerdos se asomaban por el borde de las cosas, y me hacían señas. Si me hubieran dicho que volvía a ser un niño de siete años, casi lo habría creído, por un momento".
Aquel pasado era (es) el de un niño retraído, sin amigos, al que le encantaba leer ("Vivía en los libros más que en cualquiera otra parte"), cuya existencia se verá radicalmente alterada cuando contemple el cadáver del hombre que alquilaba una habitación en la casa familiar y que se había suicidado dentro del coche de su padre. Allí conocerá a Lettie, a su madre, Ginnie, y a su abuela, y a partir de ese momento su mundo se trastocará, al acceder al mismo criaturas fantásticas y aterradoras:
"Él ha sido quien ha empezado todo esto, como alguien que prende una mecha. Pero lo que ha explotado ahora no tiene que ver con él. Ha sido otra persona, otra cosa".
Esa otra persona/cosa es Skarhach de la Fortaleza, Ursula Monkton cuando se muestra con apariencia humana, cuyo aspecto original es la de una manta andrajosa y pertenece a una especie de seres conocidos como "pulgas", peligrosas por sí mismas, pero aún más porque con ellas vienen siempre sus depredadores, las "alimañas", también conocidas como "pájaros del hambre", los que limpian, capaces de acabar literalmente con la realidad:
"Uno de los pájaros del hambre inclinó el pico hasta la tierra que tenía a sus pies y comenzó a arañarla, no como si picoteara la tierra y la hierba, sino como si se estuviera comiendo una cortina o un telón con el mundo pintado en él. Allá donde devoraba la hierba no quedaba nada: una perfecta nada, solo un color que me recordaba al gris, pero era un gris informe y pulsátil como la nieve que se veía en la pantalla de nuestra tele cuando desconectabas la antena. Aquello era el vacío absoluto. No la negrura, ni la nada. Aquello era lo que yacía bajo el fino telón de gasa pintada de la realidad. Y los pájaros del hambre comenzaron a aletear y a congregarse".
Con ayuda de las tres Hempstock (no hay varones en su granja, ni falta que hacen), el protagonista se enfrentará a esas criaturas, pero también a la incomprensión de sus padres y de su hermana mayor. Una historia que nos habla de la infancia, con sus terrores y su magia, y de como esta etapa vital marca, aunque no nos demos cuenta, el transcurso de nuestra vida. Entretenida.
Maxime Chattam
La señal
Traducción de José Antonio Soriano Marco
Alfaguara, 2019
"-¡Hemos conseguido un montón de información en la biblio, papá!
-¿Sobre qué?
-Estamos haciendo la lista de todos los crímenes y tragedias ocurridos en Mahingan Falls ¡desde hace más de trescientos años! -se apresuró aresponder Connor.
-Así sabremos quiénes son los fantasmas a los que nos enfrentamos -explicó Chad-. Y quizá sus puntos débiles...
-Ya no se llaman fantasmas, sino Ecos -lo corrigió Owen, recordando la conferencia que les había dado el propio Tom el día anterior.
Gemma, que supervisaba a la pandilla, también asintió.
-Y hay una cantidad increíble de casos -dijo con un tono más serio-. Varias muertes siniestras en los últimos sesenta años, ajustes de cuentas entre contrabandistas de alcohol durante la prohibicíon, un siglo XIX relativamente tranquilo pero marcado por algunas tragedias, accidentes en el aserradero, una explosión en la fábrica de fertilizantes, a la salida del pueblo... Y hacia 1700 hubo bastante violencia, con la llegada de los inmigrantes, las luchas entre terratenientes, contra los indios, y así sucesivamente.
-La historia de América -resumió Tom.
-Pero¿es que en Europa no hay fantasmas? -preguntó Corey.
Tom esbozó una mueca de regocijo.
-Tantos como aquí o más, pero han aparecido a lo largo de varios milenios, no en cuatro siglos".
Si en un curso o taller de escritura se trabajara el género de fantasía oscura o de terror, esta novela sería un ejemplo perfecto. Un autor francés firmando una historia característicamente estadounidense.
Extrañas presencias aterradoras, desapariciones y muertes brutales; un pequeño y antiguo pueblo en la costa atlántica de Estados Unidos, aparentemente idílico pero con un pasado oscuro; una casa donde ocurrieron hechos terribles adquirida por una familia que busca escapar del ajetreo de Nueva York. Toques de Stephen King (un extenso maizal y un espantapájaros que cobra vida) y de Stranger Things (una brecha abierta entre dos mundos como consecuencia de un descabellado experimento), además de algunos guiños a Lovecraft (camionetas con la pegatina "Nacido en Arkham, inmune al miedo", un río "Miskatonic" y cita inicial de La llamada de Cthulhu).
Como en la exitosa serie de Netflix o en algunas de las mejores novelas de King (como es el caso de It), los protagonistas son un grupo de adolescentes que se enfrentarán a seres terribles, siendo los únicos plenamente conscientes de la amenaza que se cierne sobre la población. Se producen muchas muertes, incluidas algunas inesperadas de personajes protagonistas. Una novela extensa (550 páginas) pero una lectura ligera, que disfrutarán las y los amantes del género de terror fantástico. Quienes no lo sean, mejor que pasen...
"En el mundo había lugares cargados de una iratan intensa que bastaba para romper el espejo durante unos minutos en cada década, lo suficiente para permitir a los espectros más motivados golpear salvajemente".
El océano al final del camino
Traducción de Mónica Faerna
Roca Editorial, 2017
"Como ya he dicho antes, los niños usan caminos secundarios y senderos ocultos, mientras que los adultos siguen carreteras y caminos principales".
Fascinado por su desenfrenada American Gods, posteriormente he leído algunas de las novelas de Neil Gaiman, un autor inteligente y arriesgado, apasionado de la lectura, capaz de renovar en un género tan trillado como es el fantástico manteniendo, a pesar de todo, un aire clásico que lo hace tan reconocible como atractivo. Ninguna está a la altura de AG (de la que hay serie, también buena), pero todas tienen un toque sugerente. También me ha gustado mucho Neverwhere.
La última que he leído y que ahora comento brevemente comienza cuando el narrador, que permanecerá anónimo a lo largo de todo el relato, regresa cuatro décadas después al pequeño pueblo donde transcurrió su infancia, en el Sussex más rural, para asistir al funeral de un familiar muy cercano: se intuye que su madre o su padre, pero no se aclara en ningún momento. Tras la ceremonia, coge su coche y se dispone a deambular sin rumbo fijo hasta que, sin proponérselo, acaba tomando un camino que lo lleva hasta la granja de las Hempstock y su estanque, al que su amiga de entonces, Lettie, llamaba el océano. Es ahí donde el pasado, olvidado, vuelve a ser recordado...
"Si me lo hubieran preguntado una hora antes, habría dicho que no, que no recordaba el camino. Seguramente ni siquiera habría podido recordar el nombre de Lettie Hempstock. Pero allí, en medio del pasillo, empecé a recordarlo todo. Los recuerdos se asomaban por el borde de las cosas, y me hacían señas. Si me hubieran dicho que volvía a ser un niño de siete años, casi lo habría creído, por un momento".
Aquel pasado era (es) el de un niño retraído, sin amigos, al que le encantaba leer ("Vivía en los libros más que en cualquiera otra parte"), cuya existencia se verá radicalmente alterada cuando contemple el cadáver del hombre que alquilaba una habitación en la casa familiar y que se había suicidado dentro del coche de su padre. Allí conocerá a Lettie, a su madre, Ginnie, y a su abuela, y a partir de ese momento su mundo se trastocará, al acceder al mismo criaturas fantásticas y aterradoras:
"Él ha sido quien ha empezado todo esto, como alguien que prende una mecha. Pero lo que ha explotado ahora no tiene que ver con él. Ha sido otra persona, otra cosa".
Esa otra persona/cosa es Skarhach de la Fortaleza, Ursula Monkton cuando se muestra con apariencia humana, cuyo aspecto original es la de una manta andrajosa y pertenece a una especie de seres conocidos como "pulgas", peligrosas por sí mismas, pero aún más porque con ellas vienen siempre sus depredadores, las "alimañas", también conocidas como "pájaros del hambre", los que limpian, capaces de acabar literalmente con la realidad:
"Uno de los pájaros del hambre inclinó el pico hasta la tierra que tenía a sus pies y comenzó a arañarla, no como si picoteara la tierra y la hierba, sino como si se estuviera comiendo una cortina o un telón con el mundo pintado en él. Allá donde devoraba la hierba no quedaba nada: una perfecta nada, solo un color que me recordaba al gris, pero era un gris informe y pulsátil como la nieve que se veía en la pantalla de nuestra tele cuando desconectabas la antena. Aquello era el vacío absoluto. No la negrura, ni la nada. Aquello era lo que yacía bajo el fino telón de gasa pintada de la realidad. Y los pájaros del hambre comenzaron a aletear y a congregarse".
Con ayuda de las tres Hempstock (no hay varones en su granja, ni falta que hacen), el protagonista se enfrentará a esas criaturas, pero también a la incomprensión de sus padres y de su hermana mayor. Una historia que nos habla de la infancia, con sus terrores y su magia, y de como esta etapa vital marca, aunque no nos demos cuenta, el transcurso de nuestra vida. Entretenida.
Maxime Chattam
La señal
Traducción de José Antonio Soriano Marco
Alfaguara, 2019
"-¡Hemos conseguido un montón de información en la biblio, papá!
-¿Sobre qué?
-Estamos haciendo la lista de todos los crímenes y tragedias ocurridos en Mahingan Falls ¡desde hace más de trescientos años! -se apresuró aresponder Connor.
-Así sabremos quiénes son los fantasmas a los que nos enfrentamos -explicó Chad-. Y quizá sus puntos débiles...
-Ya no se llaman fantasmas, sino Ecos -lo corrigió Owen, recordando la conferencia que les había dado el propio Tom el día anterior.
Gemma, que supervisaba a la pandilla, también asintió.
-Y hay una cantidad increíble de casos -dijo con un tono más serio-. Varias muertes siniestras en los últimos sesenta años, ajustes de cuentas entre contrabandistas de alcohol durante la prohibicíon, un siglo XIX relativamente tranquilo pero marcado por algunas tragedias, accidentes en el aserradero, una explosión en la fábrica de fertilizantes, a la salida del pueblo... Y hacia 1700 hubo bastante violencia, con la llegada de los inmigrantes, las luchas entre terratenientes, contra los indios, y así sucesivamente.
-La historia de América -resumió Tom.
-Pero¿es que en Europa no hay fantasmas? -preguntó Corey.
Tom esbozó una mueca de regocijo.
-Tantos como aquí o más, pero han aparecido a lo largo de varios milenios, no en cuatro siglos".
Si en un curso o taller de escritura se trabajara el género de fantasía oscura o de terror, esta novela sería un ejemplo perfecto. Un autor francés firmando una historia característicamente estadounidense.
Extrañas presencias aterradoras, desapariciones y muertes brutales; un pequeño y antiguo pueblo en la costa atlántica de Estados Unidos, aparentemente idílico pero con un pasado oscuro; una casa donde ocurrieron hechos terribles adquirida por una familia que busca escapar del ajetreo de Nueva York. Toques de Stephen King (un extenso maizal y un espantapájaros que cobra vida) y de Stranger Things (una brecha abierta entre dos mundos como consecuencia de un descabellado experimento), además de algunos guiños a Lovecraft (camionetas con la pegatina "Nacido en Arkham, inmune al miedo", un río "Miskatonic" y cita inicial de La llamada de Cthulhu).
Como en la exitosa serie de Netflix o en algunas de las mejores novelas de King (como es el caso de It), los protagonistas son un grupo de adolescentes que se enfrentarán a seres terribles, siendo los únicos plenamente conscientes de la amenaza que se cierne sobre la población. Se producen muchas muertes, incluidas algunas inesperadas de personajes protagonistas. Una novela extensa (550 páginas) pero una lectura ligera, que disfrutarán las y los amantes del género de terror fantástico. Quienes no lo sean, mejor que pasen...
"En el mundo había lugares cargados de una iratan intensa que bastaba para romper el espejo durante unos minutos en cada década, lo suficiente para permitir a los espectros más motivados golpear salvajemente".
A la busca del trepador azul
Hoy quería regalarme/regalaros alguna foto de la pareja de trepadores azules que se dejan ver a diario en los aledaños del refugio del Pagasarri. Verlos, los he visto, pero no ha sido posible hacer una buena foto. En fin, otro día será...
domingo, 22 de diciembre de 2019
Urieta y Moscadero desde el puerto de Angulo
Preciosa mañana consagrada a mi lotería particular: poder disfrutar de la montaña. El objetivo de hoy han sido las cumbres del Urieta y del Moscadero, desde el puerto de Angulo.
Una excursión sencilla y bonita. Más que recomendable.
Al empezar a caminar el sol iluminaba la proa del Paredes, la primera de las cimas de la Sierra de la Carbonilla, hermana gemela de Salvada. A continuación de esta se encuentran Gurdieta y Castro Grande.
El camino hacia el Urieta no tiene pérdida. La cumbre se alza directamente ante nosotros y aunque dejaremos de verla cuando nos adentremos en el bosque es imposible equivocar la dirección... salvo si hay niebla: entonces estos montes se convierten en un infierno y resulta facilñisimo extraviarse. Lo digo por experiencia.
Zona de pase de paloma, una veintena de puestos de caza se distribuyen junto al camino.
Se puede ascender por una pista, muy embarrada, o pegados al barranco. No hay peligro, una alambrada separa el sendero del abismo.
Pronto se aprecia la hermosa cascada de San Miguel. Merece la pena demorarse un tiempo en su contemplación.
La cascada desde la carretera de descenso del puerto hacia Artziniega.
El camino se introduce poco a poco en el bosque.
Restos de la lobera de San Miguel.
A partir de aquí el bosque ofrece escenas mágicas.
Al salir del bosque el cielo estaba de un azul luminoso. Pero ha durado poco. No ha hecho mala mañana, pero el cielo ha estado mayormente cubierto. Incluso han caído algunas gotas.
Cima del Urieta (1.117 m.). El buzón estaba caído.
Aro desde el Urieta.
Desde el Urieta me he dirigido hacia el llamado Campo Moscadero. No hay senderos y es preciso prestar atención para adivinar dónde puede quedar la cumbre.
Combre del Moscadero (1.132 m.). De nuevo, el buzón estaba caído.
Vistazo hacia el Urieta.
Vistazo hacia Aro y Eskutxi.
Desde el Moscadero vuelta al Urieta (aunque es posibledescender directamente) y a desandar el camino.
De izquierda a derecha: Eskutxi, Aro y Urieta.
Una excursión sencilla y bonita. Más que recomendable.
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