viernes, 27 de diciembre de 2019

El planeta vacío

Darrell Bricker y John Ibbitson
El planeta vacío
Traducción de Joan Soler Chic
Penguin Random House, 2019


"El gran acontecimiento característico del siglo XXI —uno de los grandes episodios definitorios de la humanidad— se producirá en el espacio de tres décadas, más o menos, cuando la población global empiece a disminuir. Y en cuanto se inicie, ya no va a tener fin. No nos enfrentamos al desafío de una bomba demográfica sino a un colapso, un sacrifico implacable, generación tras generación, del rebaño humano".


Cualquiera, al leer estas líneas al comienzo del libro, pensaría que estamos ante otro producto demodistópico, es decir, ante otro ejemplo de catastrofismo demográfico, en este caso no por superpoblación, como ha sido más común, sino por declive poblacional. Nada de eso.

Bricker e Ibbitson defienden la hipótesis, propuesta entre otras instituciones por la División de Población de la ONU, de que la población mundial alcanzará un valor máximo de entre 9.000 o 10.000 millones de personas alrededor del año 2050, para a partir de entonces ir descendiendo. ¿Hasta cuántos habitantes? No se puede saber. Lo que no parece probable es que acabemos en un escenario malthusiano de explosión demográfica (o demotrágica). Al análisis de la evolución pasada y proyección futura de la pobñación mundial están dedicados los capítulos 1 ("Una breve historia de la población") y 2 ("Malthus e hijos").

El descenso demográfico es ya una realidad en los países más desarrollados, sólo contenido por la inmigración. Y, está empezando a serlo, o lo será en los próximos años, también en los países del Sur global:

"La población ya está disminuyendo más o menos en dos docenas de países del mundo; hacia 2050, esta cifra habrá llegado a las tres docenas. Algunos de los lugares más ricos del planeta están perdiendo población cada año: Japón, Corea, España, Italia, gran parte de Europa del este. [...] Sin embargo, la noticia importante no es esta. Lo importante es que los principales países en desarrollo también están a punto de empezar a decrecer, pues su tasa de fertilidad está bajando. Dentro de pocos años, China comenzará a tener menos gente. A mediados de este siglo, Brasil e Indonesia seguirán el ejemplo. Incluso en la India, que pronto será el país más poblado de la Tierra, sus cifras se estabilizarán aproximadamente en el espacio de una generación y después empezarán a reducirse. Los índices de fertilidad siguen siendo altísimos en el África subsahariana y ciertas zonas de Oriente Medio. Sin embargo, incluso ahí están cambiando las cosas, pues las mujeres jóvenes están accediendo a la educación y el control de natalidad. Es probable que África ponga fin a su baby boom desenfrenado mucho antes de lo que piensan los demógrafos de la ONU".

En los capítulos 3 ("El envejecimiento de Europa"), 4 ("Asia: el precio de los milagros"), 6 ("La cuestión africana"), 7 ("Cierre de la fábrica en Brasil"), 9 ("Crece el elefante; decae el dragón"), 10 ("El segundo siglo norteamericano") y 11 ("Extinción cultural en una época de declive") describen este proceso de desaceleración o retroceso demográfico a lo largo y ancho de todo el planeta.

Se trata de un proceso que plantea retos económicos (como exponen en el cap. 5, "La economía de los bebés") y culturales (cap. 8, "Tira y afloja de la migración"), pero que los autores imaginan esencialmente mejor que el presente:









"Creemos que este mundo tendrá muchas cosas admirables. Será más limpio, más seguro, más tranquilo. Los mares empezarán a curarse y la atmósfera a enfriarse -o al menos dejará de calentarse-. Quizá las peronas no sean cada vez más ricas, pero esto a lo mejor no será tan importante. Los centros de poder serán otros -y también los centros de innovación y creatividad-. Vivimos en un mundo de ciudades, con cada vez menos cosas entre ellas".








La solución local al descenso y al envejecimiento demográficos estará en la facilidad con la que las personas puedan moverse entre los países y los continentes. Y como ejemplo actual proponen su propio país, Canadá, "el país más cosmopolita del mundo", con un área metropolitana como la de Toronto, la cuarta más grande de Norteamérica, en la que la mitad de su población ha nacido en el extranjero. ¿Cómo es posible esta realidad masivamente multicultural? "La incapacidad de Canadá para cuajar como nación es el secreto de su éxito como estado posnacional", responden. Las reflexiones que plantean en relación a esta cuestión de la inmigración y la identidad nacional son de los más interesante del libro.

Un libro sugerente, que al menos no se empeña en asustarnos. Escrito con agilidad. Se lee a gusto.

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