miércoles, 25 de diciembre de 2019

Dos novelas fantásticas: una, original; la otra, una excelente imitación

Neil Gaiman
El océano al final del camino
Traducción de Mónica Faerna
Roca Editorial, 2017

"Como ya he dicho antes, los niños usan caminos secundarios y senderos ocultos, mientras que los adultos siguen carreteras y caminos principales".


Fascinado por su desenfrenada American Gods, posteriormente he leído algunas de las novelas de Neil Gaiman, un autor inteligente y arriesgado, apasionado de la lectura, capaz de renovar en un género tan trillado como es el fantástico manteniendo, a pesar de todo, un aire clásico que lo hace tan reconocible como atractivo. Ninguna está a la altura de AG (de la que hay serie, también buena), pero todas tienen un toque sugerente. También me ha gustado mucho Neverwhere.

La última que he leído y que ahora comento brevemente comienza cuando el narrador, que permanecerá anónimo a lo largo de todo el relato, regresa cuatro décadas después al pequeño pueblo donde transcurrió su infancia, en el Sussex más rural, para asistir al funeral de un familiar muy cercano: se intuye que su madre o su padre, pero no se aclara en ningún momento. Tras la ceremonia, coge su coche y se dispone a deambular sin rumbo fijo hasta que, sin proponérselo, acaba tomando un camino que lo lleva hasta la granja de las Hempstock y su estanque, al que su amiga de entonces, Lettie, llamaba el océano. Es ahí donde el pasado, olvidado, vuelve a ser recordado...

"Si me lo hubieran preguntado una hora antes, habría dicho que no, que no recordaba el camino. Seguramente ni siquiera habría podido recordar el nombre de Lettie Hempstock. Pero allí, en medio del pasillo, empecé a recordarlo todo. Los recuerdos se asomaban por el borde de las cosas, y me hacían señas. Si me hubieran dicho que volvía a ser un niño de siete años, casi lo habría creído, por un momento".

Aquel pasado era (es) el de un niño retraído, sin amigos, al que le encantaba leer ("Vivía en los libros más que en cualquiera otra parte"), cuya existencia se verá radicalmente alterada cuando contemple el cadáver del hombre que alquilaba una habitación en la casa familiar y que se había suicidado dentro del coche de su padre. Allí conocerá a Lettie, a su madre, Ginnie, y a su abuela, y a partir de ese momento su mundo se trastocará, al acceder al mismo criaturas fantásticas y aterradoras:

"Él ha sido quien ha empezado todo esto, como alguien que prende una mecha. Pero lo que ha explotado ahora no tiene que ver con él. Ha sido otra persona, otra cosa".

Esa otra persona/cosa es Skarhach de la Fortaleza, Ursula Monkton cuando se muestra con apariencia humana, cuyo aspecto original es la de una manta andrajosa y pertenece a una especie de seres conocidos como "pulgas", peligrosas por sí mismas, pero aún más porque con ellas vienen siempre sus depredadores, las "alimañas", también conocidas como "pájaros del hambre", los que limpian, capaces de acabar literalmente con la realidad:

"Uno de los pájaros del hambre inclinó el pico hasta la tierra que tenía a sus pies y comenzó a arañarla, no como si picoteara la tierra y la hierba, sino como si se estuviera comiendo una cortina o un telón con el mundo pintado en él. Allá donde devoraba la hierba no quedaba nada: una perfecta nada, solo un color que me recordaba al gris, pero era un gris informe y pulsátil como la nieve que se veía en la pantalla de nuestra tele cuando desconectabas la antena. Aquello era el vacío absoluto. No la negrura, ni la nada. Aquello era lo que yacía bajo el fino telón de gasa pintada de la realidad. Y los pájaros del hambre comenzaron a aletear y a congregarse".

Con ayuda de las tres Hempstock (no hay varones en su granja, ni falta que hacen), el protagonista se enfrentará a esas criaturas, pero también a la incomprensión de sus padres y de su hermana mayor. Una historia que nos habla de la infancia, con sus terrores y su magia, y de como esta etapa vital marca, aunque no nos demos cuenta, el transcurso de nuestra vida. Entretenida. 




Maxime Chattam
La señal
Traducción de José Antonio Soriano Marco
Alfaguara, 2019

"-¡Hemos conseguido un montón de información en la biblio, papá!
-¿Sobre qué?
-Estamos haciendo la lista de todos los crímenes y tragedias ocurridos en Mahingan Falls ¡desde hace más de trescientos años! -se apresuró aresponder Connor.
-Así sabremos quiénes son los fantasmas a los que nos enfrentamos -explicó Chad-. Y quizá sus puntos débiles...
-Ya no se llaman fantasmas, sino Ecos -lo corrigió Owen, recordando la conferencia que les había dado el propio Tom el día anterior.
Gemma, que supervisaba a la pandilla, también asintió.
-Y hay una cantidad increíble de casos -dijo con un tono más serio-. Varias muertes siniestras en los últimos sesenta años, ajustes de cuentas entre contrabandistas de alcohol durante la prohibicíon, un siglo XIX relativamente tranquilo pero marcado por algunas tragedias, accidentes en el aserradero, una explosión en la fábrica de fertilizantes, a la salida del pueblo... Y hacia 1700 hubo bastante violencia, con la llegada de los inmigrantes, las luchas entre terratenientes, contra los indios, y así sucesivamente.
-La historia de América -resumió Tom.
-Pero¿es que en Europa no hay fantasmas? -preguntó Corey.
Tom esbozó una mueca de regocijo.
-Tantos como aquí o más, pero han aparecido a lo largo de varios milenios, no en cuatro siglos".


Si en un curso o taller de escritura se trabajara el género de fantasía oscura o de terror, esta novela sería un ejemplo perfecto. Un autor francés firmando una historia característicamente estadounidense.

Extrañas presencias aterradoras, desapariciones y muertes brutales; un pequeño y antiguo pueblo en la costa atlántica de Estados Unidos, aparentemente idílico pero con un pasado oscuro; una casa donde ocurrieron hechos terribles adquirida por una familia que busca escapar del ajetreo de Nueva York. Toques de Stephen King (un extenso maizal y un espantapájaros que cobra vida) y de Stranger Things (una brecha abierta entre dos mundos como consecuencia de un descabellado experimento), además de algunos guiños a Lovecraft (camionetas con la pegatina "Nacido en Arkham, inmune al miedo", un río "Miskatonic" y cita inicial de La llamada de Cthulhu).

Como en la exitosa serie de Netflix o en algunas de las mejores novelas de King (como es el caso de It), los protagonistas son un grupo de adolescentes que se enfrentarán a seres terribles, siendo los únicos plenamente conscientes de la amenaza que se cierne sobre la población. Se producen muchas muertes, incluidas algunas inesperadas de personajes protagonistas. Una novela extensa (550 páginas) pero una lectura ligera, que disfrutarán las y los amantes del género de terror fantástico. Quienes no lo sean, mejor que pasen...

"En el mundo había lugares cargados de una iratan intensa que bastaba para romper el espejo durante unos minutos en cada década, lo suficiente para permitir a los espectros más motivados golpear salvajemente".

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