lunes, 7 de octubre de 2019

Safari en la pobreza

Darren McGarvey
Safari en la pobreza. Entender la ira de los marginados en Gran Bretaña
Traducción de Martin Schifino
Capitán Swing, 2018


Pertenecer a la clase baja significa sentarse día tras día a leer las noticias para encontrarte con innumerables artículos de The Guardian que confirman cosas que sabías ciertas hace veinte años. […] Ojalá hubiera manera de que quienes crean el relato de vez en cuando consultaran a los más desfavorecidos. Hacerlo podría interrumpir el flujo continuo de suposiciones sobre las que se basan muchos asertos de los ricos y poner el debate sobre la sociedad en sintonía con el modo en que la sociedad realmente vive.


Nacido en una familia y en un barrio de clase trabajadora -su "árbol genealógico" incluye familiares cercanos, o él mismo, con problemas de alcoholismo, antecedentes penales, graves problemas financieros, intentos de suicidio, carencias educativas...-, McGarvey ha escrito un libro que cuestiona la aproximación a la pobreza que se realiza desde una clase media liberal de izquierdas que se ha dedicado históricamente a hablar a/de/sobre/para unas clases populares o una clase trabajadora, pero nunca se ha molestado en hablar con ella o, mejor aún, de dejarse decir por ella. El resultado es un monumental desencuentro:

Dado que los especialistas de esta clase realmente tienen buenas intenciones cuando se trata de atender los intereses de las personas de las comunidades desfavorecidas, acaban un poco confundidos, molestos y ofendidos cuando esas mismas personas empiezan a transmitirles su enfado. Nunca se les ocurre, pues se ven como los buenos, que la gente a la que pretenden servir pueda considerarlos oportunistas, trepas o charlatanes. Ellos mismos se consideran paladines de la subclase, y si algún pobre empieza a mostrar ideas propias o, Dios no lo quiera, se rebela contra los expertos en pobreza, lo culpan de malinterpretar los hechos. En efecto, estos tipos a menudo están tan seguros de su propia visión y sus virtudes que no se lo piensan dos veces antes de describir a la gente de clase trabajadora a la que pretenden representar como responsable de hacerse daño a sí misma si votan por un partido de derechas.

Este desencuentro se ha plasmado de manera muy evidente en los proyectos de "regeneración" de los barrios populares, que han terminado en desastrosas intervenciones cuya consecuencia más dramática ha sido la destrucción de la memoria de esas comunidades y de los espacios públicos que permitía a estas personas encontrarse (muchas veces conflictivamente) y construir lazos sociales entre sí:

La regeneración expone el abismo que separa a la gente que considera esta comunidad un «proyecto» o un «plan», una empresa en curso o un problema por resolver de la gente que realmente vive aquí.

Muy sugerentes las páginas que dedica a la importancia de la biblioteca pública en los barrios populares.

McGarvey cuestiona también los análisis de la izquierda liberal/izquierda cultural sobre la apatía política como un rasgo asociado a menudo con las clases bajas. Análisis moralizantes, ciegos a la posición de clase de quienes los formulan, que a menudo acaban culpando a las personas que sólo se expresan políticamente mediante la ira y el resentimiento, dirigidos muchas veces contra las personas inmigrantes y coincidentes muchas veces con las propuestas del populismo de derechas:

Algunas de las personas más vulnerables del mundo, que huyen de la pobreza y la violencia, acaban en las comunidades más empobrecidas y violentas del Reino Unido cuando llegan a nuestro país. En el torbellino de hipérboles, recriminaciones y chivos expiatorios, queda pendiente un debate sensato sobre las causas y los efectos de la inmigración en nuestras comunidades desaventajadas y sobre lo que podemos hacer para que vaya mejor. Entre otras cosas, para los migrantes mismos.

En relación a estas cuestiones, también dedica varias páginas a plantear una interesante y discutible reflexión sobre las tensiones entre diversidad y clase social, entre las políticas de la identidad y los análisis de clase:

Cuanto más prominente se ha vuelto la teoría de la interseccionalidad, más se ha descartado el análisis de clase. En lugar de producir una política de clases que incluya un espectro amplio de gente, la justicia social que se construye sobre la base de la política identitaria gentrifica los análisis de clase tradicionales. [...] Como manera de percibir la complejidad de nuestras distintas experiencias individuales y grupales, [la interseccionalidad] sin duda es muy útil. Como herramienta práctica para entablar un diálogo abierto con una amplia variedad de voces es un fracaso estrepitoso.

Pero el elemento más novedoso del libro, y el que perimetra el campo para una necesaria conversación (pendiente) en la izquierda, es su aproximación a la relación entre estructura y agencia, entre factores sistémicos y factores personales, entre responsabilidad colectiva y responsabilidad individual. McGarvey es muy consciente -¡cómo no va a serlo con su biografía!- de la influencia que sobre la vida de las personas tienen los factores estructurales:
Por debajo de la especificidad y la singularidad de nuestras vidas individuales tal y como las hemos llevado en el plano subjetivo, corre un camino de pura inevitabilidad del que rara vez nos hemos apartado. [...] Las clases sociales, por encima de todo, siguen constituyendo la principal línea divisoria en nuestra sociedad. En realidad, no se trata tanto de una línea divisoria como de una herida a escala industrial

Sin embargo, hay una clara intencionalidad en su libro, que aspira así a cumplir una función performativa, casi diría que militante: resaltar la capacidad que las personas tenemos, incluso en contextos sociales altamente exclusógenos, de tomar decisiones individuales que produzcan cambios significativos en la vida de cada cual, pero también en la vida de la comunidad. De lo que se trataría es de recuperar la idea de responsabilidad personal, que se ha convertido en el monopolio de la derecha:

Un análisis sistémico centrado en factores externos renuncia de manera imprudente a la oportunidad de explorar el papel que nosotros, como individuos, familias y comunidades, podemos desempeñar en las circunstancias que definen nuestras vidas. Adoptar una posición no solo basada en clamar contra el sistema, sino en examinar nuestras ideas y conductas. [...] Al alentar a las personas a creer que sus problemas inmediatos exceden sus capacidades, se les niega la voluntad individual de la que las priva la pobreza.

Un libro escrito desde la experiencia, que permite plantear debates interesantes.

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