Como el Eyjafjalla islandés, que ha cubierto de ceniza el espacio aéreo europeo, en España hay dos vólcanes político-judiciales cuya erupción amenaza con ahogarnos entre cenizas de corrupción y de olvido. ¡Genial Forges!
La historia de la guerra de gángsteres es tan instructiva y tan aburrida como la del ramo de la alimentación en cualquier ciudad de provincias: un tema para disertar sobre economía política. Sus figuras son mediocres; el que vayan siempre con ametralladoras en lugar de letras de cambio no acredita su estatura [...]. Un empleado de la sección de impuestos, encargado de investiar el caso Capone aseguró a su biógrafo Pasley: "Era sorprendente la capacidad comercial de Capone. Hubiese medrado en cualquier ramo". Frederick Sondern, un redactor del Readers's Digest, enjuicióna Capone del modo siguiente: "Con sus facultades organizadoras hubiese llegado a ser un excelente jefe de empresa" [...]. Es asombroso ver cómo se ajusta la auoevaluación de Capone con estos juicios:
"Soy un hombre de negocios y nada más. Gané dinero satisfaciendo las necesidades de la nación. Si al obrar de este modo infringí la ley, en tal caso mis clientes son tan culpables como yo... Todo el país quería aguardiente y yo organicé el suministro de aguardiente. En realidad quisiera saber por qué se me llama un enemigo público... Yo sirvo a los intereses de la comunidad. Hago esto tan bien como puedo y procuro que los daños sean tan pequeños como sea posible. No puedo cambiar la situación del país. La afronto. Eso es todo".[...] Obedeció a la ley todopoderosa de la oferta y la demanda. Se tomó trágicamente en serio la lucha por la cometencia. Creyó de todo corazón en el libre juego de fuerzas. Lo que es bueno para los negocios, es bueno para América: Capone estaba convencido de ello. Daba vía libre al más apto: él mismo. El secreto estaba en la calle, entre algunos cadáveres.
2 comentarios:
Veo que compartimos algunos placeres cotidianos aunque con alguna variante en mi caso, un poco menos de café y algo para acompañarlo.
¿Los periódicos, no? Digo, para acompañar el café. Los domingos, no menos de cuatro.
Un abrazo y a ver si un día de estos podemos compartir una cervecita.
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