martes, 14 de julio de 2009

Terrorífico

“Terrorífico”. Es el adjetivo del día. Dos de los cuatro periódicos que he podido hojear hoy lo recogían en sus portadas, y se ha repetido una y otra vez en los informativos y en las tertulias de radios y televisiones.
En uno de los diarios, el que lo recogía con mayor despliegue tipográfico, podíamos leer que más de 16.000 adolescentes vascos justifican el terrorismo de ETA, que el cártel de la droga “la Familia” siembra el terror en México, que el ex vicepresidente Cheney ocultó al Congreso un plan antiterrorista que contemplaba la tortura y el asesinato, que asociaciones de musulmanes alertan de la “xenofobia encubierta” presente en la sociedad alemana o que el presunto criminal de guerra Demjanjuk está acusado de enviar a las cámaras de gas a 27.000 personas. Ninguno de estos hechos ha sido calificado de “terrorífico”.
Lo que tantos medios han considerado terrorífico es el error o negligencia –se verá- que ha causado la muerte de un bebé en el Hospital Gregorio Marañón.
Un hecho ciertamente tremendo; la historia es bien conocida y no abundaré en ella.
Ha sido el gerente del hospital el que ha hablado de un “error terrorífico”. Podía haberlo calificado de dramático, lamentable, gravísimo, impensable, desafortunado, desgraciado, terrible... Ninguno de estos calificativos hubiese logrado el éxito del escogido. El gerente ha puesto en circulación, conscientemente o no, un concepto que parece decirlo todo aunque en realidad no explica absolutamente nada
Un error terrorífico, ha dicho. Pero, ¿error de quién?
Una enfermera joven, de veintipocos años, que acababa de llegar a la UCI de neonatología, sin experiencia en bebés prematuros, destinada a ese servicio para suplir a otra enfermera...

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