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miércoles, 23 de noviembre de 2022

Los años ochenta y la heroína en Gipuzkoa. Entre la emergencia sociosanitaria y el pánico moral

Amaia Izaola Argüeso (coord.)
Los años ochenta y la heroína en Gipuzkoa. Entre la emergencia sociosanitaria y el pánico moral
Catarata, 2022


El 19 de septiembre de 1917, tras una noche de consumo de morfina, cocaína y alcohol, fallecía en la Casa de Socorro de San Sebastián Joaquín Santiago-Concha y Tineo, cuarto conde de Villanueva del Soto, con 21 años de edad. Lo cuenta en un interesantísimo artículo el historiador Juan Carlos Usó Arnal, quien nos introduce con una narración tan vívida como informada, en el ambiente de una ciudad convertida en un elitista centro de veraneo, repleta de lujosos hoteles, exquisitos restaurantes y animados locales de ocio nocturno, donde sustancias como el opio, el láudano, la morfina, la heroína, la cocaína o el hachís se adquirían sin problemas en farmacias, herboristerías o tiendas de ultramarinos. Fue en uno de esos locales nocturnos donde el joven aristócrata encontró la muerte. Pese a no ser la primera muerte por sobredosis reportada por la prensa de la época, en este caso los periódicos, especialmente los donostiarras, impulsaron una fuerte campaña de denuncia de este hecho, reclamando de las autoridades medidas para evitar que se repitiera. Como señala Usó, “San Sebastián no podía permitirse el lujo de tomarse a la ligera un suceso que pusiera en riesgo su presente y futuro como centro de veraneo para personas privilegiadas”.

Seis décadas después de estos hechos Donostia, al igual que otras localidades de Gipuzkoa y del resto de Euskadi, se vieron brutalmente sacudidas por una epidemia que se llevó por delante la salud y la vida de miles de personas jóvenes, dejando además en sus familias y entornos sociales una herida imposible de cicatrizar. Esta es la parte más oscura de una historia que, como sociedad, no deberíamos olvidar. Porque si bien es cierto que en el consumo de drogas, como cualquier comportamiento humano, juegan un papel importante factores personales, se trata de una realidad que no se entiende sin ponerla en relación con elementos estructurales, con procesos culturales, económicos y políticos que constituyen el contexto sin el que tales comportamientos personales, en la forma en que se realizaron en los años ochenta, hubieran sido imposibles.

“El proceso de transformación social que se pone en marcha [en España a partir de los años sesenta] está directamente relacionado con el incremento en el consumo de drogas”, escribía a mediados de los ochenta el sociólogo Enrique Laraña. Las personas que en los ochenta cabalgaron el caballo de la heroína fueron, en más de un sentido, víctimas de su tiempo. Así lo indicaban, con exquisita sensibilidad, en la Memoria de Proyecto Hombre de 1986: "En Proyecto Hombre hemos elegido este campo porque la droga es el timbre de alarma que suena en estos tiempos. Hablamos de un sector de la juventud sumido en la desesperación".

Un tiempo de crisis política, económica, cultural y moral; una época de profundas transformaciones que arrojaban sobre las generaciones más jóvenes un horizonte de incertidumbre y desasosiego: “No future”, como cantaban los Sex Pistols en su icónica canción de 1977:

Cuando no hay futuro,
¿cómo puede haber pecado?
Somos las flores en la basura,
somos el veneno en tu máquina humana,
somos el futuro, tu futuro.
No hay futuro, no hay futuro,
no hay futuro para ti.
No hay futuro, no hay futuro,
no hay futuro para mí.

Pero también es importante hacer memoria de las luces que se prendieron en medio de tanta oscuridad, de todas esas “pequeñas grandes historias” que, como recuerdan Ion Burgi y Xabier Arana al escribir sobre el Taller (en realidad, Centro de Iniciación Profesional) de Askagintza en Altza. Fueron muchas, muchísimas, las iniciativas sociales e institucionales que reaccionaron frente a la tragedia colectiva que fue la expansión de la heroína en Gipuzkoa y en Euskadi durante los años ochenta. También de esto hay que hacer memoria.

Esto era lo que pretendíamos cuando, a comienzos del año 2020, empezamos a imaginar este proyecto de investigación en diálogo con la Fundación Ramón Rubial y el Departamento de Cultura, Cooperación, Juventud y Deporte de la Diputación Foral de Gipuzkoa. La pandemia de COVID-19 nos obligó a modificar el proyecto inicial, limitando su alcance. Esperamos, en todo caso, que lo expuesto en este pequeño libro contribuya a impulsar ese ejercicio de memoria.


[Texto de Imanol Zubero: "A modo de conclusión", pp. 131-134]

jueves, 25 de junio de 2020

Distancia social y derecho al cuidado


Puede leerse íntegramente AQUÍ.

Conclusiones

1ª. La pobreza severa no había parado de aumentar, a pesar de la recuperación del empleo, antes de la COVID-19. Llueve sobre mojado, hoy tres de cada 10 personas en la exclusión grave carecen de cualquier tipo de ingreso.

2º Los hogares en exclusión grave que se sostenían sólo de los ingresos de su propia actividad laboral, que casi habían alcanzado a la mitad del colectivo antes de la crisis, han vuelto a caer dramáticamente. Hoy solo 1 de cada cuatro hogares se puede sostener del empleo.

3º Tenemos delante una crisis de emergencia habitacional en ciernes que no estamos queriendo ver. Tras el primer impacto del coronavirus, la mitad de los hogares en situación de grave precariedad no pueden hacer frente a los pagos de hipoteca o alquiler de la vivienda (49,2%) y no disponen de dinero suficiente para pagar gastos de suministros (51,2%).

4º El gradiente de la salud adquiere un mayor peso en esta crisis, que incrementa la tendencia de los últimos años en el espacio de la exclusión social grave. Uno de los datos más relevantes de la Encuesta FOESSA en el 2018 fue descubrir que la dimensión de la salud había empezado a convertirse en el determinante más influyente en los procesos de exclusión grave en algunos territorios de nuestro país. El 60% de los hogares en exclusión grave ha visto cómo empeoraba su estado psico-emocional durante el confinamiento, mientras que el 26% consideran que ha empeorado su estado físico.

5º No pertenecer a la comunidad virtual está minando la igualdad de oportunidades, tanto en la infancia como en los hogares más excluidos. Para uno de cada tres hogares en exclusión grave (34%) está disminuyendo el rendimiento escolar de sus hijos e hijas al no poder seguir el ritmo marcado. El resultado es que muchas niñas y niños se están quedando atrás en el ámbito escolar.

6ª La conciliación y las oportunidades de una mayor convivencia han estado determinadas por los niveles de renta. Un 18% de los hogares en exclusión grave con menores de edad a cargo admite haber tenido que renunciar a una ocupación o puesto de trabajo para hacerse cargo de ellos.

7º Las redes de apoyo, debilitadas tras la última crisis, pierden aún más capacidad de ayuda. La familia y los entornos cercanos siguen ayudando, pero cada vez menos, porque cada vez hay menos desde donde ayudar. La novedad quizá de esta crisis es que está introduciendo una nueva variable de estratificación social entre nosotros vinculada al riesgo de confinamiento. Este nos ha estructurado en tres grandes grupos: los confinados seguros, los confinados de riesgo y los desarraigados.

Retos para mejorar nuestro modelo de desarrollo social

– Aislar el debate sobre la salud pública de la crispación del clima político. Hay una elevada probabilidad de que la salud pública se convierta en un elemento electoral con gran potencial conflictivo, siendo un nuevo campo de batalla donde las fuerzas políticas pondrán en evidencia la falta de consensos de envergadura.

– Revisar la atención a la dependencia, más de lo que se vaya a realizar La ciudadanía ha tomado conciencia de las deficiencias del sector, que se ha puesto en evidencia de forma dramática en las residencias de personas mayores. Si solo se toman medidas de control y supervisión, no se acometerá el déficit estructural de nuestro sistema de dependencia.

– Visibilizar el pilar de los cuidados sacándolo del debate de círculos reducidos. Esta crisis nos ha puesto frente al espejo de la necesidad de cuidarnos los unos a los otros. Necesitamos construir un modelo articulado donde lo público, lo privado y lo comunitario se vayan tejiendo para promover una responsabilidad compartida que prevalezca sobre un planteamiento de individualización.

– Consolidar el Ingreso Mínimo Vital en el sistema de Garantía de Ingresos en España. El reto es consolidar este derecho desvinculándolo del derecho a recibir apoyo para la inclusión social. Lo que conocemos como doble derecho: derecho a la supervivencia material y derecho a la inclusión social. Las CC.AA. tienen ahora la oportunidad de transformar sus rentas mínimas complementando las medidas de lucha contra la pobreza, como por ejemplo un complemento para el acceso a la vivienda.

– Reducir la brecha digital con una estrategia coordinada. No es suficiente con una fuerte inversión en infraestructuras y dispositivos, sino que también hay que contemplar la formación a determinados perfiles poblacionales más ajenos a la realidad digital. Si dicho proceso no se le dota de cierta homogeneidad, puede derivar en nuevas desigualdades territoriales.

– Incrementar la pedagogía fiscal para acometer una reforma en profundidad. Un mejor Estado de Bienestar necesita que todos seamos conscientes de sus costes y de las seguridades que nos ofrece.

– Construir puentes en un contexto de fuerte enfrentamiento político-social. Cada vez son más las evidencias del riesgo que corremos de salir de esta crisis con una polarización social que no ayude a enfrentar el futuro. Por eso es más necesario que nunca construir puentes, acciones e ideas que rompan los bloques inmovilistas y que acerquen a las personas. Se requiere de liderazgos políticos y sociales que generen consenso y que no sean manipulados e ideologizados por ningún bloque que trate de sacar rédito electoral en su rechazo o adhesión.

miércoles, 29 de octubre de 2014

VII Informe sobre exclusiòn y desarrollo social en España

Ya está disponible, en acceso abierto, el VII Informe sobre exclución y desarrollo social en España, impulsado por la Fundación Foessa.

















El capítulo 6 ha sido elaborado, entre otras y otros, por Xabier Aierdi, Patricia Campelo, Marian Ispizua, Amaia Izaola y Cristina Lavía, compañeras y compañeros de la UPV/EHU, y por María Silvestre, de la Universidad de Deusto.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Apoyo a la continuidad del Barómetro social

 
 
Colectivo Ioé es una cooperativa de investigación social, que desde la década de 1980 ha mantenido una constante actividad de observación e investigación sobre algunas de las principales transformaciones sociales ocurridas en España, entre ellas el mercado de trabajo, la inmigración, los sistemas de bienestar y protección, las estructuras sociales regionales, las desigualdades de género o la educación e interculturalidad. Toda su producción puede consultarse libremente en su web. Una de sus producciones más relevante es el Barómetro social.

El Barómetro social produce una amplia serie de indicadores estadísticos (190) y de índices sintéticos (más de 35) que permiten valorar la evolución de la sociedad española desde 1994. Analiza once ámbitos de la realidad social (renta, empleo, salud, educación, vivienda, medio ambiente, igualdad de género, protección social, participación ciudadana, seguridad y justicia, y desigualdades internacionales.
Toda la información (incluidas las fuentes y la metodología de cálculo de los índices) es de libre acceso y descarga para el público interesado.
Además, desde 2013 cuenta con un blog en el que se publican las principales novedades relacionadas con datos que permiten entender los cambios sociales en curso.

Uno de los efectos de la actual crisis fue la desaparición de todo apoyo institucional al Barómetro social. Desde 2010 la iniciativa se sostiene en base a trabajo voluntario y a una campaña de crowfounding desarrollada a través de Verkami. Gracias al éxito de la misma (más de 7.000 euros recaudados) se consiguió:
- Garantizar la actualización de la base de datos de indicadores hasta la actualidad
- Realizar dos informes anuales (ver la sección Informes en www.barometrosocial.es)
- Remozar la página web inaugurando un blog con noticias y comentarios respecto a las novedades más importantes.

Sin embargo, los recursos se han agotado y es necesario un nuevo empujón para sostener el proyecto.
Las aportaciones económicas serán destinadas a financiar parcialmente:

  • El trabajo de búsqueda, recogida y elaboración de indicadores
  • La elaboración del Informes Anual de síntesis
  • La actualización periódica del blog barometrosocial.es dando cuenta de las principales novedades
  • La publicación de toda la información en la web, siempre con acceso libre, manteniendo la licencia creative commons
  • Asesorar a grupos, organizaciones o individuos interesados en el mejor aprovechamiento de las herramientas y la metodología utilizada por el Barómetro Social, con el fin de que la información disponible resulte cada vez más accesible a un público amplio.
La filosofía con la que nació, y pretende subsistir, el Barómetro Social consiste en facilitar el acceso a información pública a menudo reservada a “personas expertas”, sistematizar sus resultados de forma transparente, potenciando la formación y “empoderamiento” de sus usarixs, incrementando las posibilidades de análisis y argumentaciones que respondan a los intereses y prioridades de diferentes colectivos sociales, en lugar de potenciar el lenguaje abstruso e interesado difundido habitualmente “desde las alturas”.

Para que este importante trabajo pueda continuar, ¡colabora!.


miércoles, 19 de diciembre de 2012

-I -D -i


"¡Qué inventen ellos!". No entro en los muchos matices que, según parece, pueden relacionarse con la conocida frase de Unamuno. Pero, por desgracia, el desprecio del impulso público a la investigación es algo muy español, o cuanto menos muy de la derecha española, que hay derechas europeas perfectamente conscientes de la importancia de la inversión pública en investigación y conocimiento.
Lo denuncia con claridad y rigor la Carta abierta por la ciencia en España, iniciativa que reúne a sociedades y organizaciones científicas, investigadoras e investigadores, sindicatos y representantes de las universidades. Apoyada por 26.000 investigadores de más de 80 países y casi un centenar de sociedades científicas, la Carta denuncia una reducción progresiva de financiación pública a I+D+i del 40% en los últimos cuatro años, lo que sitúa la inversión en este campo muy por debajo de los objetivos de la Unión Europea.

"Cuando uno examina la escena actual, resulta cristalino que los países que están sorteando con éxito la crisis son también los que más han invertido en ciencia. España, Portugal, Italia, Irlanda, por no decir Grecia, han puesto su dinero en otras cosas y ahora están en aprietos. Se puede alegar que los países ricos son los que pueden darse el gusto de la ciencia, y de este modo entraríamos en una discusión sobre si es primero el huevo o la gallina, pero la lógica nos dice que esta pregunta es absurda: se precisa riqueza para tener buenas universidades y se requieren buenas universidades para que el país genere riqueza. Que este círculo virtuoso se complete depende de decisiones gubernamentales" [A. Aguilar, "La investigación, ¿un lujo en tiempos de crisis?"]. Así es. Pero nos gobierna un atajo de irresponsables que está poniendo en peligro el futuro de todos.

Jóvenes investigadores hacen las maletas y se marchan de España. Instituciones tan importantes como el CSIC se asoman al abismo por la falta de financiación [¡hablamos de unos miserables 100 millones, poco más de lo que va a cobrar Messi hasta 2018!]. “Reducir becas o movilidad deja en paro a la mejor savia de un país. Si no investigas, ¿volvemos otra vez al ladrillo?” [Ana Crespo, Academia de Ciencias]. Tal parece que sea el diseño de futuro del PP.


En España la tan cacareada I+D+i se ha convertido en -I-D-i. Por eso hoy la ciencia y la investigación están protestando en la calle. Aquí en Euskadi no, y no entiendo por qué no. Espero que no nos hayamos creído lo del "oasis vasco sin recortes". Yo, desde aquí, me sumo a la protesta.