lunes, 10 de junio de 2013

Plazara



La Kasba en Túnez, Tahrir en El Cairo, Sol en Madrid, Syntagma en Atenas, Zuccotti Park en Nueva York… Ahora es la plaza Taksim en Estambul la que toma el testigo de la revuelta cívica que, desde hace más de dos años, no deja de impugnar la falacia de “la única política posible” proclamada por todos los poderes institucionalizados, la del “se hace lo único que se puede y se debe” enarbolada por los tecnócratas cortesanos al servicio del capital. Más allá de sus diversos detonantes, en todos los casos la razón de fondo de las protestas es la misma: la lucha por la dignidad, la defensa de relaciones sociales alternativas frente al fundamentalismo que pretende reducir la complejidad de la vida social a una sola norma. Si en Turquía el simplificador y recortador de alternativas es el fundamentalismo religioso, en Europa quien cumple esa función es el fundamentalismo de mercado.



Publicado en el espacio Think Bask de eldiario.es (10/06/2013).

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