Autobiografia de Mother Jones
Traducción del Grupo de traductores de la Fundación Federico Engels
Fundación Federico Engels, 2018
"No conozco este ni oeste, norte ni sur, cuando se trata de la lucha de mi clase por la justicia. Si es mi destino vivir para ver rotas las cadenas de los hijos de los trabajadores en EEUU y después hay un niño negro esclavizado en África, allí iré".
"Un ejército de fuertes mujeres mineras era una imagen maravillosamente espectacular".
Mary Harris Jones, Mother Jones, nació en 1830 (no en 1837, como se dice en la solapa del libro: este es el año en que recibió el bautismo) en la ciudad irlandesa de Cork. En algún momento del año 1835 emigró con su madre a Estados Unidos para reunirse con su padre, que las había precedido. Estudió para profesora, profesión que también ejerció, trabajó como costurera y se casó en 1861 con un trabajador de la fundición y miembro del sindicato que agrupaba a los moldeadores del hierro. Tanto su marido como sus cuatro hijos murieron en 1867, víctimas de una epidemia de fiebre amarilla que asoló Memphis, localidad en la que residía. Esta tragedia será en detonante de su activismo, que se verá definitivamente afirmado cuando, en 1871, el gran incendio de Chicago arrase el pequeño negocio de confección con el que se ganaba la vida. Alojada durante días en una iglesia junto con otras damnificadas por el incendio, empezó a acudir a las reuniones que en un establecimiento cercano realizaban los Knight of Labor, la primera gran organización laboral de Estados Unidos. Testigo de la brutal represión que sufrían quienes recurrían a la huelga para reivindicar sus derechos, en 1880 se implicará plenamente en el movimiento obrero.
En adelante y hasta su fallecimiento en 1930 Mother Jones se implicará en inumerables luchas, desde la revuelta de Haymarket del 1 de mayo de 1886, hasta las huelgas mineras de Virginia (1891), Pennsilvania (1899), Stanford (1902), Kensington (1903), Eskdale (1912), Arizona (1913)... organizando sindicalmente a los obreros de multitud de lugares. En muchas de estas huelgas y actividades sindicales Mother Jones se enfrentará a pecho descubierto a esquiroles, policías y matones, muchas veces encabezando "ejército(s) de amas de casa" armadas de escobas, sartenes y cubos ("Eran mujeres heroicas que hacían guardia toda la noche. En los muchos años que quedan por venir, la nación les rendirá un gran tributo porque lucharon por el progreso de un gran país").
Observante estricta de una austeridad que la igualaba a las miserables condiciones
de vida de las familias obreras con las que se alojaba y junto a las
que luchaba, Mother Jones elevó esta austeridad solidaria a principio
inexcusable de todas aquellas personas que pretendieran asumir el papel
de líderes del movimiento obrero. Dotada de una oratoria brillante, capaz de integrar en sus discursos la crítica más feroz de la codicia capitalista y el servilismo de la justicia con las promesas fundacionales de los Estados Unidos y referencias a un Jesucristo que "agitó por el Reino de Dios", buscaba sacudir la conciencia de la opinión pública diciéndoles que "cuando el carbón brillaba rojo en sus hogares era la sangre de los trabajadores, de hombres que se metían en negros agujeros para extraerlo, de mujeres que sufrían y aguantaban, de niños cuya infancia era breve".
No exenta de contradicciones (abiertamente crítica hacia el sufragismo, convencida de que el verdadero lugar de la mujer no es la fábrica sino el hogar), Mother Jones ha dado nombre a una de las revistas más relevantes del pensamiento crítico estadounidense. Su ejemplo de vida y de lucha es, en cualquier caso, admirable.
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¡No pasarán! Biografía de Dolores Ibárruri, Pasionaria
Akal, 2021
"Os hablo en nombre de tantas mujeres españolas que conmigo gritaron aquel No Pasarán que se convirtió en bandera de la resistencia a la agresión fascista [...]. Como vosotras, di mi hijo Rubén, de 20 años de edad, al combate contra la bárbara agresión fascista. Mi Rubén cayó defendiendo la gloriosa ciudad de Stalingrado. Y hoy me siento hondamente solidaria con vosotras, madres y mujeres de Nicaragua, orgullosa de vuestro valor, del valor combativo de todo vuestro pueblo".
Exhaustiva biografía de Dolores Ibárruri, Pasionaria (que no "la" Pasionaria), que es a la vez una excelente investigción sobre la convulsa época histórica que le tocó vivir y de la que fue protagonista fundamental. Nacida en Gallarta un 9 de diciembre de 1895, fallecida en Madrid el 12 de noviembre de 1989, Pasionaria vivió intensamente "el siglo XX corto" (Hobsbawn).
La Revolución de Octubre la llevó a afiliarse al PSOE, organización en la que militaba su marido, Julián Ruiz, con quien se había casado un año antes. Hija de minero, maestra vocacional cuyo deseo de estudiar magisterio se vio frustrado por la precariedad de su existencia, costurera, sirvienta en una casa de La Arboleda, para el año 1918 ya estaba publicando artículos en la prensa obrera socialista con el seudónimo de Pasionaria. Fundadora del PCE en 1921, miembro del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista entre 1935 y 1943, encarnación viva de la militancia comunista, comunicadora excepcional ("¡el fascismo no pasará, no pasarán los verdugos de Octubre!"), madre golpeada por la tragedia de perder a cuatro hijas y a un hijo.
Aunque la personalidad y la existencia de Pasionaria tienen un enorme interés por sí mismas y el libro de Amorós así lo prueba, me resulta inevitable hacer paralelismos con la figura de Mother Jones: por su "maternidad trágica"; por su militancia obrera y su movilización de las mujeres de los mineros; por su feminismo de hecho, "aunque desde una perspectiva ortodoxa negara este término" y en los años ochenta dijera de sí misma: "En general, yo no soy feminista"; por su austero aspecto, expresión de su austeridad vital: "Sus vestidos siempre fueron sencillos, nunca llevó nada que sobresaliera, que llamara la atención. Sus únicos adornos fueron el anillo de casada, unos pendientes negros de ágata con una perlita en el centro y, a veces, se ponía un pañuelo blanco y negro que ella misma se compraba o que le regalaban los amigos en sus cumpleaños".
Hablaba ayer con mi madre, de 88 años, sobre la imagen que de Pasionaria nos transmitió mi abuela Agueda: la de una mala esposa que abandonó a su marido, la de una mala madre, la de una mujer dogmática y violenta. Tan distinta de la realidad -compleja y no exenta de contradicciones, faltaría más- de una mujer extraordinaria sobre la que el prestigioso psiquiatra Carlos Castiila del Pino escribió lo siguiente:
"Una de las claves del equilibrio psiquiátrico de Dolores estriba en que es una mujer que ha hecho compatible la fe histórica en la causa que ha defendido toda su vida y al mismo tiempo no ha sido dogmática. Esto le ha permitido ir al compás de los tiempos, con todos los avatares que han supuesto tantos años de lucha. Cuando conocí a Dolores hace justamente veinte años, en Moscú, tuve la impresión clarídima de que nunca ha sido una mujer devorada por el personaje, nunca ha sido un monumento... ha sido siempre persona".
Mi ama me ha dicho que quiere leer este libro. Me alegro.
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