miércoles, 29 de noviembre de 2017

Sobre centros de interpretación ambiental y desarrollo

Mesa 1. LOS CENTROS DE INTERPRETACIÓN AMBIENTAL Y RECUPERACIÓN DE LA FAUNA: HACIA UNA EDUCACIÓN AMBIENTAL TRANSFORMADORA
ÉTICA DEL DESARROLLO
Imanol Zubero
Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
Bilbao, 28 de noviembre de 2017


IMPORTANCIA DEL DIAGNÓSTICO
Al finalizar su libro El optimista racional, Matt Ridley escribe: “El experimento seguirá su camino. Mientras se permita, en algún lugar, que florezcan el intercambio y la especialización humanos, la cultura evoluciona independientemente de la ayuda o los obstáculos de los líderes, y el resultado es que la prosperidad  se expande, la tecnología progresa, la pobreza declina, la enfermedad se reduce, le fecundidad cae, la felicidad se eleva, la violencia se atrofia, la libertad crece, el conocimiento florece, el medio ambiente mejora y la naturaleza se extiende” [1]. Es la apoteosis de la catalaxia, ese concepto propuesto por Ludwig von Mises para describir el beneficioso orden espontáneo creado por el intercambio y la especialización[2].
Frente a la perspectiva cataláctica, muchas personas piensan y trabajan desde el paradigma del colapso [3].  “Estamos viviendo un momento de cambio de la civilización”, sostiene Chris Hedges. “Cuando se agote el crédito para el ciudadano medio, cuando un paro masivo cree una clase marginal permanente y enrabietada, cuando desaparezcan los productos fabriles baratos que son el opio de nuestra cultura consumista, cuando el agua y el suelo estén tan contaminados o degradados que no puedan mantener bolsas de vida humana, probablemente evolucionaremos hacia un sistema muy parecido al totalitarismo clásico, caracterizado por despóticos reinos de taifas” [4].
En principio, situados entre la catalaxia y el colapso diríamos que “la virtud está en el medio”, que ni una cosa ni la contraria. Sin embargo, se trata de perspectivas inconmensurables, entre las que no cabe hacer una media.
Es probable que la perspectiva “colapsista” nos resulte tan impensable que inmediatamente quede fuera de nuestra consideración. No sólo en el caso de que seamos economistas neoclásicos. Como analiza Robert Nisbet en un libro convertido en clásico, la idea de progreso, es decir, la creencia en que “la humanidad ha avanzado en el pasado […] y que sigue y seguirá avanzando en el futuro”, es la “fe” moderna por excelencia, “tan evidente como cualquiera de los postulados de Euclides al menos hasta comienzos de nuestro siglo [XX]” [5]. Por su parte, Gilbert Rist considera que el desarrollo “forma parte de nuestra religión moderna”, conformando “una creencia y una serie de prácticas que forman un todo  a pesar de sus contradicciones” [6]. La fe en el progreso y el desarrollo continuos es nuestro marco interpretativo por excelencia.
La pregunta inicial es evidente: ¿desde qué perspectiva nos aproximamos a la gestión de los espacios naturales?
Si estamos en la era de la sexta extinción, hay que coincidir con Edward O. Wilson cuando en su último libro escribe que “el mundo decadente de la biodiversidad no puede salvarse sólo con las operaciones fragmentadas que se están llevando  a cabo en la actualidad” [7].
EL TAMAÑO IMPORTA
El pasado domingo, la organización World Wildlife Found junto con la Fundación Lurgaia organizó la "Plantación en Red", acción reivindicativa con la que se quiere concienciar sobre la necesidad de mantener conectados los bosques. Para ello, es plantaron en la Reserva de Urdaibai 600 ejemplares de robles, abedules o serbales, que en el futuro se convertirán en un bosque de casi una hectárea (lo que equivale a dos campos de fútbol), y poder así "juntar los espacios que están aislados creando pasadizos que posibiliten a la flora y fauna esparcirse" [8].
Un cambio en el área del hábitat conlleva un cambio en el número sostenible de especies, cercano a la raíz cuarta: según esto, una eliminación del 90% del área hace descender hasta el 50% el número de especies que puede sobrevivir de manera sostenible (Wilson, p. 251).
Por eso, su propuesta es destinar a la naturaleza la mitad del planeta, como única forma de salvar la biodiversidad del mismo y, de esta manera, “conseguir la estabilidad necesaria para nuestra propia supervivencia” (p. 14). Según los cálculos que expone, de esta manera se podría garantizar la estabilidad del 80% de las especies. Hay que tener en cuenta que, en la actualidad (datos de 2015), el total de las reservas naturales del mundo ocupan poco menos del 15% del área terrestre y del 2,8% del área marítima del planeta (p. 251).
Erle C. Ellis, científico medioambiental de la Universidad de Maryland que investiga la cuantificación del Antropoceno identificando aquellas formas naturales y ecosistemas que se han visto transformados o desplazados fuera de su hábitat original por la acción humana [9], nos conmina provocadoramente a asumir que habitamos irreversiblemente en la “Edad de los Humanos”: “Dejad de intentar salvar el planeta”, escribe: “La naturaleza ha desaparecido. […] Estáis viviendo en un planeta gastado. Si eso os molesta, intentad asumirlo. Ahora vivimos en el Antropoceno –una época geológica en la que la atmósfera, la litósfera y la biosfera de la Tierra están determinadas por fuerzas humanas” [10].
En esta línea, los científicos que defienden el paradigma de la “nueva conservación” rechazan la idea de que exista algo así como una “naturaleza prístina”, considerando que “nature can prosper so long as people see conservation as something that sustains and enriches their own lives. In summary, we are advocating conservation for people rather than from people” [11].
Mi temor, el expresado por Bernard Charbonneau, geógrafo e historiador francés, fundador con Jacques Ellul del Comité de Defensa de la Costa de Aquitania: que después de haber arrasado la naturaleza, la sociedad industrial termine de aniquilarla “protegiéndola”, organizándola [12]. “El parque nacional es un absoluto artificio […] no es naturaleza. Es un parque, un producto de la organización social: el parque público de la ciudad total”, sostiene (p. 230)
NO SE PUEDE ECHAR LA BRONCA POR LA FALTA DE PUNTUALIDAD A QUIENES ESTÁN PRESENTES, PERO…
“La denominación centro de interpretación no es la mejor, pero en Aragón también ha calado Al igual que en otros lugares, en Aragón han proliferado los denominados centros de interpretación de medio ambiente y sostenibilidad. ¿Nos ponemos de acuerdo en el nombre? ¿Centro de visitantes de…? ¿Centros de acogida de visitantes…? ¿Centro de interpretación de…? ¿Ecomuseo de…? ¿Museo de …? ¿Casa de…? ¿Un nombre propio y original? Demasiado tarde y demasiado difícil” [13].
En efecto, la tarea de los centros de interpretación y recuperación medioambiental resulta complicada en extremo, complicación que no sólo se refleja en sus problemas de denominación.
Cometido complejo. Mezcla de objetivos y lógicas. Los centros de interpretación como herramientas de conservación y de desarrollo. ¿Es posible lograr ambos objetivos? ¿Con este modelo de desarrollo?
EL PAPEL DE LA ÉTICA DEL DESARROLLO
“La clave para salvar la mitad del planeta es la huella ecológica” (Wilson, p. 255). Frente a la tentación neomaltusiana, con su corolario perverso de condenar la superpoblación de los pobres al tiempo que se salva el sobreconsumo de los ricos [14], Wilson considera que “la humanidad parece haber ganado la partida demográfica” (p. 256). Lo llamativo es que también parece considerar que igualmente está ganada la batalla del consumo: “la huella ecológica va a evolucionar, no para demandar cada vez más espacio, como podría pensarse en un principio, sino cada vez menos” (p. 257-258). ¿La razón de este optimismo?
La razón está en la evolución del sistema de libre mercado y en la forma en que está influido por la alta tecnología. Los productos más competitivos en estos momentos y en el futuro son aquellos cuya fabricación y publicidad resultan menos costosas, cuya reparación es menos frecuente y cuyas prestaciones don más altas empleando el mínimo de energía. […] En pocas palabras, tanto la reducción de la huella ecológica como su consiguiente mejora en la conservación de la biodiversidad se ven beneficiadas por la sustitución acelerada del crecimiento económico extensivo a favor del crecimiento económico intensivo (p. 258-259).
De nuevo, la catalaxia.
Frente al solucionismo tecnológico, la propuesta ética. Una ética ecosocialista “que se oponga radicalmente a la lógica destructiva […] de la rentabilidad del capital y del mercado total” [15].
Una ética fundada sobre la conciencia del límite [16], la cultura y la práctica de la suficiencia [17] y la consideración del Planeta como un común [18], o, en la expresión de François Houtart, como el Bien Común de la Humanidad [19].
Relevancia de las comunidades locales.
De forma paradójica, recrear los límites y las fronteras es necesario no sólo para conjurar el colapso, sino también para reencontrar un mundo común. Los hombres no forman en verdad comunidad más que en la proximidad y al percibir su diferencia con los demás. El sin-frontera, de moda entre los bobós [bourgeois-bohème, burgués-bohemio] destruye el común y el mundo (Latouche, p. 135-136).
“El verdadero parque europeo es el campo, que sin el trabajo del hombre vuelve, no a la naturaleza, sino a la condición de terreno baldío”, escribe Charbonneau; y continua: “Pero la sociedad que habla de la conservación de los lugares es la misma que los destruye”. Citando un artículo de Le Monde en 1966: “Los verdaderos conservadores de los lugares son los campesinos. […] ¿Cómo mantener los valores rurales y la agricultura en zonas que las leyes de la economía tienden a despoblar?” (p. 306-307).


1.       M. Ridley, El optimismo racional, Taurus, Madrid 2011, p. 346.
2.      L von Mises, Human Action. A treatise on Economics. Ludvig von Mises Institute, Auburn, Alabama 1998.
3.       C. Taibo, Colapso. Capitalismo terminal, transición ecosocial, ecofascismo, Los libros de la catarata, Madrid 2016; E. Santiago Muiño, Rutas sin mapa. Horizontes de transición ecosocial, Los libros de la catarata, Madrid 2016; M. Casal, La izquierda ante el colpaso de la civilización industrial, La oveja roja, Madrid 2016; G.M. Turner, “Is Global Collapse Imminent? An Updated Comparison of The Limits to Growth with Historical Data”, Melbourne Sustainable Society Institute, Research Paper 4, August 2014; S. López Arnal, “Entrevista a Jorge Riechmann”, Papeles de relaciones ecosociales y cambio global, 119, 2012, pp. 175-190; R. Heinberg, Searching for a Miracle: ‘Net Energy’ Limits & the Fate of Industrial Society, Post Carbon Institute & International Forum on Globalization, September 2009.     
4.    Ch. Hedges, La muerte de la clase liberal, Capitán Swing, Madrid 2015, pp. 270-271.
5.     R. Nisbet, Historia de la idea de progreso, Gedisa, Buenos Aires 1981, p. 19 y 23.
6.      G. Rist, El desarrollo: historia de una creencia occidental, Los libros de la catarata, Madrid 2002, p. 32 y 36.
7.     E. O. Wilson, Medio planeta, Errata Naturae, Madrid 2017, p. 251
9.    E. C. Ellis, “Anthropogenic transformation of the terrestrial biosphere”, Phil. Trans. R. Soc. A, 369, 2011, pp. 1010–1035.
10.   E. Ellis, “Stop Trying save the Planet”, Wired, 05.06.09.
11.  P. Kareiva, M. Marvier, “What Is Conservation Science?”, BioScience 62(11), 1 November 2012, pp. 962–969.
12.   B. Charbonneau, El Jardín de Babilonia, Ediciones El Salmón, 2016.
13.    J. de la Osa, P. Eito, I. Benedí, H. Bourrut, J. Barranco , S. Alberto, “Los museos y centros de interpretación de medio ambiente en Aragón: entre el impulso institucional, la inspiración crítica y la supervivencia”,   Heramus II(3), 2011, pp. 78-87.
14.   I. Zubero, “¿Superpoblación o sobreconsumo? Malthusianismo práctico, exclusión global y población sobrante”, Scripta Nova,  19, 2015. http://revistes.ub.edu/index.php/ScriptaNova/article/view/15111/18314
15.  J. Riechmann, El socialismo puede llegar sólo en bicicleta, Los libros de la catarata, Madrid 2012, p. 251.
16.   S. Latouche, Límite, Adriana Hidalgo, Buenos Aires 2014.
17.    R. Skidelsky y E. Skidelsky, ¿Cuánto es suficiente?, Crítica, Barcelona 2012.
18. I. Zubero, “De los «comunales» a los «commons»: la peripecia teórica de una práctica ancestral cargada de futuro”, Documentación Social, 165, 2012, pp. 15-48. http://www.caritas.es/imagesrepository/CapitulosPublicaciones/4563/02%20-%20DE%20LOS%20COMUNALES%20A%20LOS%20COMMONS.%20LA%20PERIPECIA%20TE%C3%93RICA%20DE%20UNA%20PR%C3%81CTICA%20ANCESTRAL%20CARGADA%20DE%20FUTURO.pdf
19. F. Houtart, De los bienes comunes al Bien Común de la Humanidad, Ruth Casa Editorial, Panamá 2012.

No hay comentarios: