La primera deja el mundo tal como es; la segunda trata de cambiarlo, de forma que podamos interactuar con él en nuestro propios términos. En un caso, construimos castillos imposibles en el aire; en el otro, consultamos al agrimensor, al arquitecto y al albañil y procedemos a la construcción de una casa que satisfaga nuestras necesidades básicas, hasta el punto -claro está- en que las casas hechas de piedra y argamasa puedan lograr tal fin.
http://www.bbc.com/news/uk-scotland-scotland-politics-25144351
¿Qué tipo de utopía hay detrás de la Escocia independiente que mañana se somete a referéndum?
Confieso no haber dedicado demasiado tiempo a informarme, y por ello asumo que todo lo que diga podrá ser utilizado en mi contra, pero me ha interesado mucho el artículo del enviado de EL PAÍS, Pablo Guimón, titulado "No es William Wallace, es Karl Marx", cuya lectura íntegra recomiendo -pues también recoge importantes matices a la idea que se expresa en el título del artículo-, en el que presenta así a la sociedad escocesa más favorable a la independencia:
Jóvenes, universitarios y de clase trabajadora, Calum y Chris representan al bastión del sí a la independencia. Los jóvenes de 25 a 34 años constituyen, según la encuesta publicada el pasado sábado por The Guardian, el grupo de edad más inclinado hacia el sí: un 57% elegiría la separación. Su voto tiene que ver con el rechazo, compartido en otros países de Europa a la clase política tradicional. “Yo no podría haber ido a la universidad si no fuera porque el SNP eliminó las tasas” explica Calum. “Ahora tengo un buen empleo y no puedo comprar una casa. Si quisiéramos tener hijos, mi pareja o yo tendríamos que dejar de trabajar. Los bancos de alimentos están llenos de gente que trabaja y no puede dar de comer a sus hijos. El ‘éxito de 300 años de unión’, con el que se llenan la boca los de Westminster, no permite a la gente alimentar a sus hijos”..Para estas personas, “La independencia es la única manera de asegurarnos el ser gobernados por aquellos a los que hemos votado. No se trata solo de echar a este Gobierno tory. Se trata de no someternos a ningún Gobierno al que no hayamos votado”.
Veo al independentismo-wallaciano como una utopía de escape, y al independentismo-marxiano como una posible utopía de reconstrucción.
Sin duda hay mucho de Wallace en el nacionalismo escocés, especialmente en su núcleo dirigente más institucionalizado (el SNP), pero resulta plausible detectar la presencia también de "Marx", de una sociedad indignada con la tradicional y castosa/casposa política británica en la que tras la penosa etapa de Blair el perfil del laborismo como partido de izquierda se desvaneció de tal manera que ni tan siquiera un Miliband -¡un Miliband!- ha conseguido recuperarlo.
http://shaunynews.com/2014/07/29/the-truth-on-why-you-must-vote-yes-for-scotland-please-read/
En más de una ocasión, hablando con Joan Subirats sobre el ascenso del independentismo en Cataluña, ha planteado que también en este fenómeno actúa, junto a la tradicional dinámica nacionalista identitaria, una fuerte dinámica independentista indignada [leer aquí, aquí, aquí]..
Que no garantiza nada, por supuesto, que no asegura que la proyectada casa de piedra y argamasa resulte mejor, más acogedora y más sólida, que el soñado e imposible castillo en el aire. Pero que sí obliga a pensar desde claves nuevas el fenómeno de las reivindicaciones soberanistas en este siglo XXI.
El artículo de EL PAÍS se abría con la música de Billy Bragg y su combativa Waiting for the great leap forward (Esperando el gran salto adelante):
Un paso adelante, dos pasos atrás
¿Será la política lo que me hunda?
Aquí viene el futuro y no puedes huir de él
Si hay una lista negra yo quiero estar en ella
Con Billy Bragg nos quedamos por ahora. Mañana ya veremos...
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