Tanto tiempo sin poder dedicar un rato a este blog...
Aunque las cosas sigan igual, me obligo esta tarde a retomar conversaciones. Vuelvo a lo más fácil, algunas recomendaciones de lectura. Aunque también hay quien me las demanda.
[1] Leía hoy en EL PAÍS sobre el caso de Michael Karkoc, ucranio encuadrado en las SS durante la Segunda Guerra Mundial, acusado de crímenes de guerra, que desde 1949 vivía en Minneapolis. También hay nazis refugiados en Estados Unidos en la última novela de John Connolly, La canción de las sombras (Tusquets). En sus páginas nos reencontramos con un Charlie Parker física y mentalmente herido, convaleciente tras su último caso. Una historia más sobria y "realista" que otras anteriores, con menos presencia de los sobrenatural, también con menos presencia de sus habituales compañeros Angel y Louis. Pero igualmente bien escrita, sensible y adictiva.
[2] Cualquier otro día (RBA, 2010), de Dennis Lehane es una novela escrita con el telón de fondo del Boston de los años posteriores a la Primera Guerra Mundial. Un tiempo de huelgas obreras, de lucha sindical, de auge del anarquismo, de conflictos raciales. A ratos me recordaba la magistral novela de E.L. Doctorow Ragtime, sobre la que se basó la película homónima dirigida en 1981 por Milos Forman.
Pero Lehane tiene un lenguaje propio, de gran narrador, como demostró en su impresionante Mystic River. Un fragmento de la novela: unas frases puestas en boca del que con el tiempo sería primer director del FBI, el siniestro John Edgar Hoover:
¿Quiere que le diga qué nos ha demostrado la guerra? Que el enemigo no está sólo en Alemania. El enemigo vino en barcos y se benefició de nuestra política de inmigración laxa y montó aquí el tenderete. Adoctrina a los mineros y a los obreros de las fábricas y se hace pasar por amigo del trabajador y el oprimido. Pero ¿qué es en realidad? En realidad es un embustero, un engatusador, una plaga extranjera, un hombre decidido a destruir nuestra democracia. Debe ser reducido a polvo.
Hay cosas que no cambian.
Por cierto, Cualquier otro día es el primer libro de una trilogía que continuó con Vivir de noche (RBA, 2012) y acaba de finalizar con Ese mundo desaparecido (Salamandra, 2017).
[3] También he leído Falcó (Alfaguara, 2016), de Arturo Pérez Reverte. Agente de inteligencia al servicio del ejército franquista en plena Guerra Civil, el protagonista de la novela no es precisamente un personaje con el que resulte fácil identificarse. Seguramente, tampoco con el autor. Pero qué le voy a hacer, he disfrutado mucho con algunos libros de Pérez Reverte (Territorio comanche, La sombra del águila, El pintor de batallas, Hombres buenos) y, sobre todo, con Alatriste. Pérez Reverte construye personajes creíbles, moralmente ambiguos, los sitúa en escenarios muy realistas y siempre incorpora su particular toque de distanciamiento cínico:
Ginés no se daba por vencido. Tragó saliva.
- Lo de la otra noche, con... Bueno, ya sabes. Lo de Juan Portela... Eso nos ha unido un poco, ¿no te parece?
Falcó lo miró con dureza.
- ¿De verdad crees que matar a alguien une a quienes lo matan?
- Hay ciertas cosa...
- No me jodas -Falcó encendió un cigarrillo. Sé buen chico, anda. Haz tu guerra, salva a José Antonio y salva a España de la horda marxista, si puedes. Pero no me jodas.
[4] Padre e hijo (Dirty Works, 2016), de Larry Brown, es una novela dura y seca como el Mississippi de 1968 en el que tiene lugar la historia que nos cuenta. Una mezcla de Faulkner, Ellroy y Bukowski. A ratos he sufrido leyéndola. Pero es un novelón que te atrapa y te zarandea esperando un final que, afortunadamente, no es tan terrible como parecía. Aunque terrible, es..
[5] Enterrad a los muertos (Salamandra, 2016) es la segunda novela de Louise Penny publicada en castellano, con el inspector jefe Gamache de protagonista. En un Quebec cubierto por la nieve, la aparición del cadáver de un conocido investigador y activista nacionalista en el sótano de la Sociedad Literaria e Histórica, uno de los escasos centros de referencia de la minoritaria comunidad inglesa en la ciudad amenaza con revolver tensiones larvadas entre las comunidades francófona y anglófona. Penny escribe extraordinariamente bien, y las 475 páginas del libro se hacen cortas. Gamache es un personaje de lo más atractivo y el telón de fondo del conflicto québécois añade interés a una investigación criminal ya de por sí interesante:
Aunque lo más desconcertante del asunto era la estupefacción que mostraban las publicaciones francófonas. Tan sorprendente como el descubrimiento del cadáver de Augustin Renaud era el hallazgo de tantas personas vivas, gente angloparlante, que llevaba tanto tiempo entre ellos.
La ciudad de Quebec parecía estar dándose cuenta en esos momentos de que los ingleses seguían allí.
- ¿Cómo es posible que no supiesen que estábamos aquí? -se lamentó Winnie, mientras leía la página por encima del hombro de Elizabeth.
Esta también había sentido una punzada. Una cosa era ser vilipendiados, tratados como sospechosos o como amenazas. Incluso como el enemigo. Para todo eso estaba preparada. Pero no para no tener ni pizca de visibilidad.
¿Desde cuándo pasaba eso? ¿Cuándo habían desaparecido y se habían vuelto fantasmas en su propia ciudad natal? Elizabeth miró al señor Blake, que también había bajado el periódico y tenía la mirada perdida.
[6] El último libro de Andrea Camilleri con el comisario Montalbano de protagonista se titula Muerte en mar abierto (Salamandra, 2016) y contiene ocho historias en las que el autor siciliano vuelve a demostrarnos su humanidad y su ironía.. También su militante rechazo a que determinadas "prácticas habituales" acaben por hacer imposible la justicia y la decencia, particularmente cuando los perpetradores son personas poderosas:
El fiscal Gaetano Mistretta se había puesto rojo como un tomate al oír las primeras identificaciones. Se secó el sudor de la frente y dijo:
- Deje aquí los vídeos y ni una palabra a nadie. Usted ya no va a encargarse de este caso. Y el dottor Gianquinto tampoco. Lo llevarán los de la Brigada de Homicidios. Es una orden tajante.
Montalbano se puso en pie y se marchó sin despedirse.
No protestó. Era inútil, sabía cómo acabaría la cosa.
Según la práctica habitual, el dottor Gaetano Mistretta archivó la nota y las cintas de vídeo y las puso en un expediente que rotuló, según la práctica habitual (además de la prudencia), "sospechosos sin identificar",
Antes de abandonar su despacho al término de su jornada laboral, el dottor Gaetano Mistretta cogió el expediente de los sospechosos sin identificar y , según la práctica habitual, lo metió en un cajón de su escritorio, que cerró con llave.
Y, una vez más, según la práctica habitual, esa misma noche entraron en el despacho del dottor Gaetano Mistretta dos ladrones que iban sobre seguro e hicieron desaparecer sólo aquel expediente.
No obstante, y en previsión de lo que sucedería según la práctica habitual, también el dottor Salvo Montalbano había actuado de acuerdo a la forma prevista. Así, antes de entregarle la carta de Guarnotta y los tres vídeos al fiscal, le había pedido a Catarella que hiciera copias de todo.
Las tenía bien escondidas, con la esperanza de que llegaran tiempos mejores.
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