Creo que si Brassens hubiese incluido en su Mala reputación una estrofa referida al terrorismo, diría algo así: "En el día del final definitivo del terrorismo, yo recuerdo a todas sus víctimas".
Es una noticia maravillosa, que solo tiene un "pero": que se haya producido ahora. Claro que sólo "ahora" podía producirse. Lo que quiero decir es que debía haberse producido ahora-hace-mucho-tiempo.
En el año 2000 tuve la ocurrencia (y Luis Haranburu la locura) de publicar un librito titulado Columnas vertebradas. Reproduzco un fragmento de su introducción, pues tal vez así me pueda hacer entender mejor:
Suele decirse que no hay nada más viejo que un periódico del día anterior. También suele recomendarse no pensar o, en caso de no poder aguantarse las ganas, nunca poner por escrito lo pensado. La primera es una advertencia a los lectores; la segunda, a los autores. Este libro desafía ambas advertencias.
Tengo que decirte, lectora o lector que ojeas esta introducción antes de tomar la decisión de llevarte contigo el libro, que todo lo que en él vas a encontrar ha aparecido ya en los periódicos de días anteriores. Se trata de una selección de columnas de opinión escritas desde principios de 1997 y publicadas por el diario El País en su edición para el País Vasco. He escogido sólo colaboraciones relacionadas con lo que en alguna ocasión en que el hartazgo hacía mella en mi ánimo he llamado la cosa nostra: todo eso que, por recurrir a denominaciones que más adelante serán convenientemente matizadas pero que de entrada nos permiten entendernos, se ha conocido como la cuestión vasca o el conflicto vasco. He dejado fuera aquellas otras columnas en las que abordaba cuestiones sobre economía, empleo, exclusión, cultura, ecología, etc.; cuestiones, por cierto, no menos nuestras.
En cuanto a la segunda advertencia –no pensar o, por lo menos, no escribir-, llevo veinte años largos haciendo lo contrario. Victor Urrutia, amigo y compañero de fatigas universitarias, suele decir que, a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de los lugares, el hecho de vivir en este querido país nos ha obligado a muchos a pagar un peculiar impuesto reflexivo vasco, nos ha forzado a intervenir en unos debates y a utilizar unas herramientas (el artículo periodístico) a los que, seguro, en unas circunstancias distintas no nos hubiésemos acercado.
En mi caso hace ya veinte años que recurrí al periódico para expresar mi opinión sobre algunas de las cosas que ocurrían en nuestro país. Concretamente, fue un 23 de octubre de 1979 cuando el diario Deia tuvo a bien publicarme una carta al director en la que criticaba algunos aspectos de la campaña de prensa organizada por HB pidiendo la abstención ante el referéndum estatutario que se celebraría dos días más tarde. Por lo que parece, lo que motivó aquella carta fue la indignación que sentí ante el eslógan que acompañaba la referida propaganda: “Recuerda, la luz sólo sale de la confrontación civilizada”. En un año tan terrible como aquel, cuando ETA asesinó casi a 80 personas, la apelación a la confrontación civilizada fue la gota que colmó mi particular vaso. A esa carta siguieron otras.
Años después (no sé exactamente cuando, aunque aparecen en un cuaderno fechado en diciembre de 1986), escribía unos torpes versos en los que volvía a insistir en algo que me ha atormentado siempre: ¿cómo se puede convivir con la violencia, cuando esa violencia es ejercida en nuestro nombre? El poema, sin título, decía:
y así mi tierra se volvió de sangre
sirimiri rojo
nuevo condimento
plazas encharcadas
katiuskas
paraguas
paladar que cambia
sangre tinta al vaso
de los txikiteros
sangre roja al verde
de nuestras praderas
sangrería enorme
sangruna tremenda
sangrena caníbal
santa sangre madre
de los niños muertos
sangría profunda
regando la calle
sangre se hizo sangre
mi gente
por quedarse en casa
bajo los tejados
cuando las primeras gotas
comenzaban
¡Mira por dónde! Rebuscando entre mis papeles han ido apareciendo viejos escritos. Bueno, rectifico: los escritos no son viejos, nada de eso, son muy jóvenes; hay escritos casi adolescentes. El que empieza a estar viejo soy yo. De hecho, creo que no he conseguido finalizar un poema desde hace diez años, aunque también es verdad que en todo este tiempo son pocos los que he comenzado. Pero por aquellos años escribía cosas como esta:
Nunca es pronto para decir basta / pues decirlo / tenerlo que decir / implica / que ha ocurrido ya lo que no debió ocurrir / lo que debió evitarse. / Nunca es pronto para decir basta. / Si hay que decirlo / ya es tarde.
O como esta otra, un largo poema titulado "A pesar de tu muerte (o tal vez por ella)", dedicado a Yoyes, del que entresaco algunas estrofas:
Ya está llegando el día de los días / el día del cuchillo enmohecido / el día de las deudas perdonadas / el día del disparo detenido.
Venceremos el miedo / te aseguro / que ese día venceremos el espanto / y a un día despejado dará paso / esta noche asesina del futuro.
Y no habrá ya disculpas para nadie / para el cobarde ni para el tirano / para el que ordena ni para el que calla / para el que elige ni para el que ejecuta.
Volveremos a vernos sin caretas / nos reconoceremos en las plazas / y mantendremos lo que nos distingue / sin convertirlo en lo que nos separa.
Te pido disculpas, amiga o amigo lector. Te has acercado con cautela a mis columnas periodísticas y si te descuidas te endoso un centón de mediocres poemillas. Pero descuida, este será el último; titulado "Ronda de la bala", tómalo como una concesión a la nostalgia:
A la rueda rueda / de la bala fría / rueda que te rueda / la bala asesina.
La bala no queda / parada en un sitio / no queda, que vuela /
buscando lo mismo.
Bala voladora / verdugo de niños / cruel balita ciega / esclava de instintos.
Bala de la tregua / nunca respetada / bala siempre presa / de la misma rabia.
Bala compañera / del café con leche / bala mañanera / noticia de muerte.
Feroz bala vieja / ¿no habrá quién te enfrente / a la historia negra /
que hasta hoy te mantiene?
En fin: no sé si este país habrá ganado un mediano columnista, pero de lo que estoy seguro es de que no ha perdido un buen poeta. He traído a colación todas estas historias sólo para indicar que siempre he procurado tener opinión y, cuando he podido y como he podido, la he hecho pública. Lo he considerado un precioso deber ciudadano. Y así han pasado veinte años.
Veinte años que ahora son 31. Aquel libro contenía también esta dedicatoria:
Tengo que decirte, lectora o lector que ojeas esta introducción antes de tomar la decisión de llevarte contigo el libro, que todo lo que en él vas a encontrar ha aparecido ya en los periódicos de días anteriores. Se trata de una selección de columnas de opinión escritas desde principios de 1997 y publicadas por el diario El País en su edición para el País Vasco. He escogido sólo colaboraciones relacionadas con lo que en alguna ocasión en que el hartazgo hacía mella en mi ánimo he llamado la cosa nostra: todo eso que, por recurrir a denominaciones que más adelante serán convenientemente matizadas pero que de entrada nos permiten entendernos, se ha conocido como la cuestión vasca o el conflicto vasco. He dejado fuera aquellas otras columnas en las que abordaba cuestiones sobre economía, empleo, exclusión, cultura, ecología, etc.; cuestiones, por cierto, no menos nuestras.
En cuanto a la segunda advertencia –no pensar o, por lo menos, no escribir-, llevo veinte años largos haciendo lo contrario. Victor Urrutia, amigo y compañero de fatigas universitarias, suele decir que, a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de los lugares, el hecho de vivir en este querido país nos ha obligado a muchos a pagar un peculiar impuesto reflexivo vasco, nos ha forzado a intervenir en unos debates y a utilizar unas herramientas (el artículo periodístico) a los que, seguro, en unas circunstancias distintas no nos hubiésemos acercado.
En mi caso hace ya veinte años que recurrí al periódico para expresar mi opinión sobre algunas de las cosas que ocurrían en nuestro país. Concretamente, fue un 23 de octubre de 1979 cuando el diario Deia tuvo a bien publicarme una carta al director en la que criticaba algunos aspectos de la campaña de prensa organizada por HB pidiendo la abstención ante el referéndum estatutario que se celebraría dos días más tarde. Por lo que parece, lo que motivó aquella carta fue la indignación que sentí ante el eslógan que acompañaba la referida propaganda: “Recuerda, la luz sólo sale de la confrontación civilizada”. En un año tan terrible como aquel, cuando ETA asesinó casi a 80 personas, la apelación a la confrontación civilizada fue la gota que colmó mi particular vaso. A esa carta siguieron otras.
Años después (no sé exactamente cuando, aunque aparecen en un cuaderno fechado en diciembre de 1986), escribía unos torpes versos en los que volvía a insistir en algo que me ha atormentado siempre: ¿cómo se puede convivir con la violencia, cuando esa violencia es ejercida en nuestro nombre? El poema, sin título, decía:
y así mi tierra se volvió de sangre
sirimiri rojo
nuevo condimento
plazas encharcadas
katiuskas
paraguas
paladar que cambia
sangre tinta al vaso
de los txikiteros
sangre roja al verde
de nuestras praderas
sangrería enorme
sangruna tremenda
sangrena caníbal
santa sangre madre
de los niños muertos
sangría profunda
regando la calle
sangre se hizo sangre
mi gente
por quedarse en casa
bajo los tejados
cuando las primeras gotas
comenzaban
¡Mira por dónde! Rebuscando entre mis papeles han ido apareciendo viejos escritos. Bueno, rectifico: los escritos no son viejos, nada de eso, son muy jóvenes; hay escritos casi adolescentes. El que empieza a estar viejo soy yo. De hecho, creo que no he conseguido finalizar un poema desde hace diez años, aunque también es verdad que en todo este tiempo son pocos los que he comenzado. Pero por aquellos años escribía cosas como esta:
Nunca es pronto para decir basta / pues decirlo / tenerlo que decir / implica / que ha ocurrido ya lo que no debió ocurrir / lo que debió evitarse. / Nunca es pronto para decir basta. / Si hay que decirlo / ya es tarde.
O como esta otra, un largo poema titulado "A pesar de tu muerte (o tal vez por ella)", dedicado a Yoyes, del que entresaco algunas estrofas:
Ya está llegando el día de los días / el día del cuchillo enmohecido / el día de las deudas perdonadas / el día del disparo detenido.
Venceremos el miedo / te aseguro / que ese día venceremos el espanto / y a un día despejado dará paso / esta noche asesina del futuro.
Y no habrá ya disculpas para nadie / para el cobarde ni para el tirano / para el que ordena ni para el que calla / para el que elige ni para el que ejecuta.
Volveremos a vernos sin caretas / nos reconoceremos en las plazas / y mantendremos lo que nos distingue / sin convertirlo en lo que nos separa.
Te pido disculpas, amiga o amigo lector. Te has acercado con cautela a mis columnas periodísticas y si te descuidas te endoso un centón de mediocres poemillas. Pero descuida, este será el último; titulado "Ronda de la bala", tómalo como una concesión a la nostalgia:
A la rueda rueda / de la bala fría / rueda que te rueda / la bala asesina.
La bala no queda / parada en un sitio / no queda, que vuela /
buscando lo mismo.
Bala voladora / verdugo de niños / cruel balita ciega / esclava de instintos.
Bala de la tregua / nunca respetada / bala siempre presa / de la misma rabia.
Bala compañera / del café con leche / bala mañanera / noticia de muerte.
Feroz bala vieja / ¿no habrá quién te enfrente / a la historia negra /
que hasta hoy te mantiene?
En fin: no sé si este país habrá ganado un mediano columnista, pero de lo que estoy seguro es de que no ha perdido un buen poeta. He traído a colación todas estas historias sólo para indicar que siempre he procurado tener opinión y, cuando he podido y como he podido, la he hecho pública. Lo he considerado un precioso deber ciudadano. Y así han pasado veinte años.
Veinte años que ahora son 31. Aquel libro contenía también esta dedicatoria:
El 10 de abril de 1999 nació nuestra hija Naia. Naia (nahia) significa voluntad, deseo, intención. En dialecto suletino, el hablado en Zuberoa, significa (esta vez sin “h”) ola y, la verdad, mirar a un bebé es como mirar el mar: siempre parece igual pero en cada momento es diferente. Aunque dejar atrás la violencia no es lo mismo que superarla, quiero creer que Naia ha nacido en un País Vasco que mira definitivamente hacia la paz. A ella va dedicado este libro.
Y de una existencia que nace a la vida a otra que se consagró a la defensa incondicionada del derecho a la vida durante los peores tiempos de la violencia. También se lo dedico a todas esa buenas gentes que han creado y sostenido, desde aquel lejano 1986, la Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria. Si las sociedades tienen algo así como una ética colectiva, Gesto por la Paz ha sido la más clara emanación ética de la sociedad vasca.
Hace ya 31 años. Tal vez ahora me comprendas cuando te digo que es una noticia maravillosa, pero que...
10 comentarios:
ETA acepta la derrota, el Reino celebra la victoria.
Pero ¿será la sociedad -y sus líderes- suficientemente madura y así poder convivir en respeto permitiendo el desarrollo de todas las identidades para evitar que vuelva a surgir algo semejante? ¿Que opinas Imanol?
Hola Imanol. Sí,una extraña sensación de alivio, pero no de alegría, una intermitente, pero constante secuencia de imágenes y sensaciones, recuerdos y sentimientos. algo así como lo que dicen que sucede antes de la muerte: la vida en imágenes caleidoscópicas.
Por fin he dado un beso a mi hija que en 1996 correteaba sobre una pancarta de Gesto a medio terminar, pensando que en unos años, para ella Eta será un vago recuerdo de infancia.
De momento celebremoslo por todo lo alto,ya tendremos tempo de seguir combatiendo las ideas que favorecieron la sinrazón del terrorismo.Ellos han perdido,tarde para muchos, pero han sido derrotados.Esta noche hablaba con un buen amigo al que asesinaron a su hermano,a finales de los 70,y le he preguntado que pensará de esto su sobrina que nació después del asesinato de su padre.El cree que estará contenta por el cese de eta.Nosotros tenemos suficientes razones para celebrarlo,no les debemos nada por perdonarnos la vida. Ellos está en deuda con la democracia.Algunas son impagables, me decia este amigo.Pero asi todo tenemos muchas razones para felicitarnos.Y la historia dirá que se ha logrado durante el mandato de un Gobierno Socialista,que lo ha dado todo para que esto ocurra.
salud y enhorabuena Imanol
Llega tarde,pero sigue siendo muy buena noticia.
Ahora llega el momento de no perder el relato, hace no mucho escribí:
"Se pueden reconocer errores, pero no dejar, que en otro contexto, nos vuelvan a vender una historia de responsabilidades compartidas al cincuenta por ciento."
http://destelloshumanos.blogspot.com/2011/08/va-empezar-llover.html
Algunos y en concreto el socialismo vasco,han recibido durante años golpes de todas las procedencias.
Reconozcamos el dolor que causa el conflicto, pero luchemos contra la lectura falsa de la historia.
Un abrazo y gracias por vuestra voz en todos estos años,
Un joven socialista,desde Brasil
La historia la reescribirán los vencedores, no te preocupes Diego. Pero aún así dudo que exista una sola verdad, y tampoco es deseable una sola interpretación de la historia.
He aquí una interpretación/verdad crítica (que no es la mía pero me parece muy interesante):
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=137903
Pues no si si estaremos (la sociedad) y estarán (los líderes) a la altura. Lo que rechazo con toda mi energía es la idea de que, sea cual sea nuestra madurez, incluso aunque esta sea mínima, ello explique el "surgimiento" de algo como ETA.
En todo caso, el reto (o uno de os retos) es ese que planteas perfectamente: convivir en respeto permitiendo el desarrollo de todas las identidades.
Espero qur todo sea más sencillo sin terrorismo.
Ignacio, he leído con atención la reflexión firmada por John Brown. No la comparto, pero en efecto es una de las muchas narraciones posibles que en los próximos tiempos intentarán explicarnos nuestra propia experiencia. No comparto, sobre todo, el relato de una ETA presentada como 1º subproducto de un franquismo nunca superado en la democracia española, 2º coartada para el ejercicio de una democracia demediada y represiva, y 3º expresión (más allá de los medios terroristas) de fines políticos compartidos por la mayoría de la sociedad vasca.
Mi narración es otra bien distinta. Pero, en efecto, ese va a ser uno de los debates fundamentales a partir de ahora. Y se prodigarán los piomoas que intentarán covencernos de que Polonia invadió Alemania y de que las víctimas eran unas personas con la extraña manía de estar donde no debían (dentro del alcance de la onda expansiva de las bombas o en medio de la trayectoria de las balas).
Supongo, Sr. Zubero, que habrá leído Ud.las declaraciones de Paul Ríos en EL PAÍS (http://tinyurl.com/5vs4nzz). Francamente, no puedo decir que me sorprendan. ¿Cómo habrían de sorprenderme, cuando algunos elementos de la derecha española (pienso en Pío Moa y sus numerosos amigos, propagandistas y apologistas) siguen empeñados en presentar a Francisco Franco como el salvador de España? No me sorprenden, no; pero sí me descorazonan, y me hacen ver que el camino hacia la paz y la normalización política será mucho más largo y penoso de lo que algunos se figuran. Mucho queda por hacer y decir, cuando un "defensor de la paz" puede decir cosas como esta:
"Lo humillante es lo de obligarles a pedir perdón. Es humillante para ETA, pero también para las víctimas. Es durísimo. Imagínate lo que tiene que ser hablar con tu familia para ver si perdonas o no. Eso no se lo merece nadie. Humillar es también esta idea de que saquen un comunicado diciendo que han sido derrotados y que todo lo que han hecho es un error absoluto. O exigir a la izquierda abertzale que renuncie a sus objetivos políticos por estar contaminados por la violencia. También la idea de venganza institucionalizada: exigirles que dejen la violencia y que, a pesar de reconocer el daño causado, cumplan 40 años en la cárcel".
Hasta donde yo sé, no hay ningún demócrata cabal que exija de la izquierda abertzale una renuncia al independentismo. Más aún: estaría de acuerdo con el Sr. Ríos si este se limitase a decir que tal exigencia sería un despropósito. El problema es el resto...
Por lo demás, los comentarios de los lectores son, como de costumbre, deprimentes. Alucinante, simplemente alucinante, este de un tal MSB:
"Perdona pero ese mitin de Lluch en Euskadi cuanto más lo pasáis más me arrepiento de haber sentido tanta simpatía por esa persona, yo solo lo conocía de escucharlo en el programa de Gemma Nierga y, me parecía muy racional, sentía gran simpatía por el, pero después de ese vídeo la verdad es que descubrí que detrás de los buenos modales de la radio había otro elemento no tan agradable , en ses vídeo se ve que su educción franquista pesaba demasiado sobre el, debia de estar muy enfadado ese dia pero ese vídeo lo deja como uno de los que han ganado la guerra, si sois amigos de el no le haceis ningun favor pasandolo".
Imanol,
Estoy de acuerdo en casi todo contigo, pero no tengo muy claro que vayamos a avanzar...
Lo ideal sería una convivencia respetuosa con empatía: pero me parece imposible. Hace poco leí un artículo en rebelión que argumentaba la imposibilidad de reconciliación hasta que se vuelva a dar un relevo generacional. Y creo estar de acuerdo con ese argumento, pues ahora mismo el debate parece ser qué es más grave (como Gorka Landaburu y Martxelo Otamendi en Salvados): y la cuestión no es comparar y clasificar, muchas cosas han sido demasiado graves...ahora ¡debemos reconcialiar y colaborar!
Y respecto a la invasión polaca sobre alemania: está claro quien ha hecho qué, pero no deben olvidarse ni obviarse las 'otras' acciones* ni mucho menos el conflicto/problema de fondo: una cultura milenaria aprisionada sin estado-nación entre dos de las mayores potencias europeas y del mundo.
Además, si simplificamos hasta el punto en el que cada uno ve su dolor, ése será el centro del universo y no podrá haber más que confrontación. Mientras unos recuerden la conquista militar del Reyno de Navarra, otros desearán la muerte de políticos independentistas, otros achacarán la culpa al PSOE y nadie sabrá ni quien fue Franco...
Una memoria colectiva que no sea vengativa ni olvide a nadie sería un buen inicio para no caer en faccionismos...
*esta página web cifra las víctimas del conflicto no causadas por ETA: http://euskalmemoria.com/cont/es_ES/226/Las+v%C3%ADctimas+que+el+relato+%22oficial%22+intenta+ocultar.html%26format_id%3d13
Addenda:
Es llamativa también la pretensión de tratar a las víctimas del terrorismo no como comunidad (LAS VÍCTIMAS DEL TERRORISMO), sino como meros individuos (FULANO DE TAL. MENGANO DE CUAL, etc.) que han sido golpeados por el infortunio (como los parientes y amigos de las víctimas de un accidente de tráfico, como los padres de Marta del Castillo, o como quien ha perdido su casa por causa de una catástrofe natural). Eso es, para mí, lo que se esconde detrás de la afirmación de que "[a las víctimas] hay que darles arropo, escucharlas Y NADA MÁS". El problema político, la tragedia civil, se convierte en problema psicológico, en drama personal. Si los gobiernos de la R. F. A. hubiesen seguido las directrices del Sr. Ríos, les habrían pagado a las víctimas del holocausto unas cuantas sesiones de psicoterapia Y NADA MÁS. Ningún esfuerzo habrían hecho por reconfigurar la memoria colectiva y las actitudes del PUEBLO alemán... En fin, mucho más interesantes que las palabras del Sr. Ríos me parecen las ideas de Reyes Mate (http://tinyurl.com/6745uwb).
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