El peligro estaba a la vista, pero no se actuó con diligencia. Es la tesis del artículo que hoy publica EL PAIS sobre las entidades crediticias que quebraron en Estados Unidos, envenenadas por sus propios préstamos tóxicos. Los reguladores estatales y federales sabían que las entidades crediticias estaban participando en prácticas empresariales peligrosas, pero no intervinieron hasta que fue demasiado tarde.
Pero, ¿de verdad se trata sólo de fallos de supervisión?
No es esta la tesis que defienden Juan Ramón Capella y Miguel Ángel Lorente en su libro El crack del año ocho. Resumo -mucho- su interesantísima y concienzuda argumentación.
La crisis actual no se debe a un colapso de los sistemas financieros. Lo financiero ha sido el desencadenante, pero porque sustentaba un modelo de crecimiento global basado en aumentos crediticios tan desaforados que resultaban insostenibles a largo plazo. Lo que se ha producido es la crisis de un modelo de crecimiento en el que la demanda agregada necesaria para alimentarlo ha sido el crecimiento incontrolado del crédito.
La desregulación, en particular la de los mercados financieros, no ha sido accidental sino imprescindible: “Sin el descontrol de las finanzas, sin los aparentemente sofisticados instrumentos financieros ahora fallidos, sin las pirámides financieras, sin los enriquecimientos puramente especulativos, el enorme crecimiento económico que ha llevado a esa globalización sin precedentes no hubiera sido posible porque no habría contado con la financiación necesaria”.
El problema de fondo es el crecimiento. Pero mientras que en el keynesainismo el principal dinamizador de la actividad económica era un presupuesto sometido al control parlamentario, en el neoliberalismo el estímulo fundamental al crecimiento económico se hurta a cualquier tipo de control.
Hemos pasado de la libreta de ahorro a la tarjeta de crédito. Todos. Los Estados, pero también los consumidores individuales. El consumo apoyado en el crédito abundante y barato se convierte en el motor interno del crecimiento. Crecimiento de la deuda de las familias. Low cost.
A partir de 1985 EEUU, históricamente el primer acreedor mundial, se convierte en deudor neto. Su deuda es en 1988 11,5 veces mayor que en 1970 y casi cinco veces la de 1980. A finales de los Ochenta, con una deuda que dobla a su PNB, se convierte en el país más endeudado del planeta. El Estado emite bonos y obligaciones para financiar su déficit (pero hay petrodólares a espuertas). La deuda se reembolsa con nueva deuda. Sistema piramidal.
También las grandes empresas recurren al endeudamiento corporativo, siguiendo la misma lógica perversa. Pensemos en la imposibilidad de grandes empresas de soportar ni un solo día tras el crack. No reservas, no liquidez.
La desregulación, en particular la de los mercados financieros, no ha sido accidental sino imprescindible: “Sin el descontrol de las finanzas, sin los aparentemente sofisticados instrumentos financieros ahora fallidos, sin las pirámides financieras, sin los enriquecimientos puramente especulativos, el enorme crecimiento económico que ha llevado a esa globalización sin precedentes no hubiera sido posible porque no habría contado con la financiación necesaria”.
El problema de fondo es el crecimiento. Pero mientras que en el keynesainismo el principal dinamizador de la actividad económica era un presupuesto sometido al control parlamentario, en el neoliberalismo el estímulo fundamental al crecimiento económico se hurta a cualquier tipo de control.
Hemos pasado de la libreta de ahorro a la tarjeta de crédito. Todos. Los Estados, pero también los consumidores individuales. El consumo apoyado en el crédito abundante y barato se convierte en el motor interno del crecimiento. Crecimiento de la deuda de las familias. Low cost.
A partir de 1985 EEUU, históricamente el primer acreedor mundial, se convierte en deudor neto. Su deuda es en 1988 11,5 veces mayor que en 1970 y casi cinco veces la de 1980. A finales de los Ochenta, con una deuda que dobla a su PNB, se convierte en el país más endeudado del planeta. El Estado emite bonos y obligaciones para financiar su déficit (pero hay petrodólares a espuertas). La deuda se reembolsa con nueva deuda. Sistema piramidal.
También las grandes empresas recurren al endeudamiento corporativo, siguiendo la misma lógica perversa. Pensemos en la imposibilidad de grandes empresas de soportar ni un solo día tras el crack. No reservas, no liquidez.
Surge todo un negocio del riesgo. O de la supuesta cobertura del riesgo. Hedge founds (fondos de cobertura), mercados de futuro, derivados (instrumentos financieros que aseguran a sus compradores en determinados casos: impago, quiebra del emisor, disminución del valor en bolsa). Las sumas aseguradas por estos artilugios financieros sumaban en EEUU 500.000 millones de dólares en 2000; pero alcanzaron en 2008 los 55 billones (casi cuatro veces el PIB de EEUU, prácticamente el equivalente a la totalidad del PIB global mundial de ese año).
¿Como funcionan? Effron –gestor del hedge found Soggin Capital- compró en 2003 deuda de Zaire, entonces llamada República Democrática del Congo, al Banco de Brasil, que había prestado dinero a la nación africana para la construcción de una planta de energía. Era un crédito a 20 años y el Banco no había recibido dinero del Congo desde hacía 19 años y 11 meses, así que los brasileños decidieron vender los 150 millones de dólares de deuda a 5 centavos el dólar, es decir, por 7,5 millones. Cuatro años después y tras gastar 11 millones en abogados, Effron consiguió 70 millones del gobierno congoleño.
Ruptura de una lógica básica de la economía financiera: que los fondos invertidos a un determinado plazo deben tener su base en recursos obtenidos a un plazo similar. Utilización de fondos obtenidos a corto plazo para préstamos a largo.
Asunción de riesgos desmesurados. Mientras funcionó sirvió para alimentar el crecimiento del crédito, convertido en un negocio en sí mismo, desconectado de la economía real. Estructura piramidal.
La cadena se rompe por su eslabón más débil: los créditos hipotecarios más arriesgados, las subprime. El 7 de septiembre quiebran las agencias Fannie Mae y Freddie Mac, sobre las que se aguantaba una buena parte del mercado inmobiliario en EEUU: poseían o garantizaban 12 billones de dólares de hipotecas.
1. En que los bancos actuaban con sentido y conocimiento del riesgo en el que incurrían. Era así hasta que aparecieron la titulización y los derivados. La titulización permite sacar paquetes de crédito de los balances bancarios, traspasando el riesgo a los inversores que los compran atraídos por altas rentabilidades, con sustanciosas comisiones para los bancos. Aparece un negocio distinto a conceder créditos analizados profesionalmente para poder cobrarlos. “Dar créditos basura, a deudores basura, con garantías basura. la titulización pasó a ser un mecanismo para empaquetar toda esa basura y colocársela a inversores que presumían de su fino olfato”.
2. Que los inversores son expertos y conocen lo que se traen entre manos.
3. Que un riesgo muy repartido –distribuido por todo el mundo y por todas las capas sociales, eso sí, de distinta manera- disminuía el peligro. Lo mismo que una manada de ñus atacada por leones.
4. Sobre todo: que las altas rentabilidades se iban a mantener, alimentando el sistema.
Del círculo “virtuoso” al círculo infernal:
del endeudamiento-consumo-producción-más crédito...
a la escasez de crédito-abstención de consumo-paralisis de la producción-morosidad-endurecimiento del crédito...
del endeudamiento-consumo-producción-más crédito...
a la escasez de crédito-abstención de consumo-paralisis de la producción-morosidad-endurecimiento del crédito...
Y ahora la amenaza de crash inmobiliario en Dubai. Y más cosas: los bonos de la muerte, los banqueros haciendo el trabajo de Dios ... ¿No hemos aprendido nada?
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