Fernando de la Hucha, viceconsejero de Hacienda del Gobierno Vasco, interviene en un acto sobre fiscalidad organizado por la UGT de Euskadi. Tres afirmaciones que, si no están descontextualizadas, me parecen enormemente preocupantes. Obviedades envenenadas.
La primera, que una reforma al alza de la tributación de las Sicav "no tendrá efectos destacables sobre la recaudación porque no va a quedar ni una en el País Vasco. Se irán todas, las llevarán fuera y sus propietarios no pagarán más impuestos. Punto". ¿Punto final? ¿O punto y seguido? ¿Es eso todo lo que cabe decir?
La segunda, hablando del fraude fiscal, que "la cadena de fraude empieza por todos nosotros". "Sí, sí -les dijo en un tono que parecía recriminatorio- la cadena empieza cuando viene el fontanero a casa y empieza el asunto de la factura con IVA o sin IVA...". Ya. Pero, sólo de alguna manera, ¿no? Igual que la cadena que lleva a los campos de exterminio empieza cuando el alemán de a pie acepta las consecuencias de la estrella amarilla que su vecino de toda la vida se ve obligado a portar en la solapa. ¿Pero es la misma la responsabilidad de Otto el tendero que la de Joseph Mengele, el carnicero de Auschwitz?
La tercera, sobre el estado del bienestar y el supuesto "comportamiento inercial" del gasto social. Los políticos, expertos en la construcción del "estado de bienquedar", deben ser lo suficientemente honestos como para "explicar a los ciudadanos que cuando no hay ingresos suficientes no se pueden asumir todos los gastos y es necesario establecer prioridades". Por suuesto que cuendo los ingresos descienden los gastos deben reconsiderarse. ¿Pero qué gastos?
1 comentario:
Lo que está claro es que el Estado de Bienestar se sustenta en unas prerrogativas que son específicamente morales; ahí nuestra cultura falla. Leí hace unos años un libro de Daniel Bell, Las contradicciones culturales del capitalismo, que evidenciaba que no se puede pedirle sacrificios al trabajador para luego ofrecer una aparente plenitud en un consumismo, en un servicio servil a sus impulsos, en una laminación del valor de aquellas cosas que no deben estar sometidas a la escala economicista. Hace algunos días escuché a Fernando Fuentes Alcántara en la COPE; planteaba algo muy interesante: ¿estamos aprovechando la crisis económica para revisar el fondo cultural que nos ha llevado a ella? Mientras, los políticos que de verdad mandan dando un espectáculo lamentable. Me cuesta no estar de acuerdo con Juan Manuel de Prada, que anuncia una crisis muy honda, que va mucho más allá de los ciclos económicos.
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