domingo, 28 de diciembre de 2025

El Moruco y Picón Blanco

A las 8:05 salía del Portillo de la Sía: 0º C (ni frío ni calor) y un viento huracanado. El plan era seguir el cordal hasta el Alto del Caballo, pero hoy no era el día.




 
El Moruco o Alto de Tiñones (1.445 m).









Picón Blanco (1.512 m).
Desde el Picón he seguido hacia el Alto del Caballo, pero, lo dicho, hoy no era el día: mucho frío y demasiada niebla.

Huellas de liebre.













viernes, 26 de diciembre de 2025

Volver a casa

Chris Offutt
Volver a casa
Traducción de Javier Lucini
Sajalín, 2025

"El aire primaveral retenía tanto el calor del día como el frío en retirada del invierno. Me encantaba el cielo de las primeras horas de la noche, la dispersión de estrellas hacia el este, una sección oscura de nubosidad al oeste, la luma llena casi pegada a la línea del horizonte. un coche aceleró con el cartel de una pizzería a domicilio atornillado al techo. Oí ladrar a un perro, al momento le respondió un aullido. El vecindario era sobre todo familiar, gente joven recién salida del hogar paterno. Nuestra casa tenía ciento sesenta años, era de ladrillo rojo, con ventanas de vanos profundos y la instalación de radiadores original, una casa de valor histórico. La gente envidiaba nuestra vida, admiraba las flores de mi mujer y mis piedras, lo bien que nos llevábamos. Éramos invitados habituales en las barbacoas de los vecinos. Carol decía que nos consideraban una pareja ideal.
De pronto deseé poner tierra de por medio, marcharme lo más lejos posible de Covington, de mi trabajo y de mi mujer".


Offutt no defrauda. En esta ocasión nos regala once relatos ambientados en su mayoría en el ámbito rural de Kentucky y los Apalaches, que es el territorio offuttiano por excelencia, en los que explora un universo marcado por la herencia familiar, la pobreza estructural, la violencia latente y la dificultad, cuando no la imposibilidad, de escapar del lugar de origen. El título del volumen, así como el del relato que le da nombre, resume con precisión el núcleo del libro: regresar no implica reconciliación, sino enfrentamiento con un pasado que persiste.

Offutt se inscribe en la tradición del realismo norteamericano, pero evita tanto la idealización nostálgica del mundo rural como la denuncia explícita. Su mirada es seca, contenida y profundamente empática. Los personajes son individuos concretos, definidos por gestos mínimos y decisiones aparentemente insignificantes que, sin embargo, determinan su destino. Su estilo preciso, económico, sin ornamentos, refuerza una ética narrativa basada en la observación y el silencio: lo que no se dice resulta tan significativo como lo que se enuncia.

Volver a casa es un libro de relatos sólido y consistente, que confirma a Chris Offutt como una de las voces más rigurosas de la ficción contemporánea estadounidense. Sin recurrir al sentimentalismo ni a la denuncia explícita, el autor construye un universo narrativo donde la pertenencia es problemática, la familia es herencia y carga, y el hogar rara vez ofrece consuelo. Leído como conjunto, el libro propone una visión del hogar no como refugio, sino como carga heredada; de la familia como vínculo ineludible; y de la identidad como algo que se arrastra, más que algo que se elige. 

"Puso rumbo al oeste, rodando sobre el filo perpetuo de su propia sombra, proyectada por el sol naciente. Había quemado la mitad de su vida y pretendía que lo que le restaba fuese distinto. De primeras, en el momento de tomarlas, todas sus decisiones le parecían acertadísimas, pero al final le resultaban siempre catastróficas. Se preguntó si acabaría arrepintiéndose de dejar a su marido. Quizá su capacidad para aceptarla de manera incondicional le resultaba tan marciana que se había rebelado contra ella, marchándose. Esperaba que no fuese una cosa tan simple. Porque parecía una chiquillada. A lo mejor todo el mundo tenía razón y lo que tenía que hacer, para madurar y ser una mujer responsable, era quedarse preñada. Pero ella no quería un bebé. Ni siquiera quería una mascota. Lo único que de verdad quería era un poco de agua y una aspirina. Ya tenía todo lo que necesitaba".

Las damiselas y el escritor

María Bengoa
Las damiselas y el escritor
Tusquets, 2025

"Es curioso, cuando alguien importante desaparece de nuestras vidas, deseamos saberlo todo de su vida anterior. Me gustaría hacer su investigación, tener licencia para preguntar. Siempre quise saber de sus amores: ¿a quién había amado? ¿por qué vivió solo durante décadas? En la vida de aquel solitario muchas mujeres había ocupado un lugar antes de que yo apareciera. Me pregunto qué relación había mantenido con ellas, qué grado de intimidad escondía su afecto. ¿Las había abrazado?, ¿alguna damisela había posado la cabeza en su hombro llorando, como hice yo?".


Este es un libro que se adentra, con una serenidad poco común, en uno de los territorios más delicados de la experiencia amorosa: la convivencia con las otras presencias que han habitado la vida de la persona amada. María Bengoa no rehúye ese espacio incómodo; al contrario, lo convierte en el corazón mismo del relato, abordándolo con una honestidad luminosa y una escritura profundamente humana.

El libro gira, sí, en torno a Ramiro Pinilla, pero no desde la mitificación del escritor ni desde la biografía celebratoria. María Bengoa se interesa por el hombre y, especialmente, por las relaciones que sostuvo a lo largo de su vida con distintas mujeres -las “damiselas”- con las que compartió escucha, apoyo, complicidad y confidencias. Relaciones que no se presentan como amenaza ni como traición, sino como parte de una manera compleja y profundamente humana de estar en el mundo, de vincularse, de vivir la afectividad.

Lo verdaderamente notable es cómo se cuenta esto. La autora elige un delicado juego de autoficción: la viuda del escritor -trasunto explícito de ella misma- encarga a un joven periodista entrevistar a esas mujeres que conocieron a su compañero de vida. A través de esas voces, la autora se mira, se interroga y se desplaza. No para juzgar, sino para comprender. No para ajustar cuentas, sino para escuchar, para ampliar el mapa afectivo desde el que también ella se construyó:

"Me gusta cómo ha retratado a algunas damiselas, a otras, no tanto... En ellas hay algo de mí y en mí mucho de ellas. Todas perseguíamos un sueño, el arte trata de eso. Y su fascinante coraje, la vocación entregada del escritor, como si la literatura fuera más importante que la vida, despertaba en nosotras el deseo de emularlo. Las damiselas hilvanan hebras que se unen por un cordón invisible".

En este movimiento hay una enorme valentía emocional. María Bengoa aborda una cuestión que podría estar atravesada por el reproche o el agravio desde un lugar muy distinto: el de la aceptación lenta, trabajada, consciente. Su escritura no oculta los celos, la envidia, el desasosiego; los nombra sin dramatizarlos, los reconoce como parte de su propia biografía afectiva. Y en ese gesto de reconocimiento, los transforma. Al final del libro, la autora lo formula con una claridad desarmante: 

“Este libro habla de mí, exorciza fantasmas de mi propia vida y expurga diarios inconexos. Pasé de no querer superar el dolor por la muerte del escritor a recrearme en la tristeza y, finalmente, tras explorar mis cuadernos y aceptar los celos y la envidia que había sentido, a escribir e imaginar sus relaciones con otras mujeres antes de conocernos”. 

Ese tránsito del duelo a la elaboración, del silencio a la palabra, atraviesa todo el texto. Y lo hace sin estridencias, con una prosa limpia, contenida, que confía en la inteligencia emocional de quien lee, mostrando cómo se puede habitar la memoria sin quedar atrapada en ella.

La relación con Ramiro Pinilla aparece así despojada de idealizaciones románticas, pero atravesada por una lealtad profunda. El amor que emerge de estas páginas no es posesivo ni complaciente; es un amor que acepta la complejidad del otro y que, al hacerlo, se permite también crecer, revisarse y narrarse.
Por todo ello, la lectura de este libro exige una actitud determinada: Las damiselas y el escritor no admite una mirada curiosa ni mucho menos morbosa, sino que demanda de quien lee respeto, escucha y una disposición ética similar a la que sostiene la escritura. Es un libro que solo puede recibirse desde la gratitud, agradeciendo la generosidad de una autora que se expone sin exhibirse, que abre su intimidad no para ser observada, sino para ser comprendida.

Un libro delicado y valiente. Un ejercicio de memoria amorosa que no esquiva las zonas de sombra y que, precisamente por eso, irradia luz. Una reflexión íntima sobre los afectos, las pérdidas y la escritura como forma de reconciliación con la propia historia. Al cerrar el libro, queda la sensación de haber asistido a un gesto raro y generoso: el de alguien que se atreve a mirar de frente aquello que más duele y convertirlo en la mejor literatura.

jueves, 25 de diciembre de 2025

Canto Muriel, Cantonad y nacimiento del Cadagua

A las 8:20 salía de la preciosa localidad de Cadagua, en la actualidad perteneciente al municipio de Villasana de Mena. El camino que asciende hasta la sierra es muy bonito.
 






 













A las 9:35 he pasado por Canto Muriel (896 m.). 





Lobera de Castrobarto.










Cantonad (820 m), 10:35 h.




A las 11:20 pasaba por el puerto de la Magdalena y vuelta para abajo.
Canto Muriel desde el cementerio de Cadagua.
A las 11:50 llegaba al pueblo. He aprovechado para acercarme hasta el cercano nacimiento del río Cadagua, que hoy estaba espectacular.






A las 12:20 otra vez en la localidad de Cadagua. Final del trayecto.