domingo, 28 de marzo de 2021

Tienes que mirar

Anna Starovinets
Tienes que mirar
Traducción de Viktoria Lefterova y Enrique Maldonado
Impedimenta, 2021 

"Una cosa es inventar historias de miedo y otra muy distinta es convertirse en la protagonista de un cuento de terror. Dudé mucho tiempo si merecía la pena escribir este libro. Es demasiado personal. Demasiado real. No es literatura.
Pero lo único que sé hacer es escribir. No tengo ninguna otra habilidad para cambiar el mundo. Este libro no trata solo de mi pérdida personal. Habla de lo inhumano que es en mi país el sistema al que se ve arrojada una mujer obligada a interrumpir su embarazo por razones médicas. Este libro habla de la humanidad y de la falta de humanidad en general.
No se puede recuperar lo perdido. Aquellos que han perdido su apariencia humana no pueden convertirse de nuevo en personas. Pero el sistema se puede corregir y esa es mi esperanza. Por eso indico los nombres reales de personas e instituciones. Por eso escribo la verdad.
Es posible que mis esperanzas no se hagan realidad. Que quienes toman decisiones y lubrican los engranajes de este sistema nunca abran este libro. Que algunos de aquellos cuyos nombres he mencionado no sientan más que ira. Así sea.
Pero si este libro ayuda a alguien con su dolor, significará que no fue escrito en vano.
Y que, al menos, algún sentido tuvo lo que nos pasó"
.

 
Este libro nos permite acompañar a Anna y a su marido, Sasha, en su particular viaje al corazón de las tinieblas. Las tinieblas de una maternidad truncada por el anuncio de una enfermedad renal poliquística fetal irreversible y mortal. Las tinieblas de unas instituciones sanitarias estructuralmente inhumanas, en las que la paciente se ve reducida a un objeto observado, manoseado, estudiado, diagnosticado, sin la más mínima muestra de comprensión y empatía ("Las cualidades morales del especialista son solo problema suyo y de su familia. Ahora bien, la ausencia de normas de comportamiento obligatorias en las instituciones médicas supone un problema del sistema"). Las tinieblas de una cultura que culpabiliza a la mujer que aborta, incluso en situaciones tan extremas, que por ello no la ahorra ningún sufrimiento, ni físico ni moral ("Si se ha ido al hospital a matar a un niño neonato, su obligación es sufrir. Tanto física como moralmente"). Las tinieblas de parir un ser condenado a la muerte, de acertar o no en la mejor manera de hacer el duelo ("Y tú... ¿piensas mirarlo?"), de recomponer la existencia.
 
Un viaje personal, pero de alcance universal. Se trata de un libro que denuncia, como decía la autora en una entrevista, el "intento de gobernar sobre el cuerpo de la mujer". Intento que en Rusia se expresa de formas tan descarnadas como las que se recogen en esta historia, pero que es evidente en todos los países, en todas las sociedades.

Comentando el libro con una amiga médica, me decía que reconocía en nuestro entorno algunas de las experiencias narradas por Anna Starovinets; como esa en la que, en la primera revisión ginecológica en la que certifican la enfermedad del embrión, el doctor hace pasar a quince estudiantes para que se familiaricen con el diagnóstico de una enfermedad tan rara, sin informar ni pedir permiso a la paciente:

"Observen qué cuadro más típico -dice el profesor Demídov-. Aquí están los quistes. [...] Con esta clase de malformaciones los niños no sobreviven...
No sobreviven. No sobreviven. No sobreviven.
El profesor Demídov no se dirige a mí, sino a los estudiantes. En mí ya no repara. Ya no existo. 
[...] Estoy tumbada sin bragas, me ruedan lágrimas por las mejillas, niños así no sobreviven [...]".

Una lectura dura, pero muy necesaria.

No hay comentarios: