domingo, 21 de octubre de 2018

Hacer memoria... ¿en qué dirección?


La pretensión del Gobierno Vasco de llevar a los institutos la reflexión sobre la historia de ETA en el marco del programa Herenegun ha vuelto a desatar una intensa polémica. Baste indicar que todas las asociaciones y colectivos de víctimas del terrorismo han reclamado su retirada, por considerarlo sesgado. Es esta una enmienda a la totalidad que, sumada a la desafortunada reacción del secretario general de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación del Gobierno Vasco (en la mejor tradición del frío racionalismo de Setién), condena el proyecto al fracaso.

¿Necesitamos historiografiar nuestro reciente pasado de violencias y terrorismo? Sí, como cualquier otro acontecimiento o conjunto de aciontecimientos históricos. Ya se está haciendo: destaca, en este sentido el trabajo desarrollado por el Instituto de Historia Social Valentín de Foronda y el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo; también la izquierda abertzale cuenta con su propia historiografía. ¿Puede esta historia (o estas historias) convertirse en memoria formalizada como propuesta educativa para las generaciones más jóvenes? No lo veo.

Ya he abordado estas cuestiones en otras ocasiones (aquí, aquí, aquí o aquí), la última en abril de este año, con motivo de mi comparecencia ante la Ponencia sobre Memoria y Convivencia del Parlamento Vasco. Hoy me limito a recordar lo que escribe Barry López en Sueños árticos (Capitán Swing, 2019):

"El hecho de haber visto algo no significa que uno sea capaz de explicarlo. Siempre habrá abundante diversidad de interpretaciones, aunque mentes inteligentes se apliquen a reflexionar sobre ello. El núcleo de información indiscutible constituye sólo un punto en el espacio; las interpretaciones surgen del deseo de convertir este punto en una línea, de darle una dirección. Las direcciones en que puede proyectarse, las aplicaciones que pueden dársele en sociedades cultural, profesional y geográficamente diversas casi no tienen límite".

Supongamos que fuera posible recoger en unos materiales didácticos "el núcleo de información indiscutible" sobre ETA, su historia y el contexto sociopolítico en que esta historia se desarrollo (algo que en sí mismo es una cuestión sumamente disputada). ¿Cuál sería la dirección que querríamos dar a ese "punto en el espacio"? Basta con que nos planteemos esta pregunta para que retornen los viejos debates sobre la naturaleza de la violencia de ETA (¿decisión autónoma o reacción antirepresiva?, ¿terrorismo o terrorismo nacionalista?), sobre el papel jugado por los distintos actores sociales y políticos, sobre los aprendizajes que deberíamos sacar de la experiencia del terrorismo (¿renunciar a fines soberanistas o sólo a medios violentos?), etc.

Debates que también debemos afrontar. Pero no en los centros de enseñanza.

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