[1] Agradezco la
invitación. Agradezco y valoro su
trabajo y preocupación. He acudido a otras
comisiones y ponencias de este mi parlamento, y lo haré siempre que se me
convoque. Pero permítanme
que muestre mis dudas: ¿para quién está pensada esta ponencia? ¿desde dónde
nace? ¿qué carencias aspira a cubrir?
No podemos responder
diciendo que existe una demanda social al respecto.
·
Cómo
es la convivencia en Euskadi entre personas de distintas ideas políticas, en
una escala de 0 a 10, en la que 0 indica que es muy mala y 10 que es muy
buena - 6,2
·
¿Y
la convivencia entre personas de distintas culturas? – 5,9
·
Violencia,
terrorismo, presos y proceso de paz – Problema social para el 12%
·
Problema
personal para el 2%
·
Interés
por el proceso de paz: mucho 23%, bastante 31%.
·
Sin,
embargo, frecuencia con la que se habla del tema: 49% nunca (¿interés inducido??
·
Momento
en el que se encuentra el proceso de paz: 58% estancado
·
Obstáculos
principales del proceso de paz: Que el Gobierno Español no dé pasos para
mejorar la situación de los presos y presas 44%; Que los partidos políticos no
sean capaces de llegar a un acuerdo suficiente en este tema 41%; Que ETA no se
haya desarmado ni disuelto 39%.
·
Hechos
que permitirían un avance en el proceso: El desarme y disolución de ETA 51%; El
acercamiento a cárceles del País Vasco de los presos y presas 34%; El acuerdo
de todas las fuerzas políticas en torno a la ponencia de Paz y Convivencia del
Parlamento Vasco 33%.
è En cambio: El
reconocimiento del daño causado por parte de ETA 12%; El reconocimiento del
daño causado por los abusos policiales 7%; Una mayor investigación de los casos
de tortura 6%; La condena de la violencia de ETA por parte de la Izquierda
Abertzale 6%.
è Las cuestiones que más tendrían que ver con la
clarificación/recuperación/reconocimiento del pasado son las que menos parecen
preocupar a la sociedad vasca. Son otras las cuestiones que, en su caso,
preocupan: de carácter más aplicado.
Por otro lado, mientras
en el Parlamento se impulsa esta comisión sobre memoria y convivencia, el
pasado 10 de marzo, con motivo del Día Europeo de las Víctimas del Terrorismo y
de acuerdo con el Consejo Vasco de Participación de Víctimas del Terrorismo, el
Gobierno Vasco, celebró un acto de solidaridad y reconocimiento a todas las
víctimas del terrorismo (ETA, GAL y Batallón Vasco Español, 11M) con el
lema: “Bidegabea izan zen / Fue injusto”. En ese acto, el Lehendakari declaró:
“No sabemos si alguna vez ETA y el resto de organizaciones terroristas llegarán
a hacer una lectura autocrítica sobre lo que hicieron” [pero] “las
instituciones vascas y sus representantes sí podemos hacerlo”. Y así lo han
hecho.
Sería muy
preocupante que cualquier acuerdo que pueda surgir de esta ponencia quedara por
debajo de ese BIDEGABEA IZAN ZEN / FUE INJUSTO proclamado hace un mes por el
Lehendakari en Bilbao. Y tampoco sé muy bien que más se puede decir a partir de
ahí. Sí que se pueden hacer muchas cosas para concretar o aplicar ese principio,
pero decir… Al menos, desde el ámbito de la memoria, otra cosa es desde la
historia o la sociología. Más adelante volveré a esta cuestión.
Así pues, insisto:
si no hay demanda social, si las instituciones vascas ya han dicho y hecho
muchas cosas al respecto, ¿qué carencias en el ámbito de la memoria y la
convivencia aspira a cubrir esta ponencia parlamentaria?
[2] Esta Ponencia
sobre Memoria y Convivencia es consecuencia de la proposición no de ley
suscrita en diciembre de 2016 por los grupos parlamentarios Nacionalistas
Vascos y Socialistas Vascos. Su justificación era, si me lo permiten, un tanto
sorprendente.
·
Por
un lado, se afirmaba con razón que “a lo largo de las últimas legislaturas se
ha desarrollado en el seno del Parlamento Vasco un intenso trabajo dirigido al
reconocimiento y a la reparación de las víctimas”.
En efecto, se han
hecho y se hacen ya muchas cosas en el campo de las cuestiones recogidas.
En el ámbito institucional, contamos con iniciativas
previas como:
·
En
los años 2001 y 2002, la Asociación de Municipios Vascos, EUDEL, adoptó el
Manifiesto Institucional en Defensa de la Vida y de la Libertad, el Manifiesto
Ético en Defensa del Derecho a la Vida, la Libertad y la Seguridad de todas las
personas y la Carta abierta a los alcaldes vascos para impulsar la defensa de
la pluralidad en el ámbito municipal.
·
Plan
de Paz y Convivencia del año 2006, el Plan Vasco de Educación para la Paz y los
Derechos Humanos en el año 2007 o el Plan de Convivencia Democrática y
Deslegitimación de la Violencia de 2010.
·
La
Ley 4/2008, de 19 de junio, de Reconocimiento y Reparación a las Víctimas del
Terrorismo del País Vasco.
·
El
Pleno del Parlamento Vasco aprobó, el 31 de marzo de 2011, la Proposición no de
Ley 61/2011, sobre víctimas de violaciones de derechos humanos y otros
sufrimientos injustos producidos en un contexto de violencia de motivación
política. Esta proposición se materializó en el Decreto 107/2012, de 12 de
junio, de declaración y reparación de las víctimas de sufrimientos injustos
como consecuencia de la vulneración de sus derechos humanos, producida entre
los años 1960 y 1978, en el contexto de la violencia de motivación política,
vivida en la Comunidad Autónoma del País Vasco durante la dictadura franquista.
·
El
Pleno del Parlamento Vasco, en la sesión celebrada el 11 de junio de 2015,
aprobó la Proposición no de Ley 70/2015, cuyos puntos primero y tercero (el
segundo es una invitación al Gobierno español “a sumarse a las políticas de
reparación a las víctimas de violaciones de derechos humanos no reconocidas,
como es el caso de las víctimas de abuso policial del periodo 1960-1978”),
dicen así:
“1.
El Parlamento Vasco reitera que ninguna causa política puede situarse por
encima de los derechos humanos, y que la convivencia futura requiere el
reconocimiento de la injusticia de la violencia y del daño causado, así como el
reconocimiento de la dignidad de las víctimas, todas ellas merecedoras del
derecho a la verdad, la justicia y la reparación”.
è ¿Se puede ir más lejos que esta declaración?
“3.
El Parlamento Vasco insta al Gobierno Vasco a continuar desarrollando las
políticas de reconocimiento y reparación a las víctimas de violaciones de
derechos humanos provocadas por abuso de poder o uso ilegítimo de la violencia
policial que se vienen impulsando desde la anterior legislatura. En este
sentido, y dando continuidad a esta línea, insta a que el anunciado proyecto de
ley de reconocimiento y reparación a estas víctimas que va a presentar a esta
Cámara busque desde el inicio el máximo consenso social, político e
institucional.”
· Consecuencia:
la Ley 12/2016, de 28 de julio, de reconocimiento y reparación de víctimas de
vulneraciones de derechos humanos en el contexto de la violencia de motivación
política en la Comunidad Autónoma del País Vasco entre 1978 y 1999.
· También contamos con el denominado Mapa de la Memoria y la instauración del Día de la Memoria
·
La
Dirección de Víctimas del Terrorismo del Gobierno Vasco.
·
El
Consejo Vasco de Participación de las Víctimas del Terrorismo, órgano colegiado
de participación, cooperación y asesoramiento en las políticas públicas que se
lleven a cabo en materia de víctimas del terrorismo.
·
Gogora,
el Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos nace con la
misión de preservar y transmitir la memoria democrática de este país. Según
establece la ley de creación de Gogora, su función será “preservar y transmitir
la memoria de las experiencias traumáticas marcadas por la violencia durante
los últimos cien años”.
·
Multitud
de Planes Locales o Municipales para la convivencia, Casas, Foros o Centros de
la paz dependientes de los ayuntamientos.
·
Y
hubo una anterior Ponencia del Parlamento vasco para la Paz y la Convivencia en
la pasada legislatura.
En el ámbito de
competencia del Gobierno central:
·
Tenemos
también el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo.
·
Ley
de Memoria Histórica, aprobada por las Cortes Generales como Ley 52/2007, de 26
de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen
medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la Guerra
Civil y la Dictadura.
·
Por
último señalar la Ley, aprobada por las Cortes Generales, 29/2011, de 22 de
septiembre, de Reconocimiento y Protección integral a las Víctimas del
Terrorismo.
Además, contamos
con una miríada de iniciativas sociales y académicas:
·
Fundaciones,
como la Fernando Buesa, cuya actividad merece el máximo apoyo de todas las
instituciones de este país. De sus muchas publicaciones, yo destacaría en este
foro tres, fruto de sus Seminarios: Políticas
de memoria. Qué, cómo y para qué recordar, La paz era esto. Sociedades después del trauma colectivo, y Víctimas:
¿Todas iguales o todas diferentes? Caracterización y respuestas ante un
fenómeno complejo. Todas
ellas accesibles en la excelente página web de la Fundación.
·
Iniciativas
como Gogoan-por una memoria digna.
·
Investigaciones
académicas como las recientes:
o
El
informe sobre tortura y malos tratos en el País Vasco entre 1960 y 2014,
dirigido por Paco Etxeberria.
o
El
Informe sobre la desaparición en 1973 de José Humberto Fouz, Jorge Juan García
y Fernando Quiroga, dirigido por Jon Landa y Bertha Gaztelumendi.
o
Los
estudios Misivas del terror, análisis
ético-político de la extorsión y violencia de ETA contra el mundo empresarial,
dirigido por Izaskun Sáenz de la Fuente, y La bolsa y la vida. La extorsión y la
violencia de ETA contra el mundo empresarial, dirigido por Josu Ugarte.
o
El
estudio El derecho a la memoria de lasvíctimas del terrorismo, dirigido por José Luis de la Cuesta y Gema Varona.
o
El Informe Foronda. Los contextos
históricos del terrorismo en el País Vasco y la consideración social de sus
víctimas, de Raúl López Romo.
·
Diversos
Foros sociales locales por la paz, la convivencia, la memoria, etc. Destacar
especialmente el trabajo desarrollado por Argituz, a partir de su documento El tiempo es ahora ¿Es posible una
memoria incluyente de las víctimas en el ámbito local? Experiencias y desafíos.
·
Últimamente,
con mucha actividad, el denominado Foro Social para impulsar el Proceso de Paz.
Muy ligado a los también denominados Artesanos de la Paz. Cuya última
iniciativa, la escultura “Arbolaren Egia”, inaugurada el pasado domingo en la
explanada Roland Barthes de Baiona para conmemorar el primer aniversario del
desarme de ETA, ha causado gran polémica y rechazo por parte de algunos
colectivos de víctimas.
[3] Pero a pesar
de todo ese intenso trabajo ya hecho, parece ser insuficiente: aunque no se especifica
por qué.
·
“Hoy
sigue siendo necesario continuar trabajando por la búsqueda tanto de una
convivencia conciliada, en la que todas las víctimas reciban el reconocimiento
y la reparación que merecen, como de un conjunto de compromisos vinculados a los
principios democráticos y los derechos humanos, aceptando para ello como punto
de partida los consensos que con mayor alcance de pluralidad han sido logrados
en los últimos años”.
·
Pero
además se añadía: “Así mismo, y junto al objetivo de consolidar sólidamente la
paz y la normalización de la convivencia, contribuyendo también a la
materialización del fin definitivo de ETA, es necesario afrontar a su vez las
nuevas realidades del siglo XXI, relacionados con la gestión de valores como la
diversidad y la solidaridad en la
convivencia o la educación, así como las nuevas formas de exclusión e
injusticia o las respuestas a la amenaza del terrorismo internacional o la
guerra”.
Ya les advierto,
desde el respeto y el aprecio, que este tipo de lenguaje, “convivencia
conciliada”, “consolidar sólidamente”, parece denotar una exigencia que va más
allá de la realidad de cada momento: no basta con convivir, no basta con
consolidar. Es como volver a confrontar paz negativa (“simple” ausencia deviolencia) y paz positiva.
También me parece
que mezclar tantas cuestiones –el fin de ETA, la paz y la normalización, el
reconocimiento y reparación a las víctimas, la cuestión de la diversidad, las
nuevas formas de exclusión o el terrorismo internacional y la guerra- es,
cuando menos, imposible de gestionar en una ponencia como esta.
Sea como sea, los
demás grupos parlamentarios presentaron sendas enmiendas a la totalidad a la
propuesta original:
GRUPO PARLAMENTARIO
ELKARREKIN PODEMOS. "La ponencia tomará como principios rectores de su
actividad:
·
La
defensa de los derechos humanos como un absoluto ético irrenunciable de todo
proyecto político democrático, así como del pluralismo identitario y político
como elemento consustancial a la propia sociedad vasca.
·
La
deslegitimación social del uso de la violencia, como garantía de no repetición
en el futuro de ningún tipo de violación o vulneración de los derechos humanos,
partiendo para ello de la revisión crítica de los actos y actitudes -tanto
individuales como colectivas- que posibilitaron, ampararon o justificaron las
múltiples formas de violencia de las últimas décadas.
·
El
reconocimiento de todas las víctimas y de todos los sufrimientos injustos y la
promoción de la verdad, de la justicia y de la reparación para todas ellas.
·
La
apuesta por una convivencia democrática entre diferentes sobre la base de una
memoria inclusiva que parta del testimonio del injusto sufrimiento que padecen
todas las víctimas y cada una de ellas de forma particular.
·
La
promoción de un estado de derecho democrático conforme a los más exigentes
estándares internacionales en la materia".
GRUPO
PARLAMENTARIO EH BILDU. "El Pleno del Parlamento Vasco acuerda la
constitución en el seno de la comisión correspondiente en materia de derechos
humanos de una ponencia sobre memoria, paz
y convivencia en Euskadi".
- EH Bildu,
pese a apoyar la creación de la ponencia, se ha mostrado crítico con el
hecho de que, a diferencia de lo que ocurrió en la legislatura pasada,
su denominación no incluya el
término 'paz', algo que considera "incomprensible",
porque la "única violencia que persiste en la actualidad es la
política penitenciaria". Es decir, no estaríamos aún en paz.
GRUPO
PARLAMENTARIO POPULAR VASCO. "El Pleno del Parlamento Vasco acuerda la
constitución, en el seno de la comisión correspondiente en materia de derechos
humanos, de una ponencia sobre libertad
y convivencia en Euskadi, que tenga como objetivo la deslegitimación social y política del terrorismo".
- El PP no
interviene esta ponencia al considerar que este órgano "no busca la
deslegitimación del terrorismo".
Finalmente PNV,
PSE-EE, Elkarrekin Podemos y EH Bildu han transaccionado el siguiente texto:
"Su misión se concentrará en la búsqueda de amplios consensos en torno a
todas las cuestiones que planteen
los grupos parlamentarios en la misma, en relación con la memoria,
la convivencia, las víctimas, la deslegitimación del terrorismo y la violencia,
la política penitenciaria, la libertad, la paz y los derechos humanos".
·
Un
planteamiento más tentativo o más humilde que el original. Sin
ninguna referencia a principios o criterios normativos como los propuestos por
Elkarrekin Podemos: una forma de evitar
la cuestión del “suelo ético” en la que encalló la iniciativa anterior.
Y como metodología de trabajo se ha optado por
diferenciar cuatro áreas: -Víctimas, -Memoria, -Política penitenciaria y
-Convivencia y Derechos Humanos
·
Una
distinción que puede ser útil metodológicamente, pero muy difícil de sostener
en la práctica. Por ejemplo, y en el ámbito que me toca: ¿de qué podemos hacer
memoria si no es de la victimización injusta, el encarnizamiento penal, la
ruptura de la convivencia o la violación de derechos humanos’
[4] En este marco
de dudas, afrontaré propiamente el contenido de mi reflexión. ¿Qué relación
existe entre memoria y convivencia?
Punto de partida. David
Rieff en Contra la memoria: “La
convicción de que la memoria es un género de la moralidad es una de las
beaterías más inexpugnables de nuestra época”. Se refiere a esa famosa
sentencia de George Santayana según la cual “aquellos que no recuerdan el
pasado están condenados a repetirlo”.
Es la idea del
“nunca más”, fundamento de todas las comisiones de la verdad surgidas a partir
de la Comisión Nacional
sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) creada por el Gobierno argentino en
1983. Versión laica del evangélico “la verdad os hará libres”.
Pero conocer no es
lo mismo que recordar.
A este respecto,
un destacado historiador vasco, que en los últimos años viene desarrollando una
intensa labor de investigación y divulgación sobre ETA y las víctimas del
terrorismo, señala lo siguiente:
Desentrañar y explicar el pasado es cosa de los
profesionales que utilizan el método histórico de conocimiento […] Esto parece
evidente, pero no lo es tanto. El conocimiento del pasado se ha poblado de
nuevos profesionales que nos han devuelto al fetichismo de antaño, bien
aceptado en una sociedad de conocimiento epidérmico y efímero, y que privilegia
lo visual. […] Por no hablar de los diversos moralistas que, muchas veces sin
razón, nos advierten de los males de la cosificación histórica, de la frialdad
del dato histórico frente a la potencialidad y riqueza –e imprecisión,
añadiría– de otras miradas menos científicas. Aparece ahí de nuevo una de nuestras competidoras: la hermanastra
memoria, a la que todos prefieren frente a la historia, casquivana aquella
y rigorista esta. Efectivamente, ¡cuánto
mejor que cada cual o cada grupo tengan su memoria, a su gusto y acomodo,
ajenos todos a las exigencias de una historia probada, o por lo menos plausible
en sus conclusiones, que nos obliga a tomar medidas, que nos hace
ciudadanamente responsables!
La memoria contra
la historia. De ser así, es un planteamiento que va más allá del debate
académico; tiene importantes repercusiones sociales y políticas, incluso
morales. ¿Nos lo hemos planteado? ¿hemos reflexionado sobre esta cuestión
previa, antes de embarcarnos en la tarea de “hacer memoria” de nuestro pasado?
¿Y por qué hacer historia
–que no memoria- de nuestro pasado de violencias? Esta es la respuesta que
ofrece el referido historiador:
Historizando el terrorismo producido en el País Vasco
en el último medio siglo, combatiríamos la ignorancia buscada por algunos
poderes y bien recibida por una mayoría social vasca que prefiere olvidar,
pasar página sin conocer lo ocurrido; sabríamos a ciencia cierta cómo, cuánto
y en qué parte ha afectado a nuestra sociedad pasada y cómo puede estar
haciéndolo a la presente y futura; nos explicaríamos lo ocurrido en sus
contextos precisos, que son los que permiten conocer adecuadamente, a la vez
que por eso son los que otorgan a los ciudadanos responsabilidad por lo hecho y
no hecho, y sentido histórico, esto es, consideración de lo que debe cambiarse para que en el futuro no vuelva a
ocurrir; y recuperaríamos y podríamos reivindicar la significación
política de cada víctima para así poder protegernos de ideologías que se nutren
o que utilizan procedimientos u objetivos totalitarios rechazables.
Pienso que este
planteamiento combativo, militante, aunque nacido de la distinción –que
comparto- entre historia y memoria, no resuelve aún la dialéctica planteada: nos
sitúa en un terreno mestizo -¿pudiera ser que en la práctica no haya otro?-, el de la historia-memorial… o
el de la memoria histórica. Todavía más memoria que historia.
En todo caso, la
profesional y el profesional de la ciencia social perfectamente puede, diría
que hasta debe, combatir la ignorancia buscada y querida, en su caso, por los
poderes políticos y hasta por la sociedad. Es su función: “Fiat sapientia (diríamos, en lugar de
“justitia”) et ruat
caelum”; hágase el conocimiento, aunque se derrumben los cielos.
Pero, ¿es esta la
función de un parlamento? ¿combatir la ignorancia preferida, es decir, elegida,
de la sociedad?
Recientementeescribía un relevante expolítico vasco, él mismo víctima de un atentado de ETA:
Y hoy, seis años
después [del anuncio del final de la actividad de ETA], el debate principal
comienza a ser otro. Se observa, entre nosotros, una disyuntiva nítida en la deliberación política e institucional
vasca; una vocación de memoria frente a una tentación de olvido. La comunidad vasca, a la hora de constituirse como tal,
debe inspirarse, al menos en parte, en la memoria […] de las víctimas de un
terrorismo que no llegó de fuera, sino que fue incubado dentro de la propia
sociedad vasca. […] Así es como tiene que protegerse a sí misma, haciéndose
cargo del significado y naturaleza de su pasado de sangre para establecerlo
como mecanismo preventivo de
repetición futura. Y desde ahí, apostar por la implementación de más medidas en el campo de la educación obligatoria y
de políticas públicas transversales para que las generaciones jóvenes crezcan
con consciencia plena de todo lo que su sociedad incubó y durante tanto tiempo
sufrió. El riesgo de olvido es un precio que la sociedad vasca no puede
pagar, que no debe pagar.
¿De verdad se
puede educar “obligatoriamente” la memoria y la consciencia?
Me impresionó
mucho leer una entrevista con Primo Levi, realizada por dos historiadores de la
Universidad de Turín en 1983 y publicada, curiosamente, con el título de Deber de memoria. En ella, Levi hace dos
confesiones que me han hecho reflexionar mucho.
La primera tiene
que ver con el contenido mismo de aquello que debe ser recordado:
Tal vez sea un
error mío no ir de buena gana a las escuelas. Por un lado, confieso que estoy
harto de escuchar siempre las mismas preguntas. Por otro, tengo la impresión de
que mi lenguaje se volvió insuficiente, que hablo una lengua diferente. Y
además, debo admitir que me conmovió mucho la experiencia que tuve en una
escuela en la que dos hermanos me dijeron con un tono categórico: “¿Por qué viene
a contarnos su historia cuarenta años más tarde, después de Vietnam, después de
los campos de Stalin, Corea, todo eso, por qué? […] Temo caer en el panegírico,
como suele ocurrir. Es decir, privilegiar mi propia experiencia frente a la de
los demás, aún siendo consciente de que vivo en un mundo cambiante, que
progresa en un sentido pero retrocede en otro.
La segunda, con la
forma en que sus dos hijos vivieron la experiencia de su padre. Levi responde a
la pregunta: “Cuando se ha estado en un campo de concentración, en un lager, en
qué cambia la educación que se imparte a los hijos? La deportación no sólo es
una enseñanza para quien la padece, sino también para las futuras
generaciones”. Esta es su respuesta:
Con mis hijos se
produjo algo particular: durante quince años, ambos, con nueve años de
distancia, tuvieron una reacción de rechazo. Pero pienso que se negaron a
escucharme porque ya habían percibido todo. Mi casa está llena de Lager,
seguramente ellos han visto los libros, las fotos, han escuchado conversaciones;
los niños son muy sensibles a este tipo de cosas, ya deben de estar consciente
o inconscientemente llenos de miedo y repulsión y por eso rechazaban mi
discurso. Leyeron mis libros, pero no lo admiten. No les gusta escucharlo.
¡Sus propios hijos!
Yo pienso en la mía…
¿Cómo actuar desde
una institución como este Parlamento para hacer que las hijas e hijos de Primo
Levi escuchen lo ocurrido? ¿Debe hacerlo? ¿Se puede legislar sobre esta
cuestión? ¿Hacerlo no nos sitúa en la lógica propia de las instituciones
democráticas representativas, que es la lógica de la mayoría/minoría? ¿No
estaremos así abriendo necesariamente el conflicto entre memoria mayoritaria y
memorias minoritarias? Una memoria construida sobre “la búsqueda de amplios
consensos” va a ser, necesariamente, una memoria insuficiente, insatisfactoria,
desencarnada… inútil. Y una memoria afirmada por mayoría será, en todo caso, la
memoria de quienes la sostienen, pero no de quienes no la apoyan.
Creo que la tarea
de hacer memoria corresponde a cada persona y a cada sector o grupo social.
Yo tengo mi propia
memoria, que comparto en mayor o menor medida con aquellas otras personas con
las que he vivido todos estos años pasados:
· Con
toda la buena gente que desde 1986 fue construyendo y sosteniendo la
Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria.
· Con
todas las personas que han tenido que vivir años con protección o escolta.
· Con
quienes han sido víctimas del terrorismo de ETA, los GAL o los Grupos Armados
Españoles, que asesinaron a cuatro personas en mi pueblo. A muchas he conocido
personalmente.
·
También
con quienes fueron acusados en el proceso 18/98, de algunos de los cuales actué
como perito de la defensa.
·
O
con las personas torturadas en cuarteles y comisarías, el testimonio de algunas
de las cuales pude conocer de primera mano.
También tengo,
claro, mis propios olvidos: todas aquellas ocasiones en las que no estuve a la
altura de mis convicciones o mis discursos…
Esta es mi
memoria. No me gustaría tener que consensuarla con nadie. Sí compartirla,
dialogarla, contrastarla con otras, pero consensuarla o acordarla por votación,
no. No creo que pueda hacerse una media aritmética entre las distintas
memorias. Pueden, sí, encontrarse mínimos comunes: la pérdida del ser querido,
la carne dolorida, la identidad dañada, el miedo sentido, la dignidad
pisoteada, la incomprensión sufrida…
[5] También el
historiador Santos Juliá distingue claramente entre memoria e historia. Aunque
en este caso incorpora algunos matices de mucha relevancia. Según Juliá la
memoria histórica no es más que:
una metáfora para designar un relato sobre el pasado que, a diferencia
de la historia, no está construido sobre el conocimiento o la búsqueda de la
verdad, sino sobre la voluntad de honrar a una persona, proponer como modélica
una conducta, reparar moralmente una injusticia. La memoria histórica se plasma en relatos construidos con el propósito
de reforzar la vinculación afectiva
de la persona o grupo que rememora con hechos del pasado que mantienen algún
significado para su vida presente.
No hay memoria que
no se (re)construya desde los afectos, las emociones, las simpatías y las
antipatías. Por eso no hay, no puede haber, una misma y sola memoria, sino
memorias significativas para cada grupo social.
Rieff: “A esto se reduce exactamente la esencia de la memoria
histórica: identificación y proximidad psicológica, en lugar de precisión
histórica, y menos aún hondura política”.
La memoria es el
material a partir del cual se constituyen distintas “comunidades de recuerdo”
(Avishai Margalit) de muy difícil, no me atrevo a decir imposible,
universalización.
Entre la memoria
anémica y la memoria saturada. ¿Puede ser cierto que, como ha señalado el historiador Santos Juliá, "un exceso de memoria produce una saturación que puede obstaculizar el juicio"?
(Rieff habla de lo mismo, denominándolo "hipertimesia"). Ha escrito Juliá:
“Entre el recuerdo privado y espontáneo y la memoria como deber
colectivo existe un espacio que no deberían traspasar quienes han sufrido un
atentado que los convierte en víctimas […] Nadie
puede actuar sobre el presente si por una saturación de memoria queda
aprisionado, bloqueado, en lo ocurrido en un momento de su existencia, por
muy doloroso e inhumano que el acontecimiento haya sido. En tal caso podríamos
encontrarnos atrapados por una memoria
que impide percibir las novedades que el tiempo se encarga de echar sobre
nuestras espaldas. Atados por el pasado, seríamos entonces incapaces de
afrontar el presente y abrir nuevos caminos al futuro: ése es el problema de
las memorias saturadas, el problema al que un día habrán de enfrentarse las
asociaciones de víctimas del terrorismo”.
Evidentemente, no sólo ellas.
¿Se
ha planteado esta comisión parlamentaria si su función debe ser, puede ser
realmente, la de hacer memoria, en el sentido señalado? ¿No nos sitúa esta
pretensión en el terreno, delicadísimo, de la batalla por el relato? Que es
batalla por los afectos, las emociones…
Batalla que, de
darse, debería en mi opinión hacerse en otros ámbitos, no en este.
En este caso, tal
vez sólo nos queda esforzarnos en lograr aquel ideal propuesto por Albert Camus
en 1944: “Pues aunque jamás sea posible fundir en un mismo espíritu a hombres
cuyos sufrimientos son diferentes, no hagamos nada al menos que pueda
enfrentarlos”.
[6] Me gustaría
hacer una breve consideración respecto a la supuesta necesidad de recordar para no repetir el pasado.
“Bastan unas gotas
de sangre para contener en su interior toda la memoria del mundo”, escribe
Ismail Kadaré en su libro Tres cantos
fúnebres por Kosovo.
Rieff: “¿Y si la
memoria de un caso de mal radical –incluso si se trata de la misma Shoáh- de
nada sirve para proteger a la sociedad de los casos posteriores de mal
radical?”. Recordemos en este sentido que los palestinos tienen su Nakba, la
Catástrofe, de la que acusan precisamente a quienes fueron víctimas del
Holocausto.
En la anterior
Ponencia de Paz y Convivencia se incluían unos “compromisos para la garantía de
no repetición”. A este respecto, tengo una buena y una mala noticia:
·
La
buena: ETA no va a volver. Igual que decidió empezar, ha decidido terminar.
Unilateralmente y sin contrapartidas. Se podrá decir que demasiado tarde, que
aún debe representarse su disolución definitiva, lo que se quiera; pero el
hecho es que ETA, como organización influyente en nuestra vida, ya no existe.
· Ampliando esta buena noticia: Nadie va a reflotar a ETA. No ya por algo sorprendente que leíamos este pasado fin de semana: que “ETA se plantea crear una 'comisión' especial antes de su inminente disolución con el objetivo de controlar un hipotético uso de sus siglas que puedan realizar grupos disidentes”. Como si de “comisión liquidadora” de una empresa se tratara. No se va a repetir porque la fuerza política que históricamente ha legitimado a ETA ha dejado de hacerlo. Incluso participa en multitud de actos de reconocimiento a las víctimas del terrorismo: desde la alcaldía de Iruña se ponen placas a las 27 víctimas de ETA en la ciudad; en Rentería se honra a las víctimas de la localidad; se participa en el homenaje a Fernando Buesa y a Jorge Díez… Si alguien volviera a asesinar, sería como si lo hicieran los Grapo: una tragedia para las víctimas, pero irrelevante políticamente.
· Ampliando esta buena noticia: Nadie va a reflotar a ETA. No ya por algo sorprendente que leíamos este pasado fin de semana: que “ETA se plantea crear una 'comisión' especial antes de su inminente disolución con el objetivo de controlar un hipotético uso de sus siglas que puedan realizar grupos disidentes”. Como si de “comisión liquidadora” de una empresa se tratara. No se va a repetir porque la fuerza política que históricamente ha legitimado a ETA ha dejado de hacerlo. Incluso participa en multitud de actos de reconocimiento a las víctimas del terrorismo: desde la alcaldía de Iruña se ponen placas a las 27 víctimas de ETA en la ciudad; en Rentería se honra a las víctimas de la localidad; se participa en el homenaje a Fernando Buesa y a Jorge Díez… Si alguien volviera a asesinar, sería como si lo hicieran los Grapo: una tragedia para las víctimas, pero irrelevante políticamente.
·
¿La
mala noticia? Que si estoy equivocado y ETA (o su reencarnación) retornara,
nada de lo que hagamos ahora podría evitarlo. Porque nada hicimos para que en
su momento se desencadenara, si en el futuro volviera a hacerlo tampoco sería
por algo que hayamos hecho o dejado de hacer. ¿Han consultado el primero de losdenominados “Cuadernos Zutik”, editado en Venezuela en 1963 y firmado por ETA –
Euzkadi ta Aszkatasuna? Su título es “Nuestra responsabilidad”. Y es que, en efecto, la
violencia de ETA no se explica necesariamente
por su relación con ningún problema político, ni siquiera con el problema
político derivado de la siempre abierta cuestión de las relaciones: a) entre
los habitantes de ese territorio, plural como pocos, que es Euskal Herria o los
Países Vasco-Navarros; y b) entre estos, sea cual sea el sistema de relación
que finalmente escojan, y los Estados-nación español y francés. En este
sentido, el franquismo fue más una condición que una causa de la violencia. En
efecto, la decisión de recurrir a la violencia no fue vivida, ni siquiera por
sus protagonistas, como algo natural, espontáneo o puramente reflejo. En contra
de la mayoría de las interpretaciones al uso, la violencia no apareció como
“consecuencia lógica” de un estado de cosas, sino como fruto de la decisión de
unas pocas personas Una decisión, por lo demás, fuertemente debatida y
contestada tras la I Asamblea de ETA, cuando se discutió sobre el recurso a la
violencia o a la resistencia no violenta. En el Zutik 7 se habla incluso del
ejemplo de Gandhi.
[7] Albert Camus
en 1946 escribió: “Un mundo donde se legitima el homicidio y donde la vida
humana se considera una futilidad. Este es el primer problema político de
hoy. Y antes de seguir adelante es necesario tomar posiciones con respecto a
este problema. Previamente a toda realización es preciso formular, hoy, dos
preguntas: «Sí o no, directa o indirectamente, ¿quiere usted que lo maten
o lo violenten? Sí o no, directa o indirectamente, ¿quiere usted matar o
violentar?». Todos los que contesten no a estas dos preguntas quedan
automáticamente embarcados en una serie de consecuencias que deben modificar su
manera de plantear el problema”.
Hoy, por primera
vez en muchas décadas, en Euskadi hemos respondido que no a ambas preguntas. No
queremos matar ni que nos maten; no queremos violentar ni ser violentados. Ni
directa ni indirectamente.
¿Una nadería? A mí
me parece que no. Que es muy importante. Y que deberíamos construir nuestro
futuro a partir de esta realidad y de sus muchas posibilidades, sin
sobrecargarla con demasiadas otras exigencias o aspiraciones (como la de una
“convivencia conciliada”), por más legítimas o deseables que estas sean.
Miren,
humildemente yo les haría una propuesta. Que cada una y cada uno, primero de
manera personal, y luego como miembro de cada fuerza política, hagan memoria de su propia actuación. En
privado, internamente. Profundizar en el reconocimiento del daño causado a las
distintas víctimas, sin mezclarlos. Cada cual del suyo: algunas y algunos
tendrán que hacerlo respecto de las víctimas de ETA, y sólo de estas; otras y
otras de las del GAL, de las torturadas…
Y para no terminar
así esta comparecencia, yo propondría modestamente que en los trabajos de esta
ponencia intenten no caer en generalidades, que acoten muy bien aquello que en
su opinión deben y pueden hacer en este preciso marco parlamentario.
Vuelvo a las dudas
que planteaba al principio: ¿para quién está pensada esta ponencia? ¿desde
dónde nace? ¿qué carencias aspira a cubrir?
Creo que estaremos
de acuerdo en que la tarea de hacer
memoria no le corresponde directamente a un parlamento, que necesariamente tiene
que funcionar por consensos o mayorías. Eso le corresponde a la sociedad: a través de fundaciones como la
Fernando Buesa (cuya aportación a este respecto es, vuelvo a indicar, digna de
elogio y de apoyo), de iniciativas sociales, con su diversidad y hasta sus
discrepancias.
En mi opinión, lo
que este Parlamento podría hacer o instar a hacer es:
·
Mantener
como marco ético innegociable lo declarado por el Lehendakari el 10 de marzo:
BIDEGABEA IZAN ZEN / FUE INJUSTO. Radical, absoluta e injustificablemente
injusto. La violencia de ETA, de los GAL y los GAE, las torturas… No hay causa
ninguna que lo explique o contextualice, mucho menos que lo justifique.
· Revisar y evaluar todo lo hecho hasta ahora por las instituciones vascas: los diversos manifiestos adoptados por EUDEL; los distintos planes de paz o convivencia; la aplicación de las leyes de reconocimiento y reparación a las víctimas; el desarrollo y efectos de las celebraciones y memoriales; el funcionamiento del Consejo Vasco de Participación de las Víctimas del Terrorismo y de Gogora… Seguro que de esa evaluación surgen abundantes buenas prácticas que apoyar y extender, así como errores de los que aprender y carencias que subsanar.
· Revisar y evaluar todo lo hecho hasta ahora por las instituciones vascas: los diversos manifiestos adoptados por EUDEL; los distintos planes de paz o convivencia; la aplicación de las leyes de reconocimiento y reparación a las víctimas; el desarrollo y efectos de las celebraciones y memoriales; el funcionamiento del Consejo Vasco de Participación de las Víctimas del Terrorismo y de Gogora… Seguro que de esa evaluación surgen abundantes buenas prácticas que apoyar y extender, así como errores de los que aprender y carencias que subsanar.
·
Impulsar
y apoyar la investigación científica que ya se está haciendo sobre nuestro
pasado y presente.
· Apoyar y respaldar, como máxima institución representativa pero también a través de las distintas fuerzas políticas que lo constituyen, las iniciativas locales dirigidas a recuperar la historia, compartir memoria y consolidar convivencia. El espacio local es el más adecuado para hacer memoria. Nadie va hacer memoria por decreto o proposición de ley. La memoria eficaz será aquella que se haga en los espacios convivenciales más cercanos. En estos espacios es donde puede funcionar sinérgica y positivamente la relación entre memoria y convivencia. Pues se hará memoria cuando sea necesario y posible. En esta materia, la política institucionalizada tiene que aprender a dejar espacio a la sociedad civil.
· Apoyar y respaldar, como máxima institución representativa pero también a través de las distintas fuerzas políticas que lo constituyen, las iniciativas locales dirigidas a recuperar la historia, compartir memoria y consolidar convivencia. El espacio local es el más adecuado para hacer memoria. Nadie va hacer memoria por decreto o proposición de ley. La memoria eficaz será aquella que se haga en los espacios convivenciales más cercanos. En estos espacios es donde puede funcionar sinérgica y positivamente la relación entre memoria y convivencia. Pues se hará memoria cuando sea necesario y posible. En esta materia, la política institucionalizada tiene que aprender a dejar espacio a la sociedad civil.
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