jueves, 31 de julio de 2025

La gran negación

Roberto Grossi
La gran negación
Traducción de Rosa Barbany Puig
La otra h, 2015 
 

Algunos libros no se limitan a contarte algo: te cambian el modo en que miras. La gran negación es uno de esos libros. Y aunque su forma es la del cómic -o más bien la de la novela gráfica-, lo que en realidad despliega es un gesto ético: el de rasgar el velo de aquello que, como sociedades, hemos aprendido a no ver.

Grossi se inscribe en una tradición cada vez más poderosa dentro del cómic contemporáneo: la que usa el dibujo como una herramienta para pensar políticamente el presente. Leer La gran negación es recordar obras como Persépolis, donde Marjane Satrapi convertía su historia personal en una forma de interpelación colectiva; o como las crónicas gráficas de Joe Sacco, donde el periodismo y la empatía se entrelazan para dar voz a quienes nunca la tienen. Su narrativa no busca tanto informar como incomodar. No se trata de contar lo que pasa “allí” -en Gaza, en Palestina, en Oriente Medio-, sino de explorar qué significa ser espectador en este lado del mundo. Qué significa callar, dudar, mirar para otro lado.


El trazo de Grossi, preciso y austero, rehuye el efectismo. Cada página parece medir cuidadosamente cuánto puede mostrar sin traicionar la complejidad del proceso que retrata: el de una conciencia que, a fuerza de grietas, se va abriendo a la verdad. Y es una verdad incómoda. Porque La gran negación pone en cuestión nuestra propia complicidad, nuestro silencio bienpensante, nuestra necesidad de no saber demasiado. No es una lectura fácil. Pero no por la dureza de las imágenes o el dramatismo de los hechos, sino por lo que nos exige: asumir que la ignorancia, a veces, no es pasiva, que se puede elegir no ver, y que esa elección tiene consecuencias.
 

La gran negación (aquí el booktrailer) pertenece a esa familia de obras que hacen del cómic no solo un lenguaje narrativo, sino una forma de despertar. Porque la negación solo puede romperse con conciencia y acción colectiva. Absolutamente recomendable. Aunque yo hubiera sustituido a ese profesor Zek, trasunto de Zizek, por alguna mujer representando a la mejor propuesta que, en mi opinión, hoy tenemos para convertir el negacionismo en una gran afirmación en favor de la vida: el ecofeminismo.
 

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