domingo, 12 de noviembre de 2017

Reeducación

Hay que ver lo que nos gusta una buena purga. Esa autocrítica (absolutamente libre, por supuesto), ese reconocimiento de los errores en los que se ha incurrido, ese acto de contrición, esa manifestación de bajeza moral, esa humillación pública...
Escribe Javier Moscoso en la introducción de Promesas incumplidas. Una historia política de las pasiones (Taurus, 2017):
Los miembros del Tercer Estado, reunidos en la Sala de Juego de Pelota, se conminaron a no separarse hasta que se reconociera la Asamblea Nacional como cuerpo constituyente. Jean Sylvain de Bailly, el presidente del Tercer Estado, se puso en pie y declaró: "Juramos no separarnos nunca [...] hasta que la constitución del reino quede establecida y fijada sobre bases sólidas". Era el 20 de junio de 1789. La misma actitud habían tomado los firmantes de la Declaración de Independencia americana el 4 de julio de 1776: "O salimos de aquí todos juntos o nos ahorcarán por separado", declaró, al parecer, George Washington.
Qué tentación, comparar estas actitudes con las que han sucedido a la chapucera e irresponsable declaración de independencia de Cataluña. Medio Govern en prisión y otro medio, encabezado por su Presidente, haciendo tareas de agit-prop en Bruselas, aunque ellos lo denominen "exilio". La Mesa del Parlament en libertad provisional tras reducir la declaración de independencia a mero ejercicio intelectual. Qué tentación:

Pero claro, a nivel de la feliz 'Arcadia' catalana, hay políticos que son capaces de sostener un discurso radical cuando el tren del artículo 155 de la Constitución aún no ha partido de la estación de Puerta de Atocha, pero cuando se acerca ya a la provincia de Lérida entonces la cosa cambia y toman las de Villadiego. Juan Velarde, en Periodista Digital.
Pero que la tentación de humillar no sustituya a la necesidad de criticar políticamente un proceso desarrollado no contra la ley, sino contra la realidad:

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