Mientras escuchaba a Iñigo presentar su libro, presentarse a sí mismo, no podía dejar de pensar en otro libro cuya lectura me conmocionó hace ya muchos años, haciéndome plenamente consciente de todo el sufrimiento que ha causado y sigue provocando la homofobia. Me refiero a El pozo de la soledad, de la británica Radclyffe Hall.
Afortunadamente no estamos en 1928. Muchas cosas han cambiado desde aquella época, cuando Hall y su libro fueron juzgados por obscenidad. Sin embargo, como acertadamente ha señalado en la presentación el Defensor del Pueblo, Enrique Múgica Herzog, en España las leyes en favor de la igualdad, en concreto las que combaten la discriminación o la exclusión del espacio de los derechos de cualquier opción sexoafectiva que no sea la heterosexual, han ido por delante de la conciencia social.
Lo planteaba Iñigo Lamarca con rotundidad: en España dos hombres pueden contraer matrimonio, sí, pero ¿pueden pasear tranquilamente por la calle con las manos entrelazadas?
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