Por qué algunos hombres odian a las mujeres y otros textos feministas
Traducción de Cristina Lizarbe Ruiz
Sexto Piso, 2025
"Ninguna de estas mujeres es feminista. Ninguna es miembro del movimiento de liberación de la mujer. Ninguna ha oído jamás hablar de la autoconciencia feminista. Y aún así, las tres muestran una sintomática influencia de la que sin duda es la creencia más esotérica del movimiento. Las tres, sin una sensibilización específica, están empezando a sentir los efectos de plantearse la experiencia personal de la mujer desde una perspectiva política. Las tres están experimentando esas misteriosas contracciones de la conducta que apuntan a una alteración psicológica. Las tres están recurriendo a la red interconectada de análisis feminista y desahogo emocional que está empezando a inundar el ambiente social y político de la vida estadounidense actual. Las tres, sin haber asistido jamás a un grupo de autoconciencia, han sentido cómo su conciencia despertaba".
Dentro de ese breve volumen hay un puñado de textos que, tomados en conjunto, laten con una intensidad crítica y emocional difícil de igualar: “La peluquería de Bobby”, “Conciencia”, “A juicio por comportarse como un hombre”, “El movimiento de mujeres en crisis”, “Por qué algunos hombres odian a las mujeres” y “Hacia una definición de la sensibilidad femenina”. Escritas en su mayoría en la década de 1970, estas piezas se despliegan como capítulos de un ensayo novelado sobre la conciencia feminista que irrumpió en aquellos años en Estados Unidos conformando la denominada Segunda Ola del movimiento feminista.
El primer texto, “La peluquería de Bobby”, fue publicado originalmente en The Threepenny Review en 2003. A primera vista parece una escena menor: el retrato de una peluquería de barrio en Nueva York, regentada por un estilista gay llamado Bobby. Pero lo que Gornick logra en estas pocas páginas es una especie de etnografía emocional de un tiempo que también es un ensayo sobre la escucha, la identidad y la resistencia cotidiana. Bobby y sus clientas se convierten en personajes de una comedia social cargada de ternura, pero el verdadero protagonista del texto es el vínculo que se crea en ese espacio íntimo y público a la vez: la peluquería como refugio, como confesionario, como escenario donde se representan las pequeñas tragedias cotidianas de la vida en pareja, pero también como espacio donde se encarna un cambio radical de época.
Los otros textos, todos de 1978, y reunidos en su momento en Essays in Feminism, son fruto de la etapa más combativa de Vivian Gornick, cuando estaba inmersa en el torbellino del movimiento feminista. Lo que distingue sus ensayos de muchas otras voces de la época es su capacidad de combinar análisis social con una constante interrogación interior. Para la autora el feminismo no es un dogma, sino una herramienta para mirar el mundo y para mirarse y reconocerse en él.
En “Conciencia” (un texto que me ha encantado) se plantea la tensión entre la liberación exterior y la transformación interior a partir del análisis de los "grupos de autoconciencia" (consciousness-raising groups), característicos de la segunda ola del feminismo en los años 60 y 70. En el salón de una casa, en un aula prestada o un espacio comunitario cualquiera, grupos de mujeres se sentaban en círculo, sin jerarquías ni discursos preparados para, poco a poco, empezar a contar sus historias: el cansancio de cuidar a los hijos sin ayuda, el miedo al caminar solas por la noche, el jefe que las interrumpe constantemente, el marido que toma todas las decisiones en casa. Eran encuentros íntimos, cotidianos, espacios seguros donde las mujeres podían hablar -muchas veces por primera vez- sobre lo que vivían, sin ser juzgadas ni silenciadas. En estos círculos, las mujeres descubrieron una verdad fundamental: lo personal es político. Ese malestar que sentían no era una falla persona, sino el resultado de estructuras sociales profundamente injustas. Y al compartirlo, al ponerlo en palabras, empezaban a entenderlo, a nombrarlo, a combatirlo.
"[U]n grupo de mujeres sentadas en círculo hablando sobre sus experiencias emocionales como si fueran material de análisis cultural es dinamita política".
Los grupos de autoconsciencia no solo ofrecieron consuelo o compañía, sobre todo fueron un semillero de acción política. No eran un ejercicio de terapia; de estas conversaciones surgieron protestas, manifiestos, demandas legales. Se convirtieron en el corazón del feminismo radical, una fuerza que cuestionó no solo las leyes, sino también las costumbres, los roles de género y las relaciones más íntimas. Como afirma Vivian Gornick,
"con la autoconciencia, una no busca explicaciones para sus problemas de conducta en la propia e intransferible historia emocional, sino en el hecho cultural del patriarcado".
La autora reconoce y celebra el entusiasmo y la potencia del feminismo emergente, pero también advierte sus potenciales peligros: el sectarismo, la idealización, la simplificación de lo complejo. La conciencia, no es una consigna, sino un proceso arduo, hecho de rupturas, dudas y reconstrucciones. Sobre esto va otro de los textos que más me han interesado, “El movimiento de mujeres en crisis”, en el que reconoce las fisuras internas del movimiento: los conflictos de clase, las rivalidades personales, las desilusiones, pero reivindica una unidad de fondo que debería llevar a no equivocarse de enemigo:
"Las mujeres que están a cargo de Ms. no son mis hermanas políticas ni mis compañeras de trabajo ni mis amigas del alma. No puedo crear una comunidad natural con ellas. Su visión del mundo no es mi visión del mundo, sus valores no son mis valores. Aun así, son feministas, y por lo tanto somos aliadas en la causa mayor que nos reúne a todas.
Gloria Steinem y Ms. no son el enemigo. El enemigo es el machismo. El enemigo es la ausencia de conciencia feminista. El enemigo es todos los que odian y rechazan activamente la creciente autonomía de las mujeres".
Leer hoy estos textos es como escuchar una grabación antigua que suena, sin embargo, claramente actual. Son textos que combinan la lucidez amarga pero también luminosa de quien ha “mirado largo”, como indica el título original (Taking a Long Look), y ha vuelto a contar lo que ha visto. Y eso -en tiempos de ruido, simplificación y sectarismo- es un acto profundamente político. Un libro que anima al movimiento feminista a profundizar en su tarea de provocar y mantener "ese destello de lucidez que es el responsable directo de que cientos de mujeres en todas partes estén dando su salto de fe feminista".
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