sábado, 20 de julio de 2024

Castillo d'Acher

Empezando a caminar desde el camping de Oza la cumbre del Castillo d'Acher apenas se asoma sobre el bosque. El calor aprieta pero, afortunadamente, la primera parte de la ascensión transcurre por un hermoso y tupido hayedo. Se agradece la sombra. Nos esperan más de 1.200 metros de desnivel.
A unos 1.600 metros, en lo alto del barranco de Espata, el bosque deja paso a las praderas de alta montaña y las hayas son sustituidas por el lirio azul (Iris latifolia), que no da sombra pero es bellísimo.
Desde la linde superior del bosque la imponente muralla del Castillo, aparentemente inexpugnable, se muestra en toda su grandeza. Aún queda un rato para llegar a la cumbre.
Por doquier, miremos hacia donde miremos, otras cumbres reclaman nuestra atención.
Por ahí asoman Petretxema y las Agujas de Ansabere o la Hiru Erregeen Mahia.

¡Cuánta verdad hay en eso que dice Mateo (6, 28-29) sobre los lirios silvestres, creciendo sin trabajar ni hilar y vestidos con más fasto que el rey Salomón!
Dejo atrás el Refugio Forestal de Acher (1.700 m).
Es impresionante el contraste entre la caliza gris, la hierba verde y el rojo de las rocas sedimentarias formadas durante el periodo Pérmico.
Última trepada, por una empinada pedrera, antes de acceder al corazón de la fortaleza,
Para entrar en uno de los lugares más impresionantes de los Pirineos, un amplio valle kárstico y sus sorprendentes "olas", como si una poderosa mano hubiera recortado el borde de la muralla.
Lo más duro ya está hecho. Ahora solo queda recorrer el sendero que, sin gran desnivel, nos lleva hasta la cumbre.
Castillo d'Acher (2.384 m).
En el descenso pude encontrarme con una desconfiada marmota.
Último vistazo, desde el parking de Oza.

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