martes, 9 de agosto de 2022

El señor Peludo

May Sarton
El señor Peludo
Traducción de Blanca Gago Domínguez
Gallo Nero, 2022

"La cosa se ponía interesante. El señor Peludo se agachó sobre la cama, con los bigotes erizados y bien estirados, el hocico de canela temblando ligeramente y la mirada fija en el ratón. Tenía los músculos completamente inmóviles y podía sentir unas leves corrientes eléctricas recorriéndole el espinazo. Las pupilas se le dilataron de excitación y las ancas empezaron a temblarle hasta dar sacudidas, mientras la cola se le movía como un látigo, adelante y atrás. De repente se encontró dando un gran salto en el aire con la cola en forma de arco, y al aterrizar aplastó furioso al ratón con una pata para enviarlo de un brinco al otro extremo de la habitación. Esta vez, se abalanzó para perseguirlo sin esperar siquiera a ver dónde aterrizaba. Corrió hacia él entusiasmado y le propinó unos golpes por todo el pasillo, primero con una pata, luego con la otra, deslizándose ligeramente como un jugador de hockey con un palo y una pelota. Después emprendió una danza de costado, con las cuatro patas muy juntas y la espalda arqueada, hasta que, de pronto, dio un último brinco en el aire, atrapó al ratón con los dientes antes de que este aterrizara y lo llevó triunfante por todo el pasillo".


Tras el hermoso y medicinal Anhelo de raíces y el sereno desasosiego de Diario de una soledad llega este delicioso relato autobiográfico narrado por su protagonista, un orgulloso gato callejero que, un buen día, decide probar a vivir la domesticidad en la casa de dos amigas, "Voz Brusca" (la propia May Sarton) y "Voz Suave" (Judith "Judy" Matlack, su compañera durante más de una década). 
 
May Sarton dedica a ese gato, alter ego de un gato real llamado Tom Jones, la misma atención que dedica en sus obras anteriores al cuidado del jardín y la rehabilitación de su casa o al autodiagnóstico de la depresión y a la reflexión sobre los beneficios y los problemas de la soledad elegida. No hay más que leer el párrafo que he escogido como pórtico de este comentario para percatarse, especialmente si convives con gatos, de la capacidad de Sarton para ponerse en la piel y en la mente de tan complejos seres.

Leyendo la historia (que la autora anima a leer "en voz alta", compartiéndola) me he acordado mucho de otro gato peludo, "Peludín", que se dignó a hacernos un hueco en su vida durante años hasta su muerte en julio de 2019.
 
Por cierto: el ratón con el que se entusiasma el señor Peludo era un ratón de juguete, de modo que cabe asegurar que ningún animal resultó (gravemente) herido durante la escritura y posterior lectura de esta preciosa historia.

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