Steinunn Sigurðardóttir
Heiða. Una pastora en el fin del mundo
Traducción de Enrique Bernárdez
Capitán Swing, 2019
"Sostengo la opinión de que carezco de todo derecho a vender la tierra o el agua de Ljótarstaði, dañando así un territorio que tengo obligación de conservar para el futuro con el trabajo de mi vida. Yo nunca habría querido que mis padres o mis abuelos vendieran la tierra para comprar lápiz de labios y un tractor. Los seres humanos somos mortales; la tierra seguirá viva. Llegará gente nueva, llegarán ovejas nuevas, aves nuevas, y así sucesivamente, pero la tierra, con sus ríos y sus lagos, sus plantas y sus desiertos, seguirá viviendo. Algunos de sus rasgos cambiarán con el paso de los siglos, pero seguirá viviendo".
La islandesa Heiða Guðný Ásgeirsdóttir es una granjera y pastora que durante años se ha enfrentado al proyecto de una empresa energética de adquirir sus tierras y las de otras personas de la zona para construir en ellas un inmenso embalse y una central hidroeléctrica.
En este interesante libro, construido por la escritora y periodista Steinunn Sigurðardóttir a partir de largas conversaciones con Heiða, descubrimos a una mujer independiente y luchadora, enraizada en la tradición rural islandesa, progresista y abierta a la diversidad, comprometida con la defensa del medio ambiente. Una mujer que habla con sencillez y libertad de su día a día en la granja de Ljótarstaði, de su compromiso político, sus apuros económicos, de sus viajes por el mundo participando en concursos de esquilado de ovejas, su participación en encuentros de rimadores, pero también de su vida afectiva y sentimental ("Las cuestiones amorosas carecen de prioridad en mi caso, y soy muy cauta con los compromisos"), sus expectativas de futuro y su lucha contra la depresión (a la que llama "la bestia de la angustia").
Me ha encantado leer este libro. Un libro sencillo sobre una mujer sencilla, pero en absoluto simple, que defiende con alegría y buen juicio una vida igualmente sencilla, centrada en su comunidad y en la naturaleza que las sustenta:
"¿Por qué tendríamos que esperar a que llegue alguien a salvarnos con el absurdo proyecto de destruir nuestra tierra para construir una central eléctrica? Yo estoy en contra de que venga alguien de fuera a salvar nuestras comunidades con sus maravillosas intenciones. La reconstrucción de la actividad empresarial tiene que partir desde dentro, eso está claro. Hemos de reconstruir nuestra vida y nuestro trabajo sin destruir lo que ya tenemos, y esto último es precisamente lo que haría una gran central eléctrica: destruir nuestra tierra y nuestros terrenos agrícolas".
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