La abundancia: Ensayos narrativos
Traducción de Ignacio Villaro Gumpert
Malpaso, 2020
Por más que al librívoro le gusta imaginar que el del libro es un universo ideal consagrado íntegramente a la belleza, la imaginación, la creatividad, la sabiduría y la conversación, igualmente es consciente de que, humano al fin y al cabo, es también un mundo atravesado por las mismas pasiones y actitudes negativas que encontramos en cualquier otro ámbito.
La aparición de Malpaso allá por 2013 añadió atractivo y diversidad a un escenario editorial en castellano que llevaba unos años experimentando un hermoso renacimiento. Un formato cuidado y perfectamente reconocible compensaba una línea editorial aparentemente ecléctica, pero que ofrecía algunos títulos de enorme interés.
Casi desde el principio, la gestión empresarial de Malpaso se vio salpicada por diversas polémicas, hasta acabar enredada en una vergonzosa historia de impagos a trabajadoras y trabajadores del grupo, escritoras y escritores que han publicado con la editorial, imprentas, profesionales que trabajan en la corrección y maquetación de los textos, agentes, literarios y, sobre todo, traductores y traductoras como Ana Flecha Marco (precioso su libro Dos novelitas nórdicas, Mr. Griffin 2019), cuyo combate contra la editorial reclamando el pago correspondiente a su trabajo dio lugar a una inaceptable respuesta por parte del propietario de la editorial y a una poderosa campaña en redes con el hashtag #MalpasoPagaYa, la cuenta de twitter MalPagayCia o la web Maltrago. También se ha hecho eco de estas denuncias la asociación ACE Traductores, que en 2016 rompió toda relación con el grupo Malpaso.
Al librívoro le gustaría abstraerse de toda esta desagradable historia cuando se ha encontrado en su librería con un nuevo libro de Annie Dillard, por la que siente auténtica pasión. Pero no puede. Así que asume la contradicción de comprarlo. No es su única contradicción, tampoco la peor. Pero es una contradicción que le duele: sin el trabajo de tantas traductoras y traductores jamás hubiera podido acceder a miles de obras que le han acompañado a lo largo de su vida. No la justifica, carga con ella. Pero, como lector voraz que a finales de 2017 compró su último libro editado por Malpaso y que desearía poder volver a comprarlos con normalidad, se cabrea por el hecho de que su idealizado universo libresco se vea manchado por unas prácticas y unas formas que van más allá del asunto Malpaso para revelar una realidad caracterizada por la precariedad laboral de un sector cultural absolutamente imprescindible para que nuestra sociedad no naufrague en la idiotez generalizada.
El librívoro se cabrea también por el hecho de que el sello Malpaso lleve a muchas personas a no aproximarse a un libro maravilloso, en el que Annie Dillard, una de las autoras a la vez más carnales y espirituales que podemos leer, lográ transmitir reflexiones y vivencias tan mágicas como la que abre este comentario. O como esta otra:
"Vivo con tranquilidad y con temblores. A veces sueño. me interesa Alicia sobre todo cuando come la galleta que la hace más pequeña. Me reduciría, o me dejaría reducir, para poder yo también pasar por la más sutil de las rendijas, una grieta que sé que hay en el cielo. Ahora justamente estoy buscando la galleta. A veces me abro, como se desgaja una fruta. O soy tan porosa como un hueso viejo, o traslúcida, una condensación tintada del aire como una aguada de acuarela, y miro perpleja a mi alrededor, imaginándome que no hago sombra. A veces cabalgo a lomos de una fe encabritada, agarrándome con una mano y agitando la otra en el aire, y como cualquier temerario le hinco los talones pidiendo sangre, una cabalgada más desbocada, más".
El libro se compone de veintiun ensayos, siete de los cuales ya habían aparecido en castellano en sendas publicaciones de la editorial Errata naturae, Una temporada en Tinker Creek (2017) y Enseñarle a hablar a una piedra (2019), ambas traducidas por Teresa Lanero Ladrón de Guevara. Ya me referí a ellos aquí y aquí. Es una excelente forma de acceder a Anne Dillard sin tener que pasar por la contradicción del librívoro. Errata naturae sí paga por los trabajos de traducción, corrección, maquetación, y hasta es capaz de hacer una parada en su actividad editorial con motivo de la pandemia, para repensarse y para invitar a todo el sector del libro a hacer lo mismo.
Por favor, Malpaso: paga ya.
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