sábado, 18 de julio de 2020

Alimentar a la bestia

Al Alvarez
Alimentar a la bestia
Traducción de Juan Nadalini
Libros del Asteroide, 2020

"Mo tiene una expresión clara y elocuente para definir eso que lo impulsa -a él y a casi todos los escaladores- a buscar la incomodidad; lo llama 'alimentar a la bestia'".


Julian Vincent "Mo" Anthoine (1939-1989) fue un reconocido escalador británico que empezó a escalar en las montañas de Gales, concretamente en el entorno de la localidad de Llanberis, "el centro de la escalada británica", aunque desde los once años practicaba la acampada en solitario. A los diecinueve años fue poseído por la bestia de la escalada, que en los años siguientes le empujaría hasta los Alpes, Nueva Zelanda, los Andes, Patagonia y el Himalaya.

"Pero sucede que la escalada, según Mon, no es un deporte. 'Es un pasatiempo', asegura. 'Incluye el placer. Mientras que un deporte, por definición, incluye la competición. Cuando uno escala compite solo contra sí mismo' [...]. En cierto modo, la escalada es incluso una actividad intelectual, aunque con un requisito indispensable: hay que pensar con el cuerpo. Cada largo plantea una serie de problemas puntuales y específicos: qué agarres usar, y en qué combinaciones, para subir a salvo y consumiendo la menos cantidad de enrgía posible. Hay que calcular cada movimiento con una suerte de estrategia física, en términos de esfuerzo, equilibrio y consecuencias. Es como jugar al ajedrez con el cuerpo".

Su rechazo del montañismo como profesión o como espectáculo mediático y su apuesta por el principio del placer como guía fundamental del alpinismo hizó que muy pocas de sus expediciones recibieran financiación externa: "Mo y sus amigos han viajado a las cordilleras más remotas tal como lo hicieron aquel primer verano en los Alpes: de vacaciones, utilizando sus propios equipos y pagando los gastos de su bolsillo. Una manera de devolverle cierto amateurismo a una actividad cada vez más profesionalizada".

Con el fin de poder seguir alimentando a la bestia, Mo se especializó en equipar expediciones, trabajó como cámara de altura para documentales de montaña, fue el fundador de la empresa Snowdon Mouldings, especializada en el diseño de material de escala de gran calidad, y hasta trabajó como responsable de seguridad y doble en escenas de acción en películas como Cinco días, un verano, La misión o Rambo III.

Al Alvarez, compañero de Mo en algunas de sus escaladas, recrea en este libro algunas de ellas, transmitiéndonos toda la tensión de un precario vivac colgados en una pared helada de los Dolomitas o de un espeluznante descenso en el Karakórum, con uno de los miembros de la expedición con los dos tobillos fracturados y otro, ni más ni menos que el gran Chris Bonington, con síntomas de edema pulmonar.

Pero, sobre todo, se trata de un canto a la amistad y a la pasión por la montaña. Se pueden leer las primeras páginas AQUÍ.


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