sábado, 25 de julio de 2020

Camino de Emaús

Víctor Urrutia Abaigar
Camino de Emaús
Verbo Divino, 2020

"Qué inútil resulta ver
cristianos discretos,
cristianos circunspectos.
Queremos ser quitadolores,
santos y santas Ladrones de Penas,
ser ciudadanos y ciudadanas
en el barrio, a pie de calle,
en la brega".


¡Cuánto, cuantísimo, dejó sembrado Víctor! Tanto que casi tres años después de su fallecimiento seguimos recogiendo sus frutos vitales y generosos.

Primero fue el Víctor sociólogo, el que nos animó a tantas y a tantos a practicar una ciencia social rigurosa, encarnada y comprometida; una sociología útil, sobre todo para las personas y los colectivos más vulnerados. Después, en sus últimos años, nos sorprendió el Víctor poeta, autor de los poemarios El libro de los días (2017) y Memoria de silencios (2018), publicados por Ediciones Vitrubio.Y siempre fue el Víctor comprometido, ciudadano y creyente, con el que tanta vida tuve la fortuna de compartir.

Loli continua espigando entre sus escritos y recuperando poemas como los que conforman este libro, cuya lectura reposada es un regalo para el corazón. Poesía religiosa, espiritual, sí, pero poesía encarnada, universal, profundamente humana. Pedro Casaldáliga, otro maravilloso poeta atravesado por la fe y amigo del mundo ("Si no sabéis quien soy. Si os desconcierta / la amalgama de amores que cultivo: / una flor para el Che, toda la huerta / para el Dios de Jesús". El tiempo y la espera, Sal Terrae 1986) escribe un verso que refleja a la perfección la relación de Víctor con la religión: "Dios nos libre / de seglares / con sotana en el espíritu" (Fuego y ceniza al viento, Sal Terrae 1984). La poesía religiosa de Víctor esta escrita sin sotanas en el alma. Un buen ejemplo es su poema "Sed de realidad":

Cuando la realidad nos inunda
y desborda nuestras venas
con su sangre.

Cuando vivimos tiempos de mutilación,
de mentiras paliativas,
de sentimientos puestos
al sol que más calienta.

Cuando vivimos tiempos
carentes de misericordia,
de soledades amuralladas
estériles para la concordia.

Golpean nuestras puertas
los dioses de la felicidad.

En el desierto de la verdad,
de la luz sin sombras,
busco al Dios prójimo,
al Dios de la humanidad esperanzada.

Como señala Rafa Aguirre en su hermoso prólogo: "Este libro es un tesoro para quienes tuvimos la suerte inmensa de gozar de la amistad de Víctor, porque nos reencontramos con él y con lo que más estimaba, con el secreto de su personalidad ejemplar y entrañable". Estoy seguro de que también será un tesoro para quienes, sin haber conocido a Víctor, se reconocerán en su mirada limpia, sincera, compasiva y esperanzada.

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