lunes, 6 de abril de 2020

Lo que han oído es cierto

Carolyn Forché
Lo que han oído es cierto. Testimonio y resistencia
Traducción de Martín Schifino y María Luz Nóchez
Capitán Swing, 2020

"A lo largo de los años me han preguntado por qué, siendo una poeta norteamericana de veintisiete años que hablaba español a trompicones y no sabía nada de Centroamérica, acepté la invitación que me hizo un casi desconocido de pasar tiempo en un país al borde de la guerra. Y por qué aquel extraño, considerado un lobo solitario, un comunista, un agente de la CIA, un campeón de tiro y un pequeño cafetalero, se interesó por una ingenua poeta norteamericana. Como dijo un hombre: ¿qué tiene que ver la poesía con nada?".

Entre enero de 1978 y marzo de 1980 Carolyn Forché viajó en siete ocasiones a El Salvador, donde permaneció durante largas temporadas. Lo hizo en un clima prebélico ("Digamos que esto es Vietnam [...] En 1959"), cargado de tensión, cuando ya empezaban a manifestarse las atrocidades que entre 1979 y 1990 causaron alrededor de 75.000 muertos, un millón de desplazados y otro millón de emigrantes (muchos de ellos exiliados políticos)... ¡en una pequeña nación que en 1980 no llegaba a los 5 millones de habitantes!

El libro de María López Vigil y Jon Sobrino, La matanza de los pobres. Vida en medio de la muerte en El Salvador (Ediciones HOAC, Madrid 1993), es una referencia imprescindible para aproximarnos a esa terrible realidad, auténtico viaje al corazón de las tinieblas.

En El Salvador conoció al arzobispo Oscar Romero y al teólogo y filósofo Ignacio Ellacuría: ambos serían asesinados. Despidió por última vez al dirigente sindicalista José Rodolfo Viera; vivió atenazada por el miedo a ser desaparecida por los escuadrones de la muerte; buscó infructuosamente el cadaver de una joven danesa asesinada tras verse obligada a presenciar la tortura y muerte de su esposo; trabajó en la oficina de derechos humanos de la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas" (UCA); vió campos de cultivo quemados y animales domésticos muertos a tiros; se reunió con jóvenes estudiantes que luchaban por la libertad y la democracia arriesgando sus vidas; durmió en las champas de las familias campesinas, compartiendo con ellas su precaria existencia; contribuyó a evitar una matanza al interponerse entre centenares de campesinos que huían del Ejército y los soldados armados que rodeaban la iglesia en la que se habían refugiado, haciéndose pasar por periodista norteamericana, testigo de lo que pudiera ocurrir; caminó por El Playón, un "tiradero de cadáveres" donde los buitres "están tan gordos por la carne que son incapaces de volar"...

También se reunió con empresarios y militares, a instancias de Leonel, sin tener conciencia de cuál era su papel  en esos encuentros ni cómo era posible que tales reuniones tuvieran lugar.


Tras finalizar el libro, la pregunta sigue en pie: ¿por qué aceptó la invitación del misterioso, excesivo y extravagante Leonel Gómez de viajar con él a El Salvador? Lo que sí sabemos es el resultado de esta aceptación: "Fue como si me pusiera justo delante del mundo, me quitara la venda y me ordenara abrir los ojos", confiesa la autora. Abrió los ojos y contó lo que vió: en conferencias impartidas a lo largo y ancho de Estados Unidos, en universidades, librerías, iglesias, centros comunitarios... y mediante sus poemas.

Gracias a este libro he descubierto a una poeta con dos libros publicados en castellano, El país entre nosotros y Juntemos las tribus, que ya he encargado para cuando acabe el confinamiento. Porque la poesía tiene que ver con mucho...

"-Creo que no lo entiendes, Leonel. Soy poeta. ¿Sabes que piensan de los poetas aquí? Nos consideran bohemios, o románticos o locos. [...] No tenemos credibilidad. [...] La poesía no interesa a nadie.
Pareció sorprendido.
-Bueno, eso habrá que cambiarlo. En mi país, como en el resto de América Latina, se toma a los poetas muy en serio. Los nombran en puestos diplomáticos, o los asesinan, o los mandan a la cárcel, pero de un modo u otro los toman en serio".

2 comentarios:

fabián dijo...

Eskerrik asko, Imanol
Una vez más, me abres el apetito de lecturas incómodas, comprometidas y desasosegantes, de esas que enganchan; que te enganchan de la conciencia y tiran de ti hacia abajo, hacia las realidades dolorosas e insoportables de nuestra bien domesticada sociedad. Gracias. Yo tembién estoy tirando de baldas con pedigree y solera. Y se da un fenómeno curioso: aparqué libros que ahora me dicen el triple que hace 20 años. Veo que tengo otros ojos y que esas letras me succionan y me meten de lleno entre sus líneas, a navegar. Son aguas cuyos temporales ahora puedo capear con un poquito más de pericia.
Abrazo
fabián

Imanol dijo...

Un abrazo, Fabián.
Y un placer compartir contigo inquietudes y lecturas.