viernes, 10 de abril de 2020

Supervivencia de las luciérnagas

Georges Didi-Huberman
Supervivencia de las luciérnagas
Traducción de Juan Calatrava
Abada Editores, 2012

"Pero una cosa es designar la máquina totalitaria y otra otorgarle tan rápidamente una victoria definitiva y sin discusión. ¿Está el mundo tan totalmente sometido como han soñado -como proyectan, programan y quieren imponernos- nuestros actuales «consejeros pérfidos»? Postularlo así es, justamente, dar crédito a lo que su máquina quiere hacernos creer. Es no ver más que la noche negra o la luz cegadora de los reflectores. Es actuar como vencidos: es estar convencidos de que la máquina hace su trabajo sin descanso ni resistencia. Es no ver más que el todo. Y es, por tanto, no ver el espacio -aunque sea intersticial, intermitente, nómada, improbablemente situado- de las aberturas, de las posibilidades, de los resplandores, de los pese a todo".

El 1 de febrero de 1975, nueve meses antes de su terrible asesinato, Pier Paolo Pasolini publica en el Corriere de la Sera un artículo titulado "Il vuoto del potere in Italia" (El vacío del poder en Italia), uno de sus textos más conocidos y reconocidos, incluido posteriormente en su libro  Scritti corsari, del que existe traducción al castellano (Escritos corsarios, Planeta 1983, traducción de Mina Pedrós) con el título por el que desde entonces ha sido miles de veces citado: "L'articolo delle lucciole", el artículo de las luciérnagas:

"A inicios de los años sesenta, por la polución del aire y sobre todo en el campo por la contaminación del agua (los azules ríos y las balsas transparentes) empezaron a desaparecer las luciérnagas. El fenómeno fue fulminante y fulgurante. Al cabo de pocos años ya no había luciérnagas. (Ahora son un recuerdo, bastante desgarrador, del pasado, y un hombre viejo que tenga ese recuerdo no puede reconocerse a sí mismo de joven en los nuevos jóvenes y no puede ya tener las hermosas añoranzas de antaño).
Ese «algo» que pasó hace unos diez años lo llamaré, pues, «desaparición de las luciérnagas»"
.

En este artículo, políticamente demoledor, Pasolini denunciaba "la continuidad entre fascismo fascista y fascismo democristiano", que él consideraba "completa y absoluta" y proclamaba en consecuencia su profunda e incurable decepción ante el pueblo italiano, ese mismo pueblo al que había consagrado su obra poética, ensayística y cinematográfica, pero que ahora lo ve "convertido (sobre todo en el centro y en el sur) en un pueblo degenerado, ridículo, monstruoso, criminal" por su sometimiento al poder del consumo.

Otro gran escritor italiano, Leonardo Sciascia, retomará la reflexión pasoliniana sobre las luciérnagas en su libro El caso Moro (Argos Vergara 1979, traducción de Atilio Pentimalli; reeditado por Tusquets en 2012), escrito en agosto de 1978, tras el secuestro (16 de marzo) y asesinato (9 de mayo) de Aldo Moro por las Brigadas Rojas. Si bien se trata de un libro de gran interés (literario y político), ahora me fijo exclusivamente en la enmienda esperanzada que Sciascia hace a su amigo Pasolini al comienzo de la obra con un hermoso guiño:

"Anoche, al salir para dar un paseo, vi una luciérnaga en la hendidura de un muro. No veía luciérnagas, en estos campos, desde hace por lo menos cuarenta años [...]. No podía, de buenas a primeras, pensar en un regreso de las luciérnagas, tras tantos años de haber desaparecido. Ahora ya no eran más que un recuerdo de la infancia [...]. Y he aquí que -piedad y esperanza- ahora escribo para Pasolini, como reemprendiendo tras más de veinte años una correspondencia: «Las luciérnagas que creías extinguidas empezan a regresar. Vi una, anoche, después de tantos años. Y lo mismo ocurrió con los grillos: durante cuatro o cinco años no los escuché, y ahora las noches están inmensamente henchidas de su canto»".

Necesitaba hacer este largo excurso para poder clarificar lo que más me ha impactado de este breve pero complejo y poliédrico ensayo de Didi-Huberman, que profundiza en el recurso pasoliniano a la desaparición de las luciérnagas como imagen de la radical crisis de esperanza histórico-política en la que se vio sumido Pasolini entre 1941, cuando escribe sobre la enorme cantidad de luciérnagas que contempló una noche en Pieve del Pino ("abbiamo visto una quantità immensa di lucciole"), y su famoso artículo de 1975.

Recurriendo a Walter Benjamin, a Giorgio Agamben, a Jacques Derrida, a Guy Debord o a Hannah Arendt, combinando la reflexión filosófica con su conocimiento de historia y teoría de las imágenes, Didi-Huberman construye un extraodinario texto sobre la esperanza y la desesperanza políticas, concluyendo que la "desaparición de las luciérnagas" tuvo más que ver con la forma en que Pasolini empezó a mirar e interpretar la realidad italiana que con ninguna desaparición "real":

"Pero, a nosotros, que lo leemos hoy en la emoción, la admiración y el asentimiento, se nos plantea ahora la siguiente cuestión: ¿por qué Pasolini se engaña tan desesperadamente y radicaliza así su propia desesperación? ¿Por qué nos ha inventado la desaparición de las luciérnagas? ¿Por qué su propia luz, su propio fulgor de escritor político, han venido de golpe a consumirse, extinguirse, desecarse, aniquilarse por sí mismos? Porque no son las luciérnagas las que han sido destruidas, sino más bien algo central en el dese o de ver -en el deseo en general y, por tanto, en la esperanza política- de Pasolini".

Sabiendo que "nuestra manera de hacer política" depende muy fundamentalmente de "nuestra manera de imaginar", Didi-Huberman nos invita a no dejar de buscar y admirar las luciérnagas que siguen aleteando e iluminando nuestro mundo, pues ahí (o aquí) están. Eso sí, sin caer en el voluntarismo ingénuo y sabiendo que no es fácil descubrir su resplandor; al fin y al cabo, "hacen falta alrededor de cinco mil luciérnagas para producir una luz equivalente a la de una única vela".

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