domingo, 6 de septiembre de 2009

¿Drogas? ¡Qué guay!

EL PAÍS publica en su edición de País Vasco una entrevista con la directora de Drogodependencias del Gobierno vasco. Celina Pereda conoce bien las terribles consecuencias personales y sociales que provoca el consumo de drogas: no en vano, bajo su presidencia, Médicos del Mundo puso en marcha la sala de venopunción o narcosala de Bilbao. En esta ocasión la conversación versa sobre las otras drogas, sobre las denominadas "legales": el alcohol y el tabaco. La entrevista termina con una reflexión que cabe aplicar, en cualquiera caso, tanto a unas como a otras: "La sociedad en su conjunto debe plantear el modelo de ocio, de consumo, y las administraciones liderar las propuestas y hacerlas posibles. Hay que debatir entre toda la sociedad el modelo de consumo, dónde quedan los valores de la relación personal, el respeto. Es un trabajo en el que estamos implicados todos".
Sorprende, por eso, el uso banal que en ese mismo diario se hace de la metáfora droga en sus páginas de Economia, en un artículo titulado: "Dejar las drogas (pero no ahora)".
Algo parecido ocurre con otro diario este domingo. EL CORREO recoge en sus páginas un reportaje acompañando al gran Fito Cabrales mientras recorre las calles del barrio bilbaíno en el que nació. Joven en una época en la que la droga asoló las calles de Euskadi y de España, Fito recuerda cómo estas dieron con él en una clínica de rehabilitación: "Fue el speed y no la coca ni la heroína, porque era lo que se llevaba entre las bandas en Euskadi. Pero era una cosa cultural, creías que para tocar en un grupo tenías que hacerlo. A veces los músicos cometemos el error de pensar que el talento está en las drogas".
Por eso sorprende el uso frívolo que en ese mismo diario se hace de la metáfora drogas en una crónica en su sección Sociedad a propósito de la clausura del Festival de Radio y Televisión de Vitoria. "El último chute", lo titulan, y en el mismo se escribe cosas como esta: "Lástima que la de ayer fuera la última píldora de evasión. A partir de mañana, llegará el síndrome de abstinencia. Después del subidón, el gran bajón... Pero antes tocaba disfrutar del último chute. El más cañero, con perdón del maremoto físico-químico del viernes".
No es por ponerme estrecho, en serio. Pero me parece que algo no funciona bien en el mundo de la información cuando en un mismo día dos periódicos serios incluyen en sus páginas mensajes tan contradictorios.

2 comentarios:

Martín Barriuso dijo...

El consumo de drogas es un fenómeno diverso, cuyas consecuencias incluyen aspectos negativos y positivos. Hablar sin más de las "terribles consecuencias del consumo" es un tópico inexacto y totalmente sesgado. ¿Tomarse unos tragos es siempre fuente de terribles problemas, o es más bien una minoría la que sufre problemas graves de alcoholismo, mientras la mayoría social consume alcohol de manera moderada y razonable?

La visión del uso de ciertas drogas como algo intrínsecamente malo no solo es falsa, sino que suele servir de coartada para políticas prohibicionistas y excluyentes, de efecto contraproducente, en cuyo diseño se margina precisamente a los sectores más afectados por las mismas. La visión del uso de drogas como algo malo per se contribuye a esa exclusión, al fin y al cabo ¿quién daría opción de opinar a gente tan loca como para hacer a sabiendas algo que solo le perjudica gravemente sin aportar nada positivo? Creo que deberías revisar tu visión del tema, Imanol, no en vano ese tipo de discurso sirve de coartada para políticas profundamente antidemocráticas y para mantener en marcha la nada metafórica guerra contra las drogas. Tomar drogas no es malo ni bueno, todo depende de quién, cómo, dónde, cuándo, cuánto, y con qué frecuencia las tome. O sea, lo mismo que para cualquier otra actividad humana.

Un saludo.

Imanol dijo...

Kaixo Martin. La referencia a esas consecuencias está asociada a otra referencia muy concreta, cual es la serie de circunstancias que llevan a la apertura de la sala de venopunción de Bailén. En este caso creo que sí, que cabe hablar sin que sea exagerado de consecuencias terribles.
Sin entrar en el debate que planteas -sobre la bondad o maldad de las drogas- supongo, en todo caso, que podremos estar de acuerdo en que esa mezcla de géneros narrativos y perspectivas sobre el consumo de drogas que se hace en los diarios en cuestión no es una buena forma de abordar la cuestión.
Un abrazo.