lunes, 18 de mayo de 2009

Benedetto Benedetti


Se nos ha muerto Mario Benedetti. O eso nos dicen. No acabo de creérmelo. ¿Puede morirse la vida? Por si acaso, no como obituario sino como recordatorio, escribo estas líneas. Unas líneas que podían haber sigo escritas igualmente ayer o hace diez años, o mañana, o dentro de dos lustros. Porque aún muerto, Benedetti está ahí, hoy como ayer, como lo estará mañana, para iluminarnos la existencia.


Yo son benedettiano. Llevo años siéndolo. Escoger entre su amplísima obra es como elegir qué dedo cortarme. Pero me arriesgo y elijo; obra, no dedo.


¿Un artículo de opinión? Podría ser otro, pero si de elegir se trata escojo el titulado Chicago no nos representa, publicado en EL PAÍS el 9 de enero de 1983, y recogido junto con otros artículos en el libro El desexilio y otras conjeturas (El País, Madrid 1984). Un fragmento de ese artículo:


"Cada mujer y cada hombre saben que al final de su trayecto los espera inexorable la muerte propia, pero la única forma de trascender y vencer ese destino es tener conciencia y seguridad de que la humanidad ha de sobrevivir, ha de continuar, ha de reivindicar la vida. Nunca ha sido tan urgente y tan imperioso que pongamos nuestros actos, nuestras palabras y nuestras imágenes al servicio de la humanidad. Nunca ha sido tan imprescindible como ahora que la cultura bregue por la salvación del hombre".


De entre su extensa producción de cuentos, novelas y obras de teatro, os propongo volver a Pedro y el capitán (Alianza, Madrid 1988), estremecedora conversación entre un torturador y su víctima. Estas son las "razones" del verdugo, las mismas que podría esgrimir un terrorista:


"Antes me preguntaste por la familia. Sí, tengo mujer y un casalito. El varón, de siete años; la niña, de cinco. Es cierto que a veces, cuando llego del trabajo, es difícil enfrentarlos. Aquí no torturo, pero oigo demasiados gemidos, gritos desgarradores, bramidos de desesperación. A veces llego con los nervios destrozados. Las manos me tiemblan. Yo no sirvo demasiado para este trabajo, pero estoy entrampado. Y entonces encuentro una sola justificación para lo que hago: lograr que el detenido hable, conseguir que nos dé la información que precisamos. Es claro que siempre prefiero que hable sin que nadie lo toque. Pero ese ejemplar ya no se da, ya no viene. Las veces que conseguimos algo, es siempre mediante la máquina. Es lógico que uno sufra de ver sufrir. Dijiste que no era insensible, y es cierto. Entonces, fijate, la única forma de redimirme frente a los niños, es ser consciente de que por lo menos estoy consiguiendo el objetivo que nos han asignado: obtener información. Aunque a ustedes tengamos que destruirlos. Es de vida o muerte. O los destruimos o nos destruyen. Vida o muerte. Vos metiste el dedo en la llaga cuando mencionaste mi familia. Pero también me hiciste recordar que de cualquier manera tengo que hacerte hablar. Porque sólo así me sentiré bien ante mi mujer y mis hijos. Sólo me sentiré bien si cumplo mi función, si alcanzo mi objetivo. Porque de lo contrario seré efectivamente un cruel, un sádico, un inhumano, porque habré ordenado que te torturen para nada, y eso sí es una porquería que no soporto".


Y un poema... ¡Esto sí que es difícil! Escoger un sólo poema de entre la maravillosa producción poética de Benedetti. Internet está lleno de páginas, páginas, páginas y más páginas con sus versos. Pero me he comprometido a elegir, y sólo por ese compromiso -benedettismo puro y duro- escojo Croquis para algún día, largo poema recogido en el libro Inventario. Poesía 1950-1980 (Visor, Madrid 1980). Sólo dos fragmentos:



Ni una uña más allá de la justicia

nuestra ventaja y nuestra desventaja

es que vivos o muertos

jodidos o triunfantes

nos hemos prohibido ser inmundos

/.../

todo es legítimo o es nulo todo

es según el dolor con que se mira.



Benedetti, en fin. Como el Sur, aún tras su muerte, también existe.

1 comentario:

pablo zabala dijo...

.............

No te rindas, por favor no dedas

Auque el frio queme
aunque el miedo muerfa
aunque el sol se ponga y se calle el viento.

aun hay fuego en tu alma
aun hay vida en tus sueños

Porque cada dia es un comienzo nuevo
Porque estas e sla hora y el mejor momento

Porque no estas sola
porque yo te quiero.

M.Benedetti


Palabra simples, emociones intensas, sentimientos profundos. Un gran ser humano. Descanse en paz.