domingo, 28 de septiembre de 2025

Una nueva tierra salvaje

Diane Cook
Una nueva tierra salvaje
Traducción de Inés Clavero y Montse Meneses Villar
Galaxia Gutenberg, 2022

"En el principio eran veinte. Oficialmente, esas veinte personas estaban en la Reserva en calidad de participantes de un experimento para estudiar el impacto de las personas en la naturaleza, dado que, ahora que toda la tierra estaba destinada a la obtención de recursos -petróleo, gas, minerales, agua, madera, alimento- o al almacenamiento -basura, servidoras, residuos tóxicos-, ese tipo de interacciones era cosa del pasado.
Pero la mayoría de esas veinte personas tenía poca idea de ciencia, y a muchas de ellas ni siquiera les preocupaba la naturaleza. Aquellas veinte personas tenían los mismos motivos que siempre han impulsado a la gente a dejarlo todo atrás y aventurarse a un lugar desconocido. Se fueron a la Reserva porque no había otro sitio al que ir.
Habían querido escapar de la Ciudad, donde el aire era veneno para los niños, las calles estaban abarrotadas e insalubres y las hileras de rascacielos se extendían hasta más allá del horizonte. Además, puesto que toda la tierra que no había subsumido la Ciudad servía para sustentarla, era como si todo el mundo viviera en ella. Lo quisieran o no. Así que, aunque un par de aquella veintena hubiera ido a la Reserva en busca de aventura y otro par, de conocimiento, casi todos habían huido convencidos de que, de algún modo, su vida dependía de ello".
 
 
Diane Cook imagina y describe un futuro que, sin ser distópico en el sentido más clásico, resulta ominosamente cercano: un mundo en el que las ciudades se han vuelto prácticamente inhabitables por la contaminación, la superpoblación y la degradación ambiental; como señala en un momento, en la Ciudad tan solo quedaban "diez árboles". Frente a este escenario, surge un experimento radical: un grupo de personas voluntarias es trasladado a una “Naturaleza” protegida, una vasta área salvaje donde no existen infraestructuras ni comodidades modernas, y donde su única tarea es sobrevivir sin dejar huella.

La trama de la novela gira sobre los personajes de Bea, su hija Agnes, y la pareja de Bea, Glen, quienes ingresan en este programa porque la salud de la niña, gravemente afectada por el aire contaminado de la ciudad, depende de escapar de ese entorno envenenado. Con esta base la autora construye un relato que entrelaza maternidad, supervivencia y ecología política. La pregunta que atraviesa el libro es doble: ¿qué significa vivir en armonía con la naturaleza cuando nuestra mera presencia la transforma? ¿y qué significa, en ese contexto, cuidar y educar a una hija?

Uno de los mayores logros de la novela es la manera en que transforma la experiencia de la maternidad en un ejercicio brutal de resistencia física y moral. Bea oscila entre el instinto de proteger a Agnes de los peligros inmediatos -el hambre, el clima, los animales, los otros miembros del grupo- y el reconocimiento de que la niña, criada en este nuevo entorno, se está adaptando de un modo que ella, con sus hábitos urbanos, nunca podrá. La naturaleza no es, para Agnes, un refugio temporal, sino el único mundo que conocerá; y esa diferencia genera un conflicto sutil pero profundo entre madre e hija.

"Agnes revoloteaba entre los arbustos, cotorreando y batiendo los brazos, mientras los pájaros, bloqueados por los frenéticos aspavientos de su hija, protestaban con agudos gorjeos. Era increíble. Bea recordó cuando Agnes no podía ni levantar la cabeza de la almohada manchada de sangre [...] Nunca olvidaría el sentimiento que le dejó la conversación con Glen. [...] Esa de no-nos-queda-otra. [...] ¿Es que sus necesidades ya no importaban? Bea se estremeció ante su frialdad de corazón. Se golpeó la cabeza por un lado para sacudirse su pérdida de humanidad. [...] ¿Esto es la maternidad?, se preguntó, furiosa y abatida, intentando desprenderse de sí misma para liberar sus brazos y sostener con ellos a Agnes".

La historia se aleja totalmente de cualquier visión romántizada de lo salvaje. La Reserva es un espacio implacable: largas caminatas, enfermedades sin cura, caza brutal para conseguir alimento, accidentes y muertes imprevistas. Y, como extemporáneo contraste, la permanente supervisión de los Agentes Forestales que controlan todos sus movimientos y los impactos de estos sobre el entorno. En este sentido, la novela se puede leer como una fábula ecológica que advierte sobre el precio de la modernidad y la fragilidad de nuestros intentos de control sobre el medio ambiente.

El grupo de voluntarias y voluntarios funciona como un microcosmos social: alianzas, jerarquías, tensiones por el liderazgo, traiciones y lealtades que surgen de la necesidad extrema. En este retrato se insinúa otra de las preocupaciones de la autora: incluso en un experimento diseñado para volver a lo esencial, los seres humanos reproducen dinámicas de poder, exclusión y violencia. ¿Podemos reinventarnos en un nuevo entorno "natural", o  estamos condenadas a reproducir, una y otra vez, las mismas estructuras que arruinaron nuestro mundo?

Diane Cook combina descripciones precisas de la vida al aire libre con una prosa contenida, a veces áspera, que transmite la fatiga y el rigor de la supervivencia. La lectura se convierte en una experiencia inmersiva que nos hace compartir la rutina agotadora (caminar, cazar, enterrar, seguir caminando) de las y los personajes. 

"Al cabo de un tiempo, las armas, las tiendas y los sacos de dormir se rompieron. De modo que aprendieron a curtir pieles, a coser con tendones, a cazar con arcos hechos a mano, a dormir plácidamente  en el suelo y al raso. La sal fue lo que más duró. Y cuando se terminó, se dieron cuenta de que la comida de verdad sabe a tierra, a agua y a esfuerzo".

Como he señalado más arriba, lo inquietante de esta historia es que nunca se siente como una fantasía lejana. La ciudad inhabitable de la que huyen Bea y Agnes se parece demasiado a las urbes actuales, marcadas por el aire sucio, la acumulación de desechos y la desigualdad social. Y la “naturaleza prístina” del experimento remite a los debates actuales sobre conservación, desplazamiento de comunidades y control estatal de los territorios. En el fondo, la novela no habla de un futuro hipotético, sino de un presente en el que la tensión entre devastación ambiental y nostalgia por lo salvaje ya es palpable.

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