lunes, 15 de abril de 2024

Los reyes de la casa

Delphine de Vigan
Los reyes de la casa
Traducción de Pablo Martín Sánchez
Anagrama, 2023 (4ª ed.)

"Aquella niña exhibida de la mañana a la noche, aquella niña a la que podía verse en chándal, en pantalones cortos, con vestido, en pijama, disfrazada de princesa, de sirena o de hada, aquella niña cuya imagen había sido difundida hasta la saciedad, se había esfumado.
Como si una mano invisible hubiese decidido rescatarla súbitamente de las miradas ajenas, de aquel mundo repleto de marcas y símbolos en el que había crecido".


Aunque sólo fuera una historia (más) sobre las consecuencias de la permanente exposición pública de cada vez más aspectos de nuestra vida privada (eso que se ha dado en llamar "extimidad" y que Paula Sibilia analiza certeramente en La intimidad como espectáculo) ya merecería mucho la pena esta novela de Delphine de Vigan. Por la autora, pero también por la trama, una perfecta historia policíaca (con un giro sorprendente) plena de finura sociológica para cartografiar una de las características más definitorias de nuestro tiempo:

"Una época en que era normal que te grabaran incluso antes de nacer. ¿Cuántas ecografías se publicaban cada semana en Instagram o en Facebook? ¿Cuántas fotos de niños, de familias, cuántos selfis? ¿Y si la vida privada no fuese más que un concepto anticuado, obsoleto o, peor incluso, una ilusión? [...]
No había ninguna necesidad de mostrarse para ser visto, seguido, identificado, catalogado, clasificado. La videovigilancia, la trazabilidad de las comunicaciones, de los desplazamientos, de los pagos, la multitud de huellas digitales dejadas por todas partes habían modificado definitivamente nuestra relación con las imágenes, con la intimidad. ¿De qué sirve esconderse si somos tan visibles?, parecía preguntarse toda aquella gente, y probablemente tuvieran razón".

Una novela desasosegante que bucea en el Unheimlich, en esa dimensión siniestra que tantas veces contiene la vida cotidiana y familiar. Que se lee de un tirón y deja un regusto amargo. ¿En eso nos estamos convirtiendo? No será porque nos nos han avisado...

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