La bajada hacia Bolintxu nos introduce en un maravilloso bosque de ribera.
Se escucha mucho antes de que podamos verlo. El ruido continuo -¡bom, bom, bom!- de los coches atravesando el innecesario viaducto de Bolintxu. Se acabó la magia de un lugar muy especial, donde antes sólo se escuchaba el rumor del agua y el canto de los pájaros. Qué pena.
Cascada del Bolintxu.
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