Entre nosotras: una antología
Selección, introdución y traducción de Michel Lobelle
Visor, 2019
"En todas las categorías, por minoritarias que fueran, era una forastera: forzaba, con la abundancia irrefrenable de la diversidad que sentía ser, una minoría más en el grupo menos visible o más silenciado. En el movimiento feminista era negra, y se encontraba con que el racismo condicionaba la mirada y la actitud de las mujeres blancas; en el movimiento de liberación negra era mujer, así que tenía que sobrevivir al machismo de sus compañeros; además, era lesbiana, y esto despertaba reticencias y rechazos en ambos movimientos; y su pareja era blanca, lo que conllevaba un cuestionamiento racial de las compañeras que aceptaban su sexualidad; y era madre, y esto rompía con los patrones heteropatriarcales de la crianza" (Michel Lobelle).
Leer a Audre Lorde es asumir que te van a partir la cara, que vas a ser interpelada, cuestionada, removida. No es solo cuestión de que quien esto firma sea un varón-blanco-heterosexual; como bien indica Michel Lobelle, Lorde era diversidad sentida, vivida, interseccionalidad encarnada, cuestionamiento de cualquier identidad que se pretenda unívoca. Fijémonos, si no, en los primeros versos de su poema "Entre nosotras":
Hubo un tiempo en que al entrar en una habitación
mis ojos solían buscar las caras negras
para el contacto o el consuelo o un signo
de que no estaba sola
ahora
al entrar en una habitación llena de caras negras
que me destruirían por cualquier diferencia
¿adónde mirarán mis ojos?
Hubo un tiempo en que era fácil
saber quién era mi gente.
La poesía de Audre Lorde, al menos la recogida en esta antología, es rabia y es memoria, orfandad y tormentas ("El árbol de la rabia tiene tantas raíces /que a veces las ramas se hacen trizas /antes de dar fruto"). Es también amor y sexo ("Canta tierra y bendíceme con lo más rico / haz que el cielo haga fluir miel de mis caderas"), maternidad y sororidad ("como mujeres estamos hechas para sangrar / pero nbo esta sangre malbaratada /cada mes mi sangre un memorial / de mis hermanas no pronunciadas que caen / como rojas gotas sobre el asfalto").
Lorde , autora de esa famosa sentencia que dice que "las herramientas del amo nunca desmontan la casa del amo" (en La hermana, la extranjera, traducción de María Corniero Fernández, editorial Horas y horas, 2003), es sobre todo una poeta que llama a la acción, al compromiso, a la militancia:
Hay mujeres que esperan
que algo cambie pero
nada cambia
así que se cambian
a sí mismas.
Amén.
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