lunes, 23 de noviembre de 2020

Secretos a voces

Alice Munro
Secretos a voces
Traducción de Flora Casas
Debolsillo, 2016 (RBA, 2010)

"Pero no me sentía abatida. Había hecho un cambio drástico en mi vida, y a pesar de los remordimientos que experimentaba a diario, me sentía orgullosa. Como si al fin hubiera salido al mundo, con una piel distinta. Sentada a la mesa, prolongaba una taza de café o una sopa una hora, aferrándola con las manos mientras mantenía algo de calor. Leía, pero sin ningún objetivo concreto. Frases sueltas de los libros que siempre había querido leer. A veces, esas frases me resultaban tan gratas, o tan esquivas o maravillosas, que abandonaba el resto de las palabras y me sumía en un estado de ánimo especial. Despierta y somnolienta, aislada de la gente pero al mismo tiempo consciente de la ciudad en sí misma, que se me antojaba un lugar extraño".

Ocho relatos de la Nobel canadiense Alice Munro. Ocho inmersiones en otras tantas historias protagonizadas por mujeres en contextos temporales y geográficos diversos, pero siempre complicados. Mujeres que sufren, pero que Munro no describe como víctimas. 

Una bibliotecaria soltera que es testigo de las tragedias de las y los habitantes del pequeño pueblo de Carstairs, durante los años finales de la Primera Guerra Mundial y en plena epidemia de "gripe española", esperando el regreso de un vecino del pueblo a quien no conoce, convaleciente en un hospital militar, con el que inicia una improbable relación epistolar. Una joven campesina grandullona, independiente y salvaje, que nunca había pensado en el matrimonio y a quien sus amigas y vecinas jamás hubieran imaginado casada ve como en su vida se cruza un rico forastero que le declara su amor (otra relación improbable) y acaba casándose por la presión de sus amigas, residiendo en Australia con su marido y viviendo un sin fin de aventuras:

"'He engordado tanto que ni la reina de Tonga', escribió Dorrie desde Australia, años más tarde. En una fotografía se veía que no exageraba. Tenía el pelo blanco, la piel morena, como si se le hubieran disparado todas las pecas y después se le hubiesen juntado. Llevaba un vestido enorme, con colores como de flores tropicales. Con la llegada de la guerra se acabó la posibilidad de viajar, y cuando terminó, Wilkie se estaba muriendo. Dorrie se quedó en Queensland, en una finca enorme en la que cultivaba caña de azúcar y piñas, algodón, cacahuetes, tabaco. A pesar del volumen que tenía, montaba a caballo, y había aprendido a pilotar aviones. Realizó viajes ella sola por aquella parte del mundo, había cazado cocodrilos. Murió en los años cincuenta, en Nueva Zelanda, mientras escalaba una montaña para ver un volcán".

Más historias. Una mujer norteamericana que viaja sola por Europa es atacada mientras atraviesa en compañía de un guía las salvajes montañas de Albania, se recuperará en un inhóspito poblado y se adaptará a la vida de sus habitantes hasta el punto de romper con su vida anterior. Una chica desaparecida entre sospechas que apuntan a un vecino. Una mujer a quien su pareja abandona por otra mucho más joven, con la que emigra a Australia, decide unos meses después vender todas sus pertenencias e instalarse cerca de la casa de su exmarido, con quien empieza a cartearse. También se narra mediante un intercambio de cartas la historia de una muchacha casada por encargo -"En Navidad, mi hermano me dijo que pensaba que la casa estaba en condiciones suficientemente buenas para que trajese una esposa [...]. Me dijo que no conocía a ninguna, pero que se había enterado de que se podía escribir al orfanato y preguntar si había alguna muchacha que pudieran recomendar y que estuviera dispuesta a considerar la idea"- acusada de asesinar a su esposo...

No se trata de un libro fácil, son historias que exigen una lectura atenta, en ocasiones una relectura, ya que no se desarrollan siguiendo una estructura evidente, pero que atrapan la atención al revelar, bajo una engañosa sencillez, una poderosa mirada a los aspectos más complejos de vidas aparentemente cotidianas. Alice Munro nos ofrece una clave de esa falsa sencillez en una entrevista de 2013, en la que habla de sus inicios como escritora:

"Mi idea era escribir novelas, pero empecé a escribir cuentos porque era para lo único que podía hacerme tiempo. Entre las tareas de la casa y el cuidado de los chicos, nunca habría tenido tiempo de escribir una novela. Y después fue como si el formato del cuento –en realidad, una forma más bien inusual de cuento, por lo general una forma de relato bastante largo– fuese lo que quería hacer. Ese espacio alcanzaba para decir lo que quería decir".

Una autora que ha pasado de ser descrita en sus inicios como una sencilla "ama de casa" que escribía en los ratos que lograba salvar de sus tareas domésticas a ser considerada en la actualidad como "la Chejov de América del Norte". Por motivos de salud Alice Munro no pudo viajar a Estocolmo para recoger su Nobel de Literatura, así que la Fundación Nobel la visitó en Canadá natal y grabó una interesante entrevista, en la que la escritora habla sobre sus inicios y su forma de trabajar. 

"Quiero que mis cuentos conmuevan, que cuenten algo sobre la vida que haga que la gente diga: '¡No, eso no es verdad!', sentir una especie de recompensa de la escritura, y eso no significa que tenga que haber un final feliz, sino simplemente que todo lo que cuente la historia conmueva al lector de tal modo que cuando haya terminado sienta que es una persona diferente".

De verdad que lo consigue; sorprendernos y conmovernos, al menos.