Chinua Achebe
Termiteros de la sabana
Traducción y prólogo de Marta Sofía López Rodríguez
Debolsillo / Random House Mondadori, 2010
"Reverenciar a un dictador es un auténtico coñazo. No estaría mal si solo se tratara de bailar cabeza abajo. Con cierta práctica, todo el mundo puede aprender a hacerlo. El verdadero problema es no saber de un día para otro, de un minuto para otro, qué es arriba y qué es abajo".
Publicada originalmente en 1978, en esta novela el escritor nigeriano Chinua Achebe nos ofrece un relato de enorme profundidad política sobre las "dictaduras de liberación" que en tantos momentos de la historia se han consolidado en muchos lugares del mundo; no solo en África, aunque sea en este continente, el suyo, donde se desarrolla la trama del libro.
La novela comienza con la aarición en escena de un dictador paradigmático: desconfiado, siempre al acecho de cualquier atisbo de traición; astuto, pero infantilmente caprichoso; consciente de su poder incontrolado, a la vez que de la fragilidad de su posición, siempre amenazada por cualquier otro que, como hizo él, considere la posibilidad de usar la fuerza para elevarse hasta la posición que ahora ocupa; rodeado de una caterva de cortesanos cuya ambición por apropiarse de las migajas de poder que caen de la mesa del tirano debe convivir con el temor cobarde a convertirse en objetivo expiatorio de sus sospechas, temores o caprichos:
"Los días son buenos o malos para nosotros dependiendo de cómo se levante de la cama Su Excelencia por la mañana. En un mal día, como en el que este se había convertido después de muchos augurios propicios, no te queda más que permanecer pegado a tu madriguera, dispuesto a meterte dentro en cualquier momento. Y especialmente tener la boca cerrada, porque no hay nada seguro, ni siquiera la adulación que hemos aprendido tan habilmente a disfrazar como debate".
Pero esta estrategia de supervivencia y medro no es aceptable para quienes han conocido a Su Excelencia cuando era un joven ansioso por liberarse del yugo colonial. y que ahora lo ven convertirse en un gobernante autócrata, traicionando el proyecto democrático al que todos ellos se habían consagrado: "Ninguno de nosotros había asistido antes al nacimiento y el crecimiento de un monstruo".
El combate de estos antiguos amigos del tirano (Chris, Ikem y la enérgica Beatrice) contra su régimen constituye el nucleo de la trama, dando lugar a profundas reflexiones políticas sobre la dificultad para impulsar estrategias de liberación cuando ya "no hay un conglomerado universal de los oprimidos", sino que estos "habitan cada uno su infierno particular"; sobre el desalentador hecho de que tantas veces "los oprimidos [justifiquen] que los oprimiesen con clase"; sobre las potenciales perversiones de los liderazgos en los procesos de liberación; o sobre la tensión entre reforma y revolución...
Todo ello, entreverado con la aguda y vida descripción de las relaciones entre los personajes principales y una amplia comunidad de personajes secundarios perfectamente construidos, y acompañado de numerosas referencias a la cultura tradicional africana, convierten a esta novela en una lectura que se eleva sobre el espacio local al que se remite para convertirse en una historia de alcance universal.
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