sábado, 21 de marzo de 2020

Metrópolis

Philip Kerr
Metrópolis
Traducción de Eduardo Iriarte
RBA Libros, 2019

“Al cabo, Rosa bostezó y susurró algo que sonó a: «Qué vidas tan peculiares llevamos los dos, ¿no te parece, Bernie?», luego apoyó la cabeza en mi pecho y se quedó dormida. 
Parecía incontrovertible, y no solo por lo que había ocurrido esa noche. La vida misma transcurría a tal velocidad que era imposible no tener la sensación de que a veces las cosas se escapaban por completo a nuestro control, como si fuéramos a solas en uno de esos largos autobuses turísticos sin techo de Berlín, callejeando a toda velocidad por la metrópolis, sin conductor, haciendo turismo, en dirección a algún peculiar desastre ignoto provocado por nosotros mismos”.


Esta es la última novela protagonizada por uno de los personajes más celebrados de la novela negra, el investigador de la policía alemana durante Weimar e investigador privado en la época nazi, Bernie Gunther. Última y definitiva ya que, lamentablemente, Kerr falleció en 2018.

Se trata de una suerte de precuela de la serie de doce novelas  de Bernie Gunthers, que nos situa en el Berlín de 1928, en el momento en que Gunthers deja su actividad en el departamento de Antivicio ("Con tantos millones de muertos en la Gran Guerra y la gripe que llegó justo después, y que, como una plaga bíblica, mató a otros tantos millones de personas, parecía irrelevante preocuparse por lo que los demás se metían por la nariz, o por lo que hacían en sus oscuros dormitorios Biedermeier cuando se desvestían") para trabajar en la Kriminalpolizei o Kripo, la policía criminal, especificamente en su Comisión de Homicidios.

Su tarea será investigar los crímenes de un sádico al que conocen como "Winnetou", el indio apache protagonista de las novelas ambientadas en el Oeste americano firmadas por el célebre escritor aleman Karl May. La denominación tiene que ver con la forma de actuar del asesino:

"Cuatro prostitutas de la zona asesinadas en otras tantas semanas. Siempre por la noche. La primera, cerca de la Estación Silesia. Las golpearon en la cabeza con un martillo de bola y luego les arrancaron la cabellera con un cuchillo muy afilado. Como si lo hubiera hecho el Indio Rojo que da nombre a las famosas novelas de Karl May".

Mientras investiga estos asesinatos, otro caso desplaza y ocupa el interés de la Kripo: alguien está ejecutando a veteranos de la primera guerra invalidos que mendigaban por las calles de Berlín. El asesino reta a la policía publicando cartas en los diarios en los que ofrece pruebas de su autoría a la vez que explica los motivos de sus crímenes:

"La razón por la que he matado a estos tres hombres debería ser evidente para cualquiera que se considere patriota alemán. Los hombres a los que disparé ya estaban muertos y me limité a ahorrales más sufrimiento. Mientras existian, no solo eran una ignominia para el uniforme, sino que también le recordaban a todo el mundo la derrota de Alemania. [...] A los ojos de todos los que los ven arrastrándose por las aceras cual ratas y piojos, representan una afrenta a la mirada humana y a la idea misma de la decencia cívica. En resumidas cuentas, solo he hecho lo que hay que hacer si Alemania debe empezar a reconstruirse, a dejar atrás el pasado. [...] El futuro en el que el ejército alemán asuma el lugar que le corresponde en el destino de la nación no podrá comenzar hasta que se eliminen estos obscenos manchurrones en el paisaje nacional".

Y se despide con un explícito "Heil Hitler"... ¿o es la maniobra de distracción de "alguien que quiere sonar como un nazi"?

Bernie Gunthers sospecha que ambas tramas criminales están relacionadas. En el seno de una policía infectada ya por la ideología nazi, la investigación tomará derroteros insospechados...

Pero el verdadero protagonista de la novela es el Berlín de Weimar, con sus clubs nocturnos y sus cabarés, su antisemitismo, su provocación artística, sus redes criminales, su miseria y su riqueza, por el que transitan, igual que por la novela, personajes famosos como el pintor dadaista George Grosz; el cineasta Fritz Lang y su guionista y esposa Thea von Harbou; el poeta y dramaturgo Bertold Brecht; el compositor Kurt Weill, coautor con Brecht de La ópera de los tres centavos, y su esposa, la cantante Lotte Lenya...

"-Toda esta libertad sexual y ese erotismo falso me hacen oensar en los últimos días de la antigua Roma. Y no puedo por menos de pensar que a los alemanes de a pie les gustaría que todo eso se esfumara para llevar la vida tranquila y ordenada de antaño.
-Lo más probable es que tenga razón. Lo que me preocupa es por qué lo sustituiremos. Algo peor, quizás. Y tal vez lamentemos que quedara atrás. No lo sé. Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer".

Ya sabemos lo que vino después...

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