martes, 5 de noviembre de 2019

La sabiduría del amor

Alain Finkielkraut
La sabiduría del amor
Traducción de Alfredo Báez
Gedisa, 1999

"¿Qué es la bondad? Es el hecho de responder 'aquí estoy' a la interpelación de un rostro. [...] Es sentirse cuestionado por la voz que nos habla, sentirse obligado, acusado, requerido... y es aceptar esta responsabilidad exorbitante. Es, en lugar de endurecerse o de volverle las espaldas, acoger al prójimo con la conciencia intranquila que es la modalidad misma de la hospitalidad moral".


En este libro Finkielkraut cuestiona el "sentido común" hegemónico que sostiene que todas las decisiones que tomamos los seres humanos persiguen el propio interés.
Inspirado en la ética de la alteridad de Emmanuel Lévinas y en su "humanismo del rostro"  sitúa el amor al prójimo, concebido como "una conminación a la que es imposible sustraerse", en el centro mismo de la vida ética y de la existencia social.

Como en otras de sus obras -especialmente en La humanidad perdida (Anagrama, 1998)- somete a crítica radical la violencia revolucionaria que tantas veces desemboca en terrorismo. Para ello se basa en el caso de Germana Stefanini, guardia de prisiones de 67 años secuestrada en 1983 por las Brigadas Rojas y ejecutada tras una parodia de juicio popular. Anulada como individuo con su propia historia y sus circunstancias personales -"No sabía qué hacer para vivir. Mi padre acababa de morir. Entre como inválida. Distribuía paquetes a los presos"-, reducida a su función y enclaustrada en su clase, absorbida por la estructura del sistema capitalista, su eliminación es para sus secuestradores tan sencilla como inevitable: "Vamos ¡deja de llorar. De todas maneras no nos importa. Te repito que dejes de llorar, porque no nos conmueves".

Este es. precisamente, el efecto que el otro tiene en mi vida: el de con-moverme, sacándome de mi confortable hedonismo; el de modificar el eje de mi existencia, del yo mismo al tú y yo, al nosotras/nosotros; el de reconocer mi propia vulnerabilidad reflejada en la vulnerabilidad de ese rostro que se entromete en mi existencia. Nada de esto es posible en el mundo de abstracciones e hipóstasis del programa totalitario, ya sea de derechas o de izquierdas.

Como sostiene el autor, "no es seguro que relegando el amor al prójimo a la esfera del ideal estemos en mejores condiciones para concebir lo real. Por el contrario, bien pudiera ser que tengamos necesidad de conceptos anticuados y de otra realidad diferente de la de la posesión  para comprender la relación original con los demás".

Bien pudiera ser...

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