domingo, 25 de agosto de 2019

Valle de Pineda

Creo que dejé de andar en bici con alguna intensidad y de manera habitual cuando tenía nueve o diez años. Siempre he preferido caminar. Reconozco que la bicicleta de montaña ofrece grandes posibilidades, sobre todo la de recorrer distancias mucho mayores que a pie y alcanzar lugares a los que, de otra manera, sería más difícil llegar. Pero caminar por la montaña me gusta porque permite reposar la vista con más facilidad, observar la flra y la fauna con detenimiento, fotografiarla...

El caso es que hace casi cinco decenios que no montaba en una bicicleta, salvo recorridos urbanos de corto alcance. Pero el viernes me dejé convener por Sama y Jesus recorrer en bici el hermosísimo valle de Pineda, desde Vidrieros. Unos 40 kilómetros, ida y vuelta.

Algumas aclaraciones:
- Sama y Jesus son practicantes habituales de bici de montaña.
- La ruta no tiene grandes desniveles hasta casi el final, cuando hay que afrontar unas fuertes pendientes hasta el Pozo Curavacas.
- La ruta se realiza por una pista de montaña, con tramos bastante rotos, mucha piedra suelta, atravesando varios arroyos.
- Para la excursión utilizamos bicis eléctricas. Son bicis, no motos. Aunque la batería ayuda en las subidas, hay que dar pedales y gestionar bien su uso para no agotarla.



Monte de Las Huelgas.


Llegando al final del valle. Al fondo, Tres Provincias y Peña Prieta.
Mirada hacia la zona en la que se encuentra el mágico Pozo Curavacas.
Aquí me quedé yo. Las piernas las tenía bien pero el trasero lo tenía literalmente machacado. Hasta ayer no sabía que teníamos isquiones y que estos podían doler tanto.
Panorámca de la cabecera del vale.
Cascadas que vienendel Pozo Curavacas.
  
Por ahí suben Sama y Jesus, como dos jabatos.


Pozo Curavacas, fotografiado por Sama.
  
Cara norte del Curavacas.
 
 Peña Santa Lucía

Para volver a Vidrieros Sama intercambió su bicicleta con la que me habían dejado a mí (¡gracias, Roberto!), y fue entonces cuando descubrí que mi bici no tenía suspensión trasera, que amortigua los baches. Fue un alivio y hasta pude disfrutar de algún vertiginoso descenso, pero el daño ya estaba hecho y hasta ayer no pude sentarme sin sentir que tenemos dos huesos, los isquiones, que nunca sabremos que existen hasta que montemos en bicicleta sin tener costumbre.

Pero fue una bonita experiencia.

No hay comentarios: