La investigación
Philippe Claudel
Traducción de José Antonio Soriano Marco
Salamandra, 2018
Me declaro admirador devoto de la obra de Philippe Claudel. Todas sus obras me parecen excelentes: Bajo el árbol de los Toraya (y aquí y aquí), Aromas y, sobre todo, El informe de Brodeck, La nieta del señor Linh y Almas grises (publicadas y leídas cuando aún no tenía esta otra vida digital). En El informe de Brodeck, escribe:
"Qué extraña es la vida... Quiero decir, las corrientes de la vida, que nos arrastran, más que nos llevan, y tras un curioso recorrido nos dejan en una orilla, la de la derecha o la de la izquierda".
En esta frase encontramos, creo, una clave esencial de la perspectiva literaria (y vital) de Claudel: una mirada sensible y empática a la existencia frágil y azarosa de personas que tienen (que tenemos) un control muy limitado de su existencia, que en la mayoría de las ocasiones son víctimas de las circunstancias en las que les toca vivir: almas grises zarandeadas por una guerra atroz que legitima la carnicería en las trincheras y pretende que esta no afecte a la vida de un pequeño pueblo; un anciano migrante que cuida a su nieta en un país extraño y entrelaza su vida (y su muerte) con otro solitario... Pero siempre rescatando la humanidad de esas mismas personas: "Siempre me ha parecido admirable el tesón del ser humano para 'durar'", proclama en Bajo el árbol de los Toraya.
La investigación, la última y más reciente novela de Claudel, recoge y sintetiza todas estas claves características de su mirada ética. Pero, en este caso, abandona la perspectiva realista que caracteriza a sus anteriores obras para introducirnos en una ficción pesadillesca de tintes abiertamente kafkianos.
Su protagonista es "el Investigador", enviado a una extraña ciudad para investigar los suicidios que han tenido lugar en "la Empresa", en torno a la cual parece girar toda la existencia de la población:
"La Ciudad entera parecía reducirse a la Empresa, como si poco a poco -en un proceso de expansión que nada ni nadie había podido frenar- la corporación se hubiera extendido más allá de su límites iniciales, tragándose toda la periferia, digiriéndola y asimilándola hasta infundirle su propia identidad".
Desde el primer momento, el Investigador se verá superado por una realidad inesperada y caótica, donde nada funciona como cabría esperar: un entorno urbano laberíntico y aparentemente cambiante, unos personajes imprevisibles a pesar de estar construidos como estereotipos (el Camarero, la Giganta, los Turistas, el Policía, el Psicólogo -¡a pesar de ser una mujer!-, el Vigilante Nocturno, los Desplazados, el Fundador...). Y "la Sombra", el último y definitivo encuentro del protagonista.
La novela denuncia la conversión de nuestro mundo en una realidad mecánica e impersonal, donde cada ser humano concreto es absolutamente y literalmente prescindible. Para ello nos introduce en una distopía oscura, con imágenes poderosas, desasosegantes, que nos hacen sentir la angustia del atormentado Investigador. Sin embargo, es este aire tan de familia con el universo de Kafka lo que, a mi juicio, peor resulta de la novela. Pero la firma Claudel, y esto es una garantía.
Eso sí: si no has leído nada de este autor, no empieces por aquí.
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