El Fondo Monetario Internacional dice temer que el draconiano ajuste fiscal aplicado por nuestro país, aunque a grandes rasgos "apropiado", pueda acabar resultando excesivo, hasta poner en riesgo las posibilidades de crecimiento de nuestra debilitada economía. Cada vez más cuestionada en su orgulloso aislamiento, Merkel la ajustadora empieza a recibir las críticas de Hollande (esperables), pero también las de Prodi y otros. Titula EL PAÍS: "La UE prepara la cumbre del crecimiento". ¿Ahora?
La política de ajuste y tente tieso ha supuesto una masiva operación de expropiación: de capital público (rescates bancarios), de bienes públicos (privatizaciones, deterioro de los servicios sociales básicos) y, sobre todo, de derechos y de poderes sociales.La política de ajuste inmisericorde ha logrado su objetivo esencial: ¿salir de la crisis, crear empleo, mejorar la productividad? No, porque no eran estos sus objetivos. La política de ajuste ha logrado una redistribución de recursos, derechos y poderes en favor de las grandes corporaciones y de los capitales privados.
Ahora cambia la táctica pero no la estrategia, cambia el discurso pero no la lógica de fondo.
Depredador, sí, pero calculador; egoista racional al fin y al cabo, el poder globalitario ha comprobado que sus víctimas no pueden continuar desangrándose al ritmo de estos últimos cuatro años.Ahora toca limitar la voracidad. Que las víctimas vuelvan a coger fuerza: que crezcan, que engorden. Más sabrosas estarán cuando llegue el próximo ajuste.
Y así será si no lo evitamos. ¿Cómo? Tal vez apostando por otra forma de prosperidad, por una prosperidad sin crecimiento. Otro día hablamos de ello.
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