domingo, 26 de febrero de 2012

Dolor a cambio de... ¿nada?

Paul Krugman publica hoy en EL PAÍS un artículo titulado "Dolor sin nada a cambio", en el que somete a severa crítica la obsesión por los recortes de quienes denomina la camarilla del dolor, todos esos economistas, financieros, empresarios y políticos que predican la austeridad en estos tiempos de depresión económica, a pesar de sus graves consecuencias sociales.

Al leerlo he recordado ese soniquete que el presidente Rajoy no cesa de repetir: "No hacemos reformas para fastidiar, sino para crear empleo. Y vamos a seguir haciéndolas". Volvía a decirlo hoy en Oviedo. No se trata de juzgar intenciones: el caso es que las reformas en marcha fastidian, y mucho.


Krugman habla de generar dolor sin nada a cambio. Alfredo Pérez Rubalcaba sostiene que “detrás de un Rajoy comentarista apesadumbrado se esconde un Rajoy decidido a hacer una auténtica revolución conservadora”. Creo que está en lo cierto: estas reformas dolorosas no se hacen sin nada a cambio. Son una inversión. Una inversión política.

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