domingo, 27 de marzo de 2011

Imprudencia

Union Atlantic de Adam Haslett ha sido presentada como la novela que anticipó la crisis de 2008. Su protagonista principal es Doug, un banquero sin escrúpulos y ex militar. En la página 56 de la novela conocemos la clave de su éxito en el mundo de las finanzas internacionales:

"Por tanto, Doug había hecho aquello para lo que lo habían contratado: había obrado con impaciencia. Para saltarse las regulaciones, había fundado una nueva corporación, que llamó Finden Holdings. Su único fin era que la Union Atlantic le prestase dinero, para prestárselo a su vez a Atlantic Securities. Eso no era ilegal, estrictamente hablando, pero los abogados y auditores sabían lo suficiente para mantener los detalles en segundo plano. Gracias a este invento, grandes cantidades de dinero empezaron a llegar a las cuentas de los operadores internacionales de Doug. Al cabo de poco tiempo los beneficios aumentaron".

Esta estrategia será también la que provoqué su caída. En la págiga 175 uno de sus agentes subalternos, McTeague -"Tenía veintiocho años y ardía en deseos de dar un gran golpe. Era el equivalente humano de una entidad financiera de propósito especial, una SPV. En resumidas cuentas, perfecto para el puesto"- le descubre las consecuencias de esa impaciencia para con las regulaciones y de la creativa ingeniería contable utilizada para saltárselas:

-No hay clientes, Doug. Me los he inventado. Desde el principio. Todo el dinero que has estado mandando para cubrir posiciones... es nuestro. Sigue en el mercado.
Doug se detuvo en seco en medio de la acera; una pareja de jóvenes que venía en su dirección tuvo que separarse para pasar por su lado.
-Mientes -repuso.
-Tenía las opciones en dinero. Todos los contratos. Todas las posiciones. Tú querías que lo retirara todo. Pero siempre pensaba en lo que me habías dicho: que no olvidara el objetivo principal, que el miedo no me parase, que los modelos no siempre aciertan. Lo tenía delante de mis narices. Y también decías que los perdedores son los que temen el riesgo. Tenía las opciones en dinero, Doug. Todo eran beneficios. Estaba preparándote unas ganacias mayores de lo que nunca hubieras imaginado, envueltas, con lazo y todo. Cuando la tendencia del mercado cambió, me quedé helado. Pero tuve que seguir pidiendo dinero, registrar los márgenes, dejar las posiciones abiertas. Y tú... seguiste dándomelo.
Doug notó el regusto del desayuno en el fondo de la garganta, después en la boca, y se agachó para vomitar sobre el cesped. Un grajo de plumas brillantes lo miró con indiferencia. Se limpió la boca con el dorso de la mano y se irguió.
-Mientes -masculló-. Dime que mientes.

Es ficción, pero tan realista que me recuerda algunas de las cosas que podemos leer en el informe sobre la crisis financiera elaborado por la Comisión Nacional mandatada por el Congreso de los Estados Unidos para investigar el comportamiento de todas aquellas personas e instituciones que hubieran podido tener algo que ver con la crisis. "We never expected losses", nunca pensamos que fueran a producirse pérdidas, dice uno de los investigados. "Como Ícaro -concluye la Comisión- nunca tuvieron miedo de volar cada vez más cerca del sol".

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