Adam Hochschild [Enterrad las cadenas, Península, 2006] relata una anécdota que refleja perfectamente la contradicción vivida por una Francia que acababa de hacer su revolución de la libertad, la igualdad y la fraternidad, y que ahora se preparaba a sofocar la rebelión de los esclavos en sus colonias:
"La rebelión puso de relieve de manera muy embarazosa la contradicción entre la esclavitud y los objetivos declarados de la Revolución Francesa. Un general que pasaba revista a un batallón de la región del Loira a punto de ser transportado a toda prisa al otro lado del Atlántico para luchar contra los esclavos rebeldes, se sintió horrorizado al ver que el estandarte de la unidad llevaba escrita la consigna: «Vivir libres o morid», y enterarse de que los soldados habían planeado plantar un «árbol de la libertad» en el momento de su llegada. Al saberlo, hizo que se bordara en el estandarte un lema nuevo: «La nación, la ley, el rey», y que el batallón plantara un «árbol de la paz»".
Fue una rebelión sangrienta -como aquella en la que se inspirara- a cuyo término “todos los blancos de Haití habían perecido, desde el anciano en el lecho hasta el bebé de cría. Sólo se respetó la vida de un puñado de médicos”. Pero su victoria les costó muy cara. Como señala Robbie Robertson [Tres olas de globalización, Alianza Editorial, 2005], “Haití obtuvo la independencia de Francia en 1804 pero a costa de una indemnización equivalente al presupuesto anual total de Francia, lo cual les impidió contar con fondos para invertir en su desarrollo”.
"La rebelión puso de relieve de manera muy embarazosa la contradicción entre la esclavitud y los objetivos declarados de la Revolución Francesa. Un general que pasaba revista a un batallón de la región del Loira a punto de ser transportado a toda prisa al otro lado del Atlántico para luchar contra los esclavos rebeldes, se sintió horrorizado al ver que el estandarte de la unidad llevaba escrita la consigna: «Vivir libres o morid», y enterarse de que los soldados habían planeado plantar un «árbol de la libertad» en el momento de su llegada. Al saberlo, hizo que se bordara en el estandarte un lema nuevo: «La nación, la ley, el rey», y que el batallón plantara un «árbol de la paz»".
Fue una rebelión sangrienta -como aquella en la que se inspirara- a cuyo término “todos los blancos de Haití habían perecido, desde el anciano en el lecho hasta el bebé de cría. Sólo se respetó la vida de un puñado de médicos”. Pero su victoria les costó muy cara. Como señala Robbie Robertson [Tres olas de globalización, Alianza Editorial, 2005], “Haití obtuvo la independencia de Francia en 1804 pero a costa de una indemnización equivalente al presupuesto anual total de Francia, lo cual les impidió contar con fondos para invertir en su desarrollo”.
1 comentario:
Superstición:
http://blogs.elcorreodigital.com/magonia/2010/1/14/el-video-el-pat-robertson-achaca-al-diablo-terremoto
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