martes, 29 de diciembre de 2009

Dos e-futures posibles para el e-book

El primero, según Javier Calvo: el libro universal:

"El actual sistema de implantación del libro electrónico no es solamente una transición del papel al soporte digital, sino básicamente una extensión del modelo tradicional de edición. Una extensión insostenible y en última instancia perjudicial para el autor y el lector. La meta para la nueva década, en mi opinión, debe ser la distribución gratuita del libro por Internet. Y por una vez, lo ideal es también lo que tiene más números de ir a suceder".


El segundo, según Lawrence Lessig: el control total.

"Hoy, cuando el lector compra un libro, puede hacer una serie de cosas: puede leerlo una vez o cien veces; puede prestárselo a un amigo; puede fotocopiar algunas páginas o escanearlo en su ordenador; puede quemarlo, usarlo como pisapapeles o venderlo; puede colocarlo en la estantería de su casa y jamás llegar a abrirlo.
El lector puede hacer algunas de estas cosas porque la ley reconoce su derecho a hacerlas -por ejemplo, el lector puede vender el libro porque la legislación de derechos de autor limíta explícitamente el derecho del propietario del copyright a controlar el uso que el lector haga del libro físico después de la primera venta. Otras cosas las puede hacer porque no existe un modo efectivo de impedírselo. Un librero podría venderle el libro al lector a un precio si este promete leerlo sólo una vez, y a otro precio si desea leerlo cien veces, pero aquel no tiene modo de averiguar si éste ha obedecido el contrato. En principio, el librero podría vender con cada libro un agente de policía para seguir la pista al lector y asegurarse de que usa el libro tal y como prometió, pero los costes de este control excederían claramente cualquier posible beneficio.
Ahora bien, ¿qué sucedería si cada uno de estos derechos pudiera controlarse y ser disgregado y vendido por separado? ¿Qué sucedería si el propio software pudiera regular si leemos el libor una o cien veces; si podemos copiar y pegar fragmentos de él o simplemente leerlo sin copiarlo; si podemos enviarlo adjunto a un amigo o simplemente conservarlo en nuestro ordenador; si podemos borrarlo ono; si podemos usarlo para otra obra, con cualquier fin, o no; o si podemos simplemente dejarlo en la estantería o también tenerlo y usarlo?".





Seguramente el e-futuro del libro electrónico se situará en algún punto entre la utopía de Calvo y la distopía de Lessig.
O será una mezcla de ambas: habrá accesos y distribuciones universales coexitiendo con accesos y distribuciones restringidas.
Pero el debate es, no me digan que no, fascinante.

2 comentarios:

M@k, el Buscaimposibles dijo...

¿Nadie piensa que será lo que el lector -humano- quiera? Yo nunca compraré un libro -en papel o en bits- sobre el que otro tenga cuotas de control similares a las mías. Ni el lector electrónico por el que ese control ajeno sea factible.

Imanol dijo...

En eso tienes razón. Afortunadamente el lector individual no está determinado por el hardware o el software del producto. Pero creo que el lector colectivo -el conjunto de las y los ciudadanos potenciales lectores- si acabamos estando muy condicionados.